La conservación de los edificios, una cuestión fundamental para la seguridad
La ausencia de un mantenimiento preventivo puede derivar en problemas estructurales graves, desalojos forzosos e incluso colapsos parciales

Los desprendimientos de cornisas o de elementos de la fachada son cada vez más habituales en Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia
Monográficos
El deterioro progresivo de los edificios en muchas ciudades de España se ha convertido en un desafío prioritario, no solo por su impacto visual o patrimonial, sino por las implicaciones directas que tiene sobre la seguridad de las personas y la calidad de vida urbana.
Aragón es un ejemplo de esta situación: ocupa el séptimo lugar entre las regiones españolas con el parque inmobiliario más antiguo, con una media de 47 años de antigüedad. De las más de 800.000 viviendas que conforman su tejido urbano, el 58 % fueron construidas antes de 1980, un periodo que ya exige intervenciones urgentes en conservación y mantenimiento.
En apenas dos meses, la ciudad de Zaragoza ha registrado al menos siete incidentes graves relacionados con el estado de sus edificios, algunos de ellos con riesgo directo para los residentes. Se han producido desprendimientos de cornisas, techos y elementos de fachada en barrios consolidados como Delicias, Arrabal o San José.
El patrón común en todos estos casos es evidente: construcciones con más de cuatro décadas de antigüedad y una preocupante ausencia de mantenimiento preventivo en alguna de ellas.
Principales patologías
Desde el Consejo de Colegios de la Arquitectura Técnica de Aragón (CCATA) se ha realizado un informe sobre el estado de conservación de los edificios en Aragón, sobre una muestra de más de 1.300 edificios, resultando que un 22,72 % de los mismos tienen un estado de conservación desfavorable.
Las inspecciones técnicas y los informes de los colegios profesionales apuntan como focos de vulnerabilidad a las cubiertas, balcones y elementos decorativos externos. Estos componentes, expuestos a años de humedad, inclemencias climáticas y escaso cuidado, son los primeros en evidenciar las patologías de conservación.
Se observa que en Aragón un tercio de las patologías detectadas se centran en fachadas, elementos de fachadas y cubiertas y un 15% de las mismas en elementos estructurales.
Aragón adolece de un instrumento obligatorio de revisión preventiva de los edificios, como sí tienen muchas otras comunidades autónomas, pero algunos municipios, como Zaragoza, obligan a que los edificios pasen la Inspección Técnica de Edificios (ITE) al alcanzar los 50 años. No obstante, la experiencia demuestra que muchos de los primeros síntomas de deterioro pueden detectarse ya a partir de los 40. Por ello, los expertos recomiendan adelantar las revisiones y adoptar una actitud proactiva por parte de los propietarios y comunidades.
Como bien señalan los profesionales del sector, cuando un administrador de fincas plantea la necesidad de una intervención, no lo hace por capricho, sino por cumplimiento de su responsabilidad legal y ética. No atender esas advertencias puede desembocar en problemas estructurales graves, desalojos forzosos e incluso colapsos parciales que ponen en riesgo vidas humanas.
Parte del reto está en la falta de concienciación sobre la importancia de la rehabilitación. Todavía existe la percepción de que invertir en el mantenimiento de un edificio es un gasto evitable. Pero lo cierto es que esta mentalidad reactiva llega tarde y puede salir muy cara.
Información facilitada por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Aragón.
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