Las lecciones que la riada de Catarroja enseñó a las brigadas de emergencias de Aragón

Manuel Goñi es el director de operaciones del 112 Aragón al frente de la riada en el entorno de Azuara. Participó en el operativo de emergencia que la comunidad envió a la dana de Valencia

Manuel Goñi, director de operaciones del 112 Aragón al frente del operativo de la riada, este martes en Letux.

Manuel Goñi, director de operaciones del 112 Aragón al frente del operativo de la riada, este martes en Letux. / Miguel Ángel Gracia

Azuara | Letux

El Ebro siempre avisa. Los pueblos ribereños saben siempre que tienen que poner lo que puedan a salvo desde que se da la voz de que hay una crecida en Castejón casi dos días antes. Menos de 10 minutos costó generarse el torrente de agua que asoló el pasado viernes la comarca de Belchite, donde un tren de tormentas desbordó por completo el cauce de los barrancos adyacentes a los ríos Cámara y Aguaviva. Del mismo modo que lo hizo hace ocho meses en los pueblos al sur de Valencia. Aragón tuvo un papel preponderante en la recuperación de uno de ellos, Catarroja, donde el servicio de emergencias pidió concentrar todos los efectivos de la comunidad en un sector para conseguir una gestión eficaz. Aquello funcionó, y sirvió como valiosa lección para las emergencias venideras.

Manuel Goñi fue uno de los directores de operaciones del 112 en los primeros compases del despligue en el municipio valenciano y está ahora al frente (como técnico de Protección Civil) del que se ocupa de coordinar los trabajos para la riada que ha asolado Azuara, Letux, Almonacid de la Cuba, Villar de los Navarros y otros municipios de la zona. Hay 288 efectivos desplegados entre los medios del Gobierno aragonés y de la UME.

"Hemos tenido una riada procedente de un tren de tormentas como la que hubo en Valencia, pero con unas dimensiones mucho menores. Aquí ha descargado menos agua, las poblaciones son más pequeñas y ha afectado a las partes bajas de los pueblos, mientras que en Valencia todo es llano, lo que provocó afecciones en todas las viviendas y una superficie mucho mayor", desgrana Goñi, que atiende a este diario en el Puesto de Mando Avanzado instalado en Letux.

"Catarroja fue, para mí, lo máximo a lo que podíamos aspirar en materia de coordinación de todos los operativos de Aragón. Fue un gran acierto que nos dejaran actuar en una sola zona, nos sirvió muchísimo. A partir de entonces, se deja que los operativos sean coordinados de algún modo por Protección Civil, por lo que fue un punto de inflexión", explica el técnico.

Allí, en Catarroja, los vecinos se soliviantaron por la lenta llegada de la ayuda, aunque aquéllo, más allá de factores políticos, se explica por cómo el barro colapsó los accesos a las localidades ubicadas al sur de Valencia, como Paiporta, Massanassa o Alfafar. Y no se puede perder de vista lo fundamental: casi 230 personas de todas las edades fallecieron por los sucesos del 29 de octubre; y después de eso, a los vivos les tocaba reconstruir sus pueblos sin tiempo para llorar a los muertos.

Esa es la primera de las conclusiones: pese a las graves pérdidas materiales, las dos catástrofes no se pueden comparar, dado que en Valencia la inundación tuvo un carácter aún más explosivo. Sin embargo, la forma de abordar el día después de los rescates es similar. "El sábado empezamos a movilizar a los efectivos y empezamos a tomar conciencia de lo que había pasado. Incorporamos a las cuadrillas del operativo antiincendios, unas 15 en total, ya que ahora empieza la temporada de incendios, por lo que no podemos contar con todas ellas como sí lo hicimos en Catarroja. Ese es el motivo por el que hemos pedido activar a la UME", señala Goñi.

"La gente lo primero que hace es sacar a la calle los escombros de su vivienda. Una vez las casas están expeditas de restos, nos toca a nosotros limpiar las vías. Estamos llevando los escombros a distintas campas habilitadas por los ayuntamientos o, en el caso de Letux, a la escombrera municipal", señala Goñi. Después, conforme se va aplicando agua a presión para reblandecer el barro, el peligro reside en colapsar el alcantarillado. "En Catarroja se echaba todo el barro al mismo sistema, tanto los profesionales como los voluntarios, por lo que acabó colapsando. Aquí no hemos tenido el problema de los desagües, solo tenemos en funcionamiento una desatascadora en Azuara", explica.

Sin embargo, lo prioritario también es recuperar los servicios y las infraestructuras básicas. La electricidad está garantizada, pero el abastecimiento de agua no había sido repuesto ayer en todavía en todos los municipios. Esa era el objetivo ayer, cuando las calles empezaban a parecer calles y no caminos descuidados.

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