Dos años de legislatura: Una línea con curvas une a los ayuntamientos de Aragón
Los votos de los comicios de mayo de 2023 obligaron al Partido Popular y a Vox a entenderse en el Ejecutivo autonómico, pero también en muchos ayuntamientos. Dos años después, los matrimonios y los divorcios se suceden por todo el territorio.

La alcaldesa de Huesca, Lorena Orduna, entre Ricardo Oliván y José Luis Rubió (Vox), en el anuncio del primer presupuesto municipal. / AYUNTAMIENTO DE HUESCA
S. H. V.
El mapa político aragonés se tornó de azul hace un par de años. El PP ganó a nivel autonómico, llevando a Jorge Azcón hasta el Pignatelli, y en multitud de ayuntamientos para confirmar un cambio de ciclo en toda la comunidad. El pero que tuvieron que aguantar los populares fue la búsqueda de socios. La ultraderecha de Vox, en la mayoría de los casos, el centro aragonesista del PAR y la última resistencia de Ciudadanos se convirtieron en aliados de un PP que le dio la vuelta a los equilibrios políticos.
Conocida la ruptura en el Pignatelli, apenas once meses después de unirse los de Azcón con los de Alejandro Nolasco, el eco en los municipios fue menor. Ambos partidos se empeñaron en mostrar que las alianzas se miraban institución a institución, pero la relación se deterioró y hoy atraviesa sus horas más bajas. Natalia Chueca en Zaragoza sí mantiene el apoyo de Vox, desde fuera del equipo de Gobierno, y Emma Buj, en Teruel, no necesitó ayuda externa porque la mayoría absoluta le permite gobernar con tranquilidad.
Más problemas tuvo Lorena Orduna. La oscense completó el hito de tres alcaldesas en las tres capitales de provincia, pero con más disgustos que sus compañeras de partido. La relación con Vox fue complicada desde el inicio, con la ultraderecha apretando los dientes e hiriendo más en el Ayuntamiento de Huesca que en cualquier otra institución. Los tres ediles de la ultraderecha al comienzo de la legislatura pusieron las cosas difíciles, pero la suerte sonrió a Orduna. Vox descabezó a Antonio Laborda, portavoz de la formación desde hacia tiempo, y el concejal se quedó en el consistorio no adscrito. Así, Laborda se convirtió de facto en socio del PP en el Ayuntamiento de Huesca, dándole el voto que necesita Orduna para las grandes decisiones.
Más allá de las tres capitales, los pactos dentro de los ayuntamientos llegaron a la docena. Hasta doce municipios aragoneses vieron un equipo de Gobierno compuesto por PP y Vox, aunque el paso del tiempo los ha reducido hasta la decena. El eco de la ruptura del Gobierno autonómico golpeó con fuerza en el cinturón de Zaragoza, con María de Huerva y Cuarte de Huerva como exponentes de esa ruptura.
En el primer caso, el cese sin previo aviso, según la versión de Vox, de su portavoz y teniente de alcalde hizo que la ultraderecha abandonase el equipo gubernamental del popular Joaquín Calleja. Hoy el alcalde del PP sigue al frente del ayuntamiento, pero sin presupuestos por la falta de acuerdos con el resto de fuerzas municipales. Al menos necesita el voto favorable de dos concejales ajenos al PP para dar luz verde a las cuentas del ayuntamiento o las reformas de calado.
Extraño, mucho más extraño, fue lo sucedido en Cuarte de Huerva. En esta ocasión, una cuestión interna de Vox hizo que sus dos concejales se dieran de baja del partido, sin renunciar al acta. Ambos se quedaron como miembros no adscritos de la corporación municipal. El ya exportavoz de Vox, Daniel Hornos, explicaba hace unos meses en un vídeo que «el partido ha caído en una dinámica que criticábamos, con la búsqueda de intereses particulares y repartiendo cargos», lo que habría motivado su salida de la formación ultraderechista, que ya ni siquiera existe en el ayuntamiento de este municipio zaragozano.
Y de un caso extraño, a uno rocambolesco. El turnismo acordado entre el PP y la Agrupación de Independientes para la alcaldía no se produjo en enero y José Tomás Pueyo se aferra al puesto de regidor. El PP actuó en consecuencia y expulso del partido a Pueyo, que denuncia amenazas de Jesús Boned, líder de los independientes. El equipo de Gobierno lo sostiene también el apoyo de Vox.
Utebo, Cadrete y Daroca son los municipios zaragozanos que cuentan con al menos un representante de la ultraderecha dentro de sus equipos de gobierno. En la provincia de Huesca, los alcaldes de Jaca, Binéfar y Barbastro siguen contando en las filas de su equipo gestor con concejales de Vox. También son tres los ayuntamientos de Teruel donde la unión entre conservadores y ultraderechistas sigue gozando de salud, como son Alcañiz, Villel y Alfambra.
En algunos de estos consistorios, la relación entre los dos partidos de derechas cuenta con socios invitados. La plataforma Aragoneses, Ciudadanos-Tú Aragón o el PAR, como hiciera en el Ejecutivo autonómico, completan la aritmética matemática a favor de la derecha en algunos de los municipios anteriormente citados.
Fuera de los Gobiernos municipales, Vox sigue teniendo un papel importante en decenas de consistorios aragoneses. Su apoyo, desde fuera de las responsabilidades ejecutivas, sigue siendo necesario para que el PP saque adelante sus presupuestos municipales sin tener que mirar a socios que se salgan de la hoja de ruta marcada por el partido.
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