Atender un parto en casa: "No es dar a luz a costa de todo, sino con medidas de seguridad"

Asís Gonzalvo, matrón y socio de la Asociación Nacer en Casa de Aragón, explica las funciones que cumple la matrona durante el embarazo, el parto y el postparto

Una mujer embarazada, en una imagen de arhcivo.

Una mujer embarazada, en una imagen de arhcivo. / El Periódico

Zaragoza

Cuantos más datos, mejor acompañamiento. Asís Gonzalvo es matrón y socio de la Asociación Nacer en Casa de Aragón y cuenta que su función es apoyar a las mujeres que dan a luz en casa no solo durante el parto, sino también antes y después. «Cuando las mamás nos contratan no buscan un resultado, sino un acompañamiento. No es parir en casa a costa de todo, sino con medidas de seguridad», subraya.

Gonzalvo explica que el proceso de acompañar a las madres empieza con las visitas prenatales, que pueden ser «en consulta o en el domicilio, según elija cada una». Durante este tiempo, las matronas recogen los datos clínicos de la madre que necesitan -analíticas, ecografías, la prueba del estreptococo, etc.-, pero también otra información como «sus vínculos, cómo fueron los nacimientos de su madre y su padre, la situación con su pareja, creencias religiosas, etc.», señala.

Durante el embarazo también se trabajan «miedos y preocupaciones», indica Gonzalvo. Entre los más habituales está el posible traslado al hospital. El matrón lanza un primer mensaje clave: «Es importante decir que la Guía Clínica de Atención al Parto en Casa del Ministerio indica que debe haber un hospital de referencia a menos de media hora». Marcado este punto, Gonzalvo señala que «los traslados más comunes son, o por agotamiento materno, o por no progresión del parto», y lo explica: «Puede ser que la mamá llegue a un punto y diga que no puede más, que está agotada y que ni quiere ni puede seguir con el parto en casa, o puede ser que el parto se haya estancado». Gonzalvo menciona una tercera posibilidad que es «la pérdida de bienestar fetal».

La última consulta es en el domicilio. «Ahí conocemos el hogar, vemos los materiales que les hemos pedido, conocemos al resto de niños si los hay, etc.», comenta Gonzalvo. La idea es a que a ese encuentro acudan todos los que van a estar en el parto. «Si va a haber fotógrafo, que vaya también», ejemplifica. El siguiente paso es el parto en el que, según cuenta Gonzalvo, pueden estar «desde 10 horas hasta tres días».

Uno de los puntos clave para ese momento «que haya comida para todos». «Es importante que en la casa haya fruta y cosas fáciles de tragar como miel, guacamole...», detalla. Además, se les pide tener otros materiales como «empapadores, cubre colchones o un bol para la placenta». Los instrumentos médicos los lleva el profesional sanitario.

A estos se suman otros como un frontal -«Normalmente se cuida mucho la iluminación», aclara Gonzalvo- o la psicina en caso de que la madre haya elegido esta opción de parto. «Pueden dar a luz en distintos sitios, donde quieren o donde les pilla, y en todas las posturas: cuadrupedia, de pie, a cuclillas, etc.», explica, y subraya: «Se respeta lo que pide el cuerpo».

El acompañamiento continúa después del parto, donde la parte emocional juega un papel importante. «Siempre se pone el foco en el parto, pero cuando más trabajamos nosotros es en el postparto, cuando tenemos que acompañar a las familias». Lo que lamenta es que la suya sea «una especie en extinción». El matrón ahonda en las profundidades de su profesión: «Estamos de guardia para la madre desde la semana 37 hasta la 42. Eso significa que durante esas cinco semanas no me alejo más de dos horas de donde ella vive. No tengo compañeras que me cubran. Son condiciones laborales que poca gente quiere». 

Por suerte, su trabajo le apasiona. «A día de hoy, toda esa dedicación y esfuerzo me compensa», afirma. Gonzalvo cita algunos beneficios del parto en casa como la continuidad asitencial, que la madre puede elegir el lugar y a los profesionales, que hay más intimidad y se segrega oxitocina con mayor facilidad o que el acompañante está integrado en el proceso, entre otros. Según explica, el perfil de las usuarias ha variado con los años y ahora es «muy diverso».

Eso sí, «todas tienen un sesgo: que se puedan permitir este servicio, que es privado», agrega. Los precios varían según la zona, pero Asís cita que «en Aragón están en torno a los 2.500 euros». Con todo, remarca que el parto en casa es «costo-efecitvo y costo-eficiente». «Un parto en un hospital cuesta entre 2.500 y 4.00 euros, y si hay cesárea son casi 6.000», dice.

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