El 15M, catorce años después: "Hoy en día igual le habría surgido una contrarrevolución"

El sociólogo de la Universidad de Zaragoza David Pac asegura que "las principales demandas de los indignados se han incorporado a la agenda política" y la politóloga Carmen Lumbierres cree que seguimos en una "transición"

Amanece en la plaza del Pilar, en la acampada de los indignados del 15M.

Amanece en la plaza del Pilar, en la acampada de los indignados del 15M. / JAIME GALINDO

Zaragoza

Han pasado 14 años desde que el movimiento de los indignados tomara las plazas de las principales ciudades del país exigiendo una "democracia real", el fin de la corrupción política y la "transparencia" en la acción de Gobierno. Lo que surgió como un movimiento ciudadano transversal y cosechó el apoyo del "80% de la ciudadanía española", después se concretó en el surgimiento de dos partidos políticos -Podemos y Ciudadanos- y transformó el sistema político español. Pero, ¿qué herencia queda de aquel movimiento? ¿Siguen existiendo los indignados? ¿Sería posible el movimiento hoy en día?

David Pac, sociólogo e investigador principal del grupo Sociedad, Creatividad e Incertidumbre de la Universidad de Zaragoza, coordinó en 2021 un libro por el décimo aniversario del 15M con autores de España y América Latina. Hoy, en el catorce aniversario del inicio de los indignados, asegura que "los ayuntamientos del cambio que heredaron el movimiento se han difuminado" y que "la nueva política que trajo ha envejecido".

Pac recuerda que Podemos -surgido de abajo a arriba- y Ciudadanos -surgido de arriba a abajo- fueron las dos experiencias políticas que bebieron de lo que se había vivido en las acampadas en las plazas. Los dos hablaban, en registros ideológicos diferentes, de transparencia y de lucha contra la corrupción. "En ninguno de los dos casos conservan el apoyo electoral que tuvieron en el ciclo 2015-2019", señala.

"La institucionalización del movimiento les trajo el problema de las contradicciones que conlleva el ejercicio de la política. Y hay que recordar que en Podemos después decían 'tenemos el Gobierno, pero no el poder', precisamente en referencia a esas contradicciones que tenían que asumir y a la dificultad de cambiar las políticas públicas por las presiones de los poderes fácticos, financieros y mediáticos", recuerda Pac.

Una institucionalización a la que la politóloga Carmen Lumbierres le ve igualmente dos caras. "Está bien estar en los gobiernos, pero todo se ha ido apagando y ha llegado la indignación desde la derecha", expresa, para después criticar que los grandes resultados electorales se quedaron "en lo pintoresco". "Recuerdo las negociaciones en streaming para los gobiernos autonómicos, o negarse a viajar en AVE. Fueron poco a lo transformador", opina.

Agenda política

Con todo, Pac considera que "el movimiento consiguió incluir en la agenda política buena parte de sus demandas". Nada tiene que ver el salario mínimo que se cobra hoy con el de entonces, ni el número de desahucios, y se puso en marcha el Ingreso Mínimo Vital. Por otro lado, dice el sociólogo, aunque sea "en la teoría", todos los partidos "asumieron formalmente el discurso de las primarias y de la transparencia". "Se han hecho avances, pero sigue habiendo dificultades y la corrupción sigue formando parte del paisaje político de España", lamenta.

Y ahora, catorce años después, destaca el fenómeno de la "polarización afectiva", es decir, "los nuestros, frente a los otros". "La situación de polarización actual tiene que ver con elementos vinculados a las redes sociales, a las diferencias en la dieta informativa entre los distintos sectores de la población; chicos y chicas jóvenes, y entre las distintas generaciones. "Se está produciendo una individualización del proceso de consumo de la información, lo que crea brechas entre las sociedades y esa polarización afectiva de la que hablamos", explica.

En este punto, Lumbierres afirma que España y el mundo todavía se encuentran en un momento de "transición", arrastrado desde la década pasada, que busca "definirse". "La crisis de desligitimación de la política sigue. La salida por la izquierda que se inició en España con el 15M ha fracasado estrepitosamente, y ahora en lugar de más democracia se pide más autoritarismo", asevera, para ejemplificar esa intuición con una frase reveladora: "Ahora lo punky es ser de Vox".

En cualquier caso, la politóloga ve diferencias sustanciales entre lo que representaba Podemos y lo que ahora representa la ultraderecha. "Vox, como Trump, Meloni o Bolsonaro, no proponen cambiar el sistema, sino que buscan enemigos y se hacen las víctimas, desde los inmigrantes hasta lo que llaman lo woke. Podemos sí ofrecía transformar el sistema y logró que les apoyase gente que nunca había votado", prosigue.

¿Sería posible el 15M ahora?

Precisamente esa "polarización afectiva" sería la que complicaría, en opinión de Pac, que el movimiento del 15M pudiera reeditarse ahora tal y como sucedió en 2011. "Primero, muchas de las demandas se han conseguido: el paro está más bajo, los salarios más altos y hay más contratos indefinidos que temporales. Eso es una realidad. Y luego está la percepción de la realidad, que en casos no coincide con la realidad", indica.

Así, con una ciudadanía polarizada, y fragmentada, con percepciones distintas de la realidad, ahora considera que "es posible que al 15M le hubiera surgido una contrarrevolución". "Ahora, con las redes sociales todavía más desarrolladas, el proceso que se produjo entonces de 'contagio' entre ciudades y personas sería probablemente mayor, y se habría generado un movimiento más acelerado todavía. Pero también es posible que hubiera surgido otro movimiento en contra", reflexiona.

Mientras, Lumbierres subraya que el espíritu "utópico y casi inocente" del 15M es irrecuperable. "Los jóvenes cada vez son más individualistas y lo que interactúan es por redes sociales. Y ahí la ultraderecha se mueve muy bien, pero también se ha sembrado un caldo de cultivo en programas de televisión no necesariamente políticos", concluye.

Sea como fuere, catorce años después, el 15M se mantiene como uno de los movimientos que han cosechado un mayor apoyo social entre la ciudadanía. "El 80% de la población decía que estaba de acuerdo con sus demandas. Tanto como la población que estuvo en contra de la guerra de Irak", concluye Pac.

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