Cinco años del gran apagón del carbón: Andorra sigue sin ver la luz

La prometida transición justa avanza con lentitud, entre grandes proyectos que no terminan de cuajar, miles de empleos que no llegan y un territorio que sigue esperando algo más que palabras

Vista general de los terrenos donde se ubicaba la central térmica de Andorra, donde ahora están instaladas dos plantas fotovoltaicas de Endesa.

Vista general de los terrenos donde se ubicaba la central térmica de Andorra, donde ahora están instaladas dos plantas fotovoltaicas de Endesa. / Rubén Ruiz

Andorra

A las 7.37 horas del 27 de junio de 2020, la central térmica de Andorra dejó de rugir tras quemar las últimas 25.000 toneladas de carbón que le quedaban. Tres días después se desconecta del sistema eléctrico nacional poniendo fin a más de 40 años de actividad. Fue un apagón con la fecha marcada en rojo desde hace varios años para una comarca entera, que vio cómo se ponía el último clavo en el ataúd del que era su principal motor económico. El humo dejó de salir por su chimenea de 343 metros de altura, demolida en febrero de 2023, pero quedan las cicatrices de un monocultivo energético que durante décadas lo fue todo para la economía y el empleo de buena parte de la provincia de Teruel. Hoy, cinco años después, la prometida transición justa aún no ha hecho justicia.

«No está siendo ni justa ni rápida», sentencia Rafael Guía, alcalde de Andorra, que no esconde su descontento. «No hemos recuperado el empleo que creaba el sector minero-eléctrico. Se fió todo al nudo Mudéjar y a un plan de acompañamiento de Endesa, pero a día de hoy sigue sin desarrollarse», lamenta. El sentimiento es generalizado entre sus vecinos, que se debaten entre la frustración por los anuncios incumplidos y la esperanza de que acabe llegando un cisne blanco que ejerza de revulsivo industrial de una zona que mira al pasado con nostalgia.

El cierra de la central y las tres últimas minas que la alimentaban de carbón (en Ariño, Foz Calanda y Estercuel) afectó a 532 empleos en las empresas matrices y sus contratas. Las datos socioeconómicos del municipio no muestran un brusco derrumbe en el últimos lustro. La población de la villa minera ha perdido población de forma leve –casi un centenar de habitantes, hasta 7.258 personas–, un declive que repite en seis de los otros ocho pueblos de la comarca —todos salvo Oliete y Crivillén— y en casi todos municipios próximos, salvo Alcañiz. 

Sangría de empleo y habitantes en 15 años

El número de trabajadores se ha mantenido estable con cerca de 1.600 afiliados a la Seguridad Social —de ellos, 455 son autónomos— y la tasa de paro se ha reducido a la mitad (del 14% al 7%), aunque este dato está distorsionado por el impacto que la pandemia tuvo en 2020. La sangría es más perceptible si se amplia el foco a los últimos 15 años, con casi un millar menos de trabajadores y un censo que ha menguado en unos 1.100 vecinos.

El alcalde de Andorra, Rafael Guía, en su despacho en el ayuntamiento.

El alcalde de Andorra, Rafael Guía, en su despacho en el ayuntamiento. / Rubén Ruiz

De la antigua térmica apenas quedan rastros tras unas obras de demolición y desmantelamiento que dieron vidilla a la zona y cientos de empleos temporales durante más de tres años. Los trabajos finalizaron hace meses sin que los grandes proyectos de la reconversión minera hayan empezado a tomar forma. «No creo que el plan haya estado ni bien coordinado ni bien acompasado», reconoce el alcalde, que lleva dos años en el cargo.

El plan de acompañamiento de Endesa, en la vía lenta

Las promesas fueron muchas. Planes de futuro, grandes proyectos empresariales, creación de empleo verde... La realidad es más agria. De las iniciativas anunciadas, pocas han pasado del papel a la pala, comenzando por las vinculadas al nudo Mudéjar. Endesa se adjudicó el concurso público que hizo el Ministerio para la Transición Ecológica para reemplazar los megavatios de la térmica con energías renovables. La eléctrica prometió inversiones de 1.500 millones de euros, 500 empleos fijos y proyectos como una planta de hidrógeno, una fábrica de seguidores solares, otra de producción de astillas y biomasa, un centro de reciclaje de aerogeneradores o un centro de avifauna.

Proyectos en desarrollo en la zona de la térmica, en Andorra.

Instalaciones de la cementera de Cemex, que nunca llegaron a ponerse en marcha, junto a la antigua térmica de Andorra. / Rubén Ruiz

Ese plan de acompañamiento con el que la filial de Enel se hizo con los activos energéticos está a día de hoy está sin desarrollar. El principal escollo, según la compañía, son los retrasos en las declaraciones de impacto ambiental de sus 14 plantas renovables hibridadas (siete solares y siete eólica), lo que hace que vaya con el freno puesto en el impulso del plan industrial. «Algo no está haciendo bien el ministerio o la adjudicataria. Semana sí, semana también, pedimos que ejecute ese plan de acompañamiento lo antes posible», afirma Guía.

