El mapa de la intolerancia en Aragón: de las brujas de Laspaúles a los esclavos de Barbastro
El profesor de la Universidad de Zaragoza Javier Román Solans lidera la investigación sobre los ataques sobre la libertad religiosa en distintas épocas: "Hay elementos que siempre se repiten en los discursos de odio"

Un momento de la inauguración de la exposición sobre los lugares de la intolerancia. / UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

Casi todos los rincones de Aragón han sido testigos, en algún momento, de asesinatos y agresiones en nombre de la religión. De una, de otra, de todas. Los discursos de odio han calado en las distintas generaciones desde hace siglos, y desde hoy, una investigación de la Universidad de Zaragoza pone nombre y lugar a los grandes ataques perpetrados en la comunidad autónoma en nombre de la religión.
El profesor del campus público del departamento de Historia, Javier Ramón Solans, lidera la investigación en la que también colaboran la Fundación de Pluralismo y Convivencia del Gobierno de España y la Fundación BBVA Leonardo. "Al inicio de la investigación, fui consciente de que mememorar los casos de asesinatos y agresiones por motivos religiosos es un recuerdo muy incómodo. Nos confronta con lo peor de nuestro pasado, pero es muy necesario para evitar que esos momentos tan oscuros se vuelvan a repetir", explica Javier Ramón Solans, después de inaugurar la exposición en la que puede conocerse su trabajo, en la sala de exposiciones de la facultad de Filosofía y Letras del campus de San Francisco.
La muestra, que podrá visitarse hasta el día 16 de julio, es fruto del trabajo realizado por investigadores en historia medieval (Carlos Laliena), moderna (Juan Postigo) y contemporánea (Javier Ramón) dentro de los proyectos de investigación 'Lugares de memoria de la intolerancia, discursos de odio y límites de la libertad religiosa en España, 1869-1876' (de la Fundación BBVA, a través de una Beca Leonardo) y 'Lugares de la memoria de la Intolerancia en Aragón' (de la Fundación Pluralismo y Convivencia), desarrollados en el marco del Instituto de Patrimonio y Humanidades, bajo la dirección de J. Ramón Solans.
Uno de los objetivos de esta investigación es "relacionar la intolerancia con los espacios cotidianos", porque muchas de los ataques relatados "no tienen ni un triste monolito que los recuerde". Y es "solo un primer paso", señala Ramón. "Teruel no está tan representado como nos gustaría y falta mucho por contar. Esta exposición es un comienzo", explica.
Además, avanza que no hay una religión más o menos atacada. "En Aragón hay gran variedad de formas de intolerancia, de creyentes y no creyentes, católicos, protestantes, musulmanes, judíos...", explica. Y en la investigación han analizado los discursos de odio que promovían estos crímenes y cuáles eran sus elementos "comunes".
"Hay elementos que se repiten, como las críticas o las mofas por la alimentación, por la vestimenta y el aspecto físico, se dice que representan una amenaza para el 'nacional', que tienen incapacidad para adaptarse a nuestras normas... Son argumentos que se repiten y que, en algunos casos, seguimos viendo hoy en día", lamenta.
La identificación de un "nosotros frente a ellos" es un discurso de "calado fácil", advierte. "Apelan a lo que es lo normal o a lo que siempre ha sido así, aunque no hayamos sido 'así' nunca", recalca el investigador.
El mapa de la intolerancia en Aragón se puede visitar ya y recoge casos muy conocidos y otros ocultados en la historia. Por ejemplo, la ejecución de Antonio Gargallo, "un testigo de Jehová que era pacifista y fue ejecutado en Jaca por negarse a empuñar un arma en la guerra civil". O Germán Araújo, "un profesor turolense republicano y protestante que fue ejecutado" en la misma contienda. A Orosia Moreno, se le acusaba de hacer "pactos con el demonio" en Zaragoza. "Su ejecución la vio un adolescente Goya y quedó impactado", señala el investigador. O los casos de los musulmanes expulsados de Barbastro y vendidos como esclavos.
Más conocido es el llamado proceso de Laspaúles, que ha pasado a la historia por ser "uno de los juicios colectivos de brujas más numerosos del mundo". En él se culpó a 24 mujeres "curanderas" de los males que azuzaban al pueblo, "envenenar vecinos, secuestrar infantes e incluso desenterrar cadáveres para fabricar pócimas". Todas ellas, recuerda la investigación, fueron ahorcadas en apenas dos meses. La memoria del proceso se perdió completamente hasta la recuperación de unos manuscritos en 1981, los cuales habrían permanecido cuatro siglos ocultos en el campanario de Laspaúles.
La exposición tiene vocación de ser itinerante, por los distintos campus universitarios y los colegios de todo Aragón. "Queremos invitar a aprender de nuestra historia para prevenir estos discursos de odio", concluye Javier Ramón Solans.
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