La unión en los pueblos de Zaragoza durante las tormentas: "Salté por la ventana para ayudar a la vecina"

Carlos Calvo estaba cenando en su casa de Letux el viernes pasado cuando las fuertes tormentas descargaron sobre el pueblo. El agua subió en «menos de medio minuto» y, sin pensar, salió a echar una mano a su vecina Paca. Ambos comparten con este diario la experiencia que vivieron

Carlos Calvo limpiando el barro frente a su casa de Letux, hace una semana.

Carlos Calvo limpiando el barro frente a su casa de Letux, hace una semana. / Servicio Especial

Letux

Los últimos efectivos de la UME trabajan en Letux. Es viernes por la mañana y, cargados con sus mangueras, eliminan los restos de escombro que todavía quedan en las calles. De fondo, se escucha: «Perdone, una preguntica... Esos sacos de barro que se me están acumulando ahí en mi casa, ¿quién me los va a quitar?». Quien pregunta es Francisca, más conocida como Paca, una vecina del pueblo que el pasado viernes estaba en su casa cuando descargaron las fuertes tormentas.

«Mi casa está de barro hasta arriba. Ahora lo estamos sacando de las paredes porque, como no lo limpiemos, se caen», cuenta mientras sube por su calle, la del Frontón. Allí se encuentra con Carlos Calvo, y dice: «Los primeros que estábamos en la calle cuando pasó, el vecino y yo». Carlos lo ratifica: «De esta plaza, los únicos».

Paca cuenta que la crecida del agua «fue instantánea, en un segundo». «Menos de medio minuto», añade Carlos.

A él le pilló en casa con su mujer, sus dos hijos y su perro. «Coincidió que estábamos a mitad de cenar. Quitamos los coches de aquí e intentamos poner un parapeto para frenar el agua», recuerda. Su familia se quedó dentro de la casa, pero él actuó sin pensar. «Desatornillé la reja que tengo en una ventana y salí por ahí, porque no se podía por otro lado, para ayudar a la vecina», comparte.

A partir de entonces, a tratar de abrir paso. «Te lías a sacar agua y no hay momento ni de reflexión ni de darte dos besos ni de nada», subraya. Con su cubo en la mano, se puso a ayudar. «Es que por aquí no vino ni Dios», sostiene. Poco a poco, el agua fue bajando. Cuando Carlos pudo regresar a su casa, bajó una alargadera para tratar de conectar los dispositivos y dar luz. «Es que no veíamos nada. De hecho, el momento de saltar por la ventana fue difícil. No sabía ni que hacer con las manos», dice.

Carlos echa la vista atrás y concluye que la sensación que se vivió fue «de impotencia». «Lo que tienes que hacer es no perder los nervios. Si los pierdes, date por jodido», afirma. Y es que, subraya el vecino de Letux, «no se puede hacer nada contra una cosa así».

Vistas de Letux desde la casa de Carlos Calvo: arriba, el viernes de las tormentas; abajo, una semana después de las lluvias.

Vistas de Letux desde la casa de Carlos Calvo: arriba, el viernes de las tormentas; abajo, una semana después de las lluvias. / Servicio Especial / Miguel Ángel Gracia

Mientras sube hacia la planta alta de su casa, explica que su vivienda es la primera de todo el pueblo, y desde allí suele ver cómo se acerca el agua. «Veo si llueve en Azuara y cómo se acerca», ejemplifica. Pero aquel día «fue todo en un segundo», afirma. «Había aquí una quad y veías como el agua se lo llevaba, veías cómo entraba por tu garaje y no podías hacer nada», dice.

El vecino de Letux reflexiona en voz alta y se pregunta qué habrían hecho sus hijas si hubieran estado solas. «Es que no se atrevieron a bajar, pero si hubiera subido más el agua, no sé...», cuenta. También para Paca fue una situación complicada. «Estaba con mi hijo y mi marido, que tiene 81 años. No está bien de nada, pero esto ya le va a acabar», comparte.

Ambos ultiman ahora las labores de limpieza de su casa. «La mía está bien porque arriba no llegó a entrar, aunque fue por dos centímetros», confiesa. Su suerte fue tenerse entre ellos. «Aquí los vecinos son más bien familia. Tenemos hasta las herramientas a medias», admite Carlos. 

Tracking Pixel Contents