El nuevo libro de Darío Villagrasa: 'Aragón tiene sed' nació en Bujaraloz

Darío Villagrasa (Bujaraloz, 1992), alcalde del pueblo que le vio nacer, diputado autonómico y vicesecretario del PSOE Aragón, publica un libro en el que analiza la primera gran manifestación contra el trasvase del Ebro que planeaba el régimen de Franco.

La manifestación del 17 de noviembre de 1974, en las calles de Bujaraloz, con el lema ‘Aragón tiene sed’.

La manifestación del 17 de noviembre de 1974, en las calles de Bujaraloz, con el lema ‘Aragón tiene sed’. / Gerardo Ramo Sancho / Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Zaragoza

Hace medio siglo, los aragoneses se plantaron frente al primer gran trasvase del Ebro diseñado por el régimen de Francisco Franco. Bujaraloz jugó un papel decisivo para frenar las pretensiones de una dictadura que planeaba un trasvase del Ebro "mastodóntico", en por del desarrollo de la ya desarrollada Barcelona y en detrimento de unas tierras de Los Monegros que todavía no tenían agua corriente en sus casas.

El 17 de noviembre de 1974, el Día de la Provincia de Zaragoza se celebró en Bujaraloz y la fiesta se tornó en reivindicación contra una obra faraónica que se entendía que acabaría por hurtar el futuro a las generaciones posteriores monegrinas y del resto de Aragón. En este hito bucea Darío Villagrasa (Bujaraloz, 1992), alcalde de la localidad, diputado autonómico y vicesecretario del PSOE autonómico en 'Aragón tiene sed'. 

Villagrasa dedica la obra a sus cuatro abuelos, los cuatro bujaralocinos, uno de ellos precisamente aguador, «que no tenían nada y lo construyeron todo trabajando de sol a sol». «Quienes entonces salieron a la calle a manifestarse, bajo una dictadura sin derechos fundamentales, y con el nivel de represión del final de la dictadura, fueron los que pararon ese trasvase», reflexiona. Para nutrir sus páginas se ha empapado de la hemeroteca de la época, de los archivos zaragozanos y de testimonios personales de quienes participaron aquellos días. «Aquel día fue la semilla de la que acabó germinando esa parte tan importante del aragonesismo vinculada a la defensa del agua como garante de futuro», añade.

Darío Villagrasa frente al monolito, en su pueblo.

Darío Villagrasa frente al monolito, en su pueblo. / SERVICIO ESPECIAL

El proyecto que planteaba el trasvase del Ebro se describía con cifras mareantes. «Era aún más megalómano y agresivo del que presentó a principios de los 2000 el Gobierno de José María Aznar», señala el autor. 1.400 hectómetros cúbicos de trasvase, 160 kilómetros de acueducto y una duración de las obras de 30 años, hasta entrado el siglo XXI. Pero la contestación social fue tal que se impuso a los planes de la dictadura. 

La iniciativa recibió 210.000 firmas en contra y más de 10.000 alegaciones, rememora Villagrasa en su libro. «Fue clave la figura de Hipólito Gómez de las Roces al frente de la Diputación Provincial de Zaragoza. Consiguió que la oposición no fuera cuestión de alcaldes o de la propia institución, sino que supo generar una causa común donde todos los aragoneses nos sentimos aludidos», destaca Villagrasa. Pero el posicionamiento, entonces, fue más allá de la obra en sí. «Fue muy importante que esa causa común no fuera contra algo o contra alguien, sino en defensa de que se cumplieran los planes de regadíos previstos, de que llegara el agua a todos los municipios, y de la redistribución de la riqueza. Lo que se decía era que la España interior quería progresar», resume Villagrasa. 

Tal y como recopila 'Aragón tiene sed' con artículos y fotografías del momento, la voz de Los Monegros se escuchó en toda España, con presencia e incluso encuestas en diarios de tirada nacional, y la implicación de destacados académicos de la Universidad de Zaragoza.

«Se visualizó en todo el país que los aragoneses no estábamos dispuestos a pasar por ahí. Y nuestra legitimidad era que no nos oponíamos al desarrollo de otras zonas, pero llamamos la atención porque nosotros no teníamos desarrollo», razona Villagrasa. Así, la Diputación Provincial de Zaragoza logró los apoyos de Navarra y Tarragona, abriendo brecha frente al proyecto.

Aquel 17 de noviembre de 1974, la reivindicación acabó con la inauguración de un monolito que continúa en pie en Bujaraloz. «La primera vez que se escribió ‘Aragón tiene sed’ fue en el monolito de Los Monegros», señala Villagrasa. Cinco décadas después, algunas reivindicaciones siguen vigentes. «Este es uno de los temas que unen a Aragón y que reverdece cada vez que hay la amenaza de un trasvase. Donde hay agua, hay desarrollo y vida y se combate la despoblación. Tenemos que aprovechar nuestros recursos», concluye Villagrasa. 

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