Carlos Esteban Badules, socio director de Aragonia Ventanas: “La ventana no es un hueco en la pared. Es una declaración de intenciones”
Con una dilatada trayectoria internacional y una sensibilidad arquitectónica poco común en su sector, Badules conversa sobre confort, detalle y belleza como nuevos lenguajes del cerramiento

Carlos Esteban Badules, socio director de Aragonia Ventanas. / Aragonia Ventanas

La rehabilitación energética y la construcción industrializada está transformando la forma en que habitamos. Pero en ese nuevo paradigma, no todo es eficiencia. Carlos Esteban defiende una visión más ambiciosa: ventanas que protegen, sí, pero también emocionan.
Pregunta: ¿Cuándo una ventana deja de ser solo funcional para convertirse en algo más?
Respuesta: Cuando deja de ser invisible. Una ventana no es solo un hueco por donde entra la luz o el aire. Es una declaración de intenciones, es una transición entre lo exterior y el interior, lo social y lo íntimo. Una ventana o un cerramiento bien pensado tiene el poder de modificar un espacio, pero también el estado de ánimo de quien lo habita.
P: ¿Cómo entendéis ese concepto desde Aragonia Ventanas?
R: Con una palabra: respeto. Respeto al diseño del espacio, a la forma de vivir de nuestros clientes, y a los materiales con los que trabajamos. Para nosotros, instalar un cerramiento no sólo es una operación técnica, es una intervención sensible. Cada proyecto se estudia como si fuera único —porque lo es—. Y eso solo se puede hacer con conocimiento, honestidad y atención obsesiva al detalle.
P: ¿Qué papel juega el confort en ese proceso?
R: Un papel protagonista. El confort no es solo temperatura: es silencio, es luz controlada, es seguridad, es privacidad. El confort es sentir que en tu casa todo tiene sentido, que no hay nada que sobre ni que falte. Y eso, en gran parte, depende de cómo cerramos —o abrimos— nuestros espacios.

El confort y la estética son esenciales en el trabajo de la empresa. / Aragonia Ventanas
P: ¿Y qué pasa con la estética? ¿Sigue siendo un lujo o ya es una exigencia?
R: Para nuestros clientes, es una exigencia. Y para nosotros, también. Las ventanas pueden elevar o arruinar una fachada, un interior, una experiencia visual. No concebimos soluciones que no dialoguen con la arquitectura. Por eso trabajamos con perfiles, vidrios y acabados que aportan elegancia sin protagonismo innecesario.
P: ¿Qué hace que una marca como Aragonia Ventanas se esté posicionando como referente en Aragón?
R: Nuestra forma de trabajar. No vendemos productos, sino respuestas bien hechas a preguntas complejas. Nuestros clientes buscan confianza, transparencia, soluciones pensadas, no catálogos. Y buscan también durabilidad, algo poco común hoy. Somos una empresa local, pero con vocación de excelencia global. Nuestra aspiración no es solo ser conocidos, sino ser recordados por cómo hacemos las cosas.
P: ¿Cómo ve el futuro del cerramiento residencial?
R: Me gusta pensar que más consciente. Vamos hacia una arquitectura más emocional, más responsable, más sensible a los cambios climáticos y sociales. El cerramiento será una pieza clave en esa transición, y nosotros estaremos para diseñarlo.
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