El papa León XIV lleva una reliquia de un antiguo obispo de Teruel hecho mártir en la Guerra Civil

Hace poco más de una semana, la fumata blanca dio paso al característico habemus papam que coronó en el puesto a Robert Francis Prevost como nuevo sumo pontífice tras la muerte de Francisco I. Como marca la tradición, el cardenal estadounidense de ascendencia española eligió su nombre papal, León XIV, y desde el principio mostró un mensaje muy ligado a la orden a la que pertenece, la de los agustinos.

Una orden que tiene presencia en Zaragoza y que Prevost visitó hace años, aunque esta no es la única relación que León XIV guarda con la comunidad aragonesa. Así lo atestigua una de las reliquias que completan la cruz metálica que le regalaron los agustinos cuando fue nombrado cardenal por Francisco I hace dos años y que Prevost llevaba encima en la primera imagen oficial emitida por el Vaticano.

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En ella, hay hasta cinco reliquias que guardan relación con la orden. La primera, en honor al padre espiritual con cuyo mensaje comulgan los agustinos desde hace ocho siglos, san Agustín de Hipona. Su madre, Mónica, es la segunda referencia en la cruz metálica, que también recuerda a un obispo italiano, Giuseppe Bartolomeo Menochio, y a un valenciano, Tomás de Villanueva.

Pero la quinta y última reliquia es la que hace referencia a otro obispo español que, entre 1935 y 1939, fue responsable de la diócesis de Teruel, el beato y mártir Anselmo Polanco, fusilado en las etapas finales de la Guerra Civil española en Gerona tras un año como prisionero del ejército republicano, que lo capturó en Teruel.