Un colombiano en el limbo de la reforma del asilo: "Nos hemos ganado el derecho a poder trabajar"

La reforma del reglamento de extranjería que ha entrado en vigor esta semana obliga a John Faber a buscar un permiso de residencia sin contar con las ventajas logradas en los dos últimos años amparado por una solicitud de asilo por motivos políticos

El colombiano John Faber, este martes en Zaragoza.

El colombiano John Faber, este martes en Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia

David Chic

David Chic

Zaragoza

"Me he quedado en un limbo en el que no tengo nada, mis cuentas del banco ahora mismo están bloqueadas y llevo un mes y medio sin trabajar". Esta es la difícil situación del colombiano John Faber y de muchos de sus compatriotas. Así como de miles de migrantes liados en los cambios legislativos. Al llegar a Zaragoza hace dos años y medio optó por solicitar un asilo político en la comunidad, debido a las "difíciles circunstancias vitales" a las que debía hacer frente en Manizales, su localidad de origen. Ahora, con la reforma del reglamento de Extranjería que entra en vigor esta semana, ve como todo lo logrado en este tiempo corre riesgo de desaparecer. "Creo que nos hemos ganado el derecho a poder trabajar", afirma.

Faber logró empleo a los seis meses de tener el permiso de asilo y desde entonces vive legalmente en el barrio de las Delicias con su mujer. También tiene una hija que ya es residente, al igual que sus dos nietos. "Después de más de dos años de cotización y un contrato indefinido no puede volver a mi familia el miedo a la expulsión", indica con claro fastidio ante la posibilidad de ver truncado su proyecto vital. En Zaragoza no es fácil aguantar varios meses sin ingresos, sobre todo después de haber perdido los derechos de antigüedad de su empresa. "Hemos luchado mucho", asegura. Por ahora deberán valerse del contrato a media jornada de su pareja, empleada en el sector de la limpieza doméstica. "Con eso será difícil sustentar el alquiler", reconoce.

La renuncia al asilo es una realidad a la que están expuestos al menos 10.000 migrantes aragoneses. Un proceso lleno de incertidumbre para el que se prepara Álex, un joven llegado de Rusia que se ha visto obligado a abandonar su localidad natal por su orientación sexual, según indica frente a las oficinas de la Policía Nacional en la calle Obispo Covarrubias de Zaragoza. Han pasado ya dos años y medio desde que comenzó a gestionar su documentación y espera que los antecedentes de su expediente le permitan lograr los papeles. A su lado, su pareja, procedente de Argentina, ofrece un ejemplo diferente sobre la residencia en España gracias a la ascendencia italiana de sus abuelos. "Tengo un permiso casi permanente, pero habrá que ver cómo van las cosas por la situación política en Europa y también en mi país", considera.

En la cola del departamento de Extranjería la reforma del reglamento se observa con cautela, aunque todos ellos han escuchado que permitirá simplificar los procesos administrativos para lograr visados, gestionar permisos de trabajo y los trámites de arraigo y reagrupación familiar. Con la salvedad de las solicitudes de asilo, los abogados están trabajando para garantizar que las novedades llegan a todas las personas afectadas, algunas de ellas en difíciles situaciones personales, mientras los migrantes que ya ultiman sus papeleos celebran que se le pongan límites al laberinto burocrático por el que han tenido que pasar. "Es todo demasiado lento", reconoce Milton Torres, un peruano a punto de culminar su periplo frente a la oficinas de la Policía Nacional. "Por fin vengo a dejar mi huella", señala sobre el momento culminante en el que dejará su marca dactilar sobre su tarjeta de residencia.

Recién llegado a España se encuentra Milton Torres. En su caso ha entrado en la Unión Europea gracias a un contrato de trabajo por cuenta ajena como conductor de camiones. Es la profesión que ejercía en su Lima natal y que comparte con su padre, su hermano y un primo. Todos ellos tenían allí una empresa y tras haber logrado su Certificado de Aptitud Profesional pueden ejercer en una firma de transportes de la capital. "Nos dijeron que aquí faltaban trabajadores, por eso nos hemos venido, para hacer lo que sabemos y poder cubrir los huecos", explica.

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