En los terrenos de la antigua térmica, que siguen pendientes de una reindustrialización efectiva, sí hay en operación dos grandes plantas solares de Endesa, pero no formaban parte del paquete de nudo Mudéjar. La formación de cientos de personas en energías limpias es una de las pocas promesas cumplidas por la eléctrica, pero este logro se topa con un vacío. «Formas a gente para que luego se marche, porque no hay trabajo aquí», dice el alcalde.

A pesar de todo, el alcalde cree que no hay que caer en el derrotismo y confía en remontar la situación. «Este ayuntamiento no deja de trabajar y apoyar iniciativas que están creando puestos de trabajo», defiende el alcalde, quien ve algunos brotes verdes, como la empresas JV20 Forest, especializada en la transformación de madera para construcción, que se instaló hace poco más de dos años y cuenta ya con 45 empleos con previsión de llegar a 100.

También menciona el caso de MBC Factory, ubicada en la antigua Ferrogrés, que ha pasado de siete a 17 y tiene planes de ampliación; o la llegada del grupo MLN, que se quedó la cantera de caliza de Endesa y emplea a seis personas con previsiones de seguir creciendo. «Tenemos que mirar al futuro con confianza, pero con prudencia», asevera.

Inversiones a bombo y plantillo que luego no llegan

Otros grandes proyectos empresariales que se anunciaron (Oxaquín, Técnicas Reunidas, Forestalia, EDP-Térvalis, Refinasol...) han quedado en agua de borrajas o se han desvanecido. «Andorra está resignada. Cuando se produjo el cierre, con Lambán se presentaron proyectos a bombo y platillo que hablaban de cientos, incluso miles de empleos, pero vemos como se incumplen uno tras otro», critica Roberto Miguel, presidente de la Asociación de Empresarios de Andorra Sierra de Arcos. «No sé si ha sido insensibilidad o incapacidad», reflexiona.

Aunque los datos oficiales certifican una aparente estabilización, desde el tejido empresarial creen que es un espejismo. “El paro ha bajado, pero lo ha hecho porque hay cientos de trabajadores temporales montando placas solares. Gente que alquila una habitación por unos meses y se va. Eso no es empleo estructural, eso no llena las escuelas, ni mantiene los comercios a largo plazo”, denuncia Miguel. 

El presidente de la Asociación de Empresarios de Andorra-Sierra de Arcos, Roberto Miguel, en el Centro de Emprendimiento de la localidad.

El presidente de la Asociación de Empresarios de Andorra-Sierra de Arcos, Roberto Miguel, en el Centro de Emprendimiento de la localidad. / Rubén Ruiz

“No podemos cometer el mismo error otra vez. La transición justa no puede venir con cinco años de retraso. Eso fue el gran fallo: no acompasar las decisiones políticas con las soluciones reales”, afirma el representante empresarial. La sensación general es de frustración. «Éramos el foco donde se perdió el empleo. Y, sin embargo, somos los que menos estamos notando la recuperación», afirma convencido de que otras localidades como Alcañiz, Alcorisa, Utrillas o Calanda están aprovechan mejor sus oportunidades. «Aquí se ha hecho mucho marketing político, pero poca inversión real”, lamenta.

El proyecto Catalina, la nueva esperanza

No todo es pesimismo. A falta de que el plan industrial de Endesa empiece a tomar formas, las mayores esperanzas están puestas en el proyecto Catalina, una planta de hidrógeno verde promovida por la danesa CIP con una inversión de 1.800 millones y la promesa de de crear 400 empleos directos. Declarado de interés general por el Gobierno de Aragón, su puesta en marcha está prevista para 2029. 

Desde la asociación empresarial creen que podría suponer un punto de inflexión. «Es complejo porque necesitan agua y evacuar el hidrógeno con una tubería, pero vemos más seriedad. No están esperando subvenciones, sino permisos. Están haciendo bien las cosas», recalca. «Si se cumple, será la primera vez que hablamos en serio de una alternativa real a la térmica”, explica.

El alcalde también tiene grandes expectativas en Catalina. «Si llega a buen término, supliría con garantías todo el empleo que se perdió con el carbón», señala, que urge a la CHE a resolver la concesión de agua para que llegue a buen puerto, al tiempo que insta al Gobierno de Aragón «a desviar» algún centro de datos a Andorra por las condiciones idóneas que ofrece para este tipo de infraestructuras sobre todo a nivel energético.

Alejo Galve, extrabajador de la térmica de Andorra y secretario provincial de UGT en Teruel.

Alejo Galve, extrabajador de la térmica de Andorra y secretario provincial de UGT en Teruel. / Rubén Ruiz

Desde los sindicatos no esconden tampoco su decepción. «Estamos peor que en 2020. Aquí se prometió mucho, iban a llegar empresas, proyectos… y no ha llegado casi nada”, asegura Alejo Galve, extrabajador de la térmica y líder de UGT en Teruel. “Aquí solo ha llegado una empresa, la JV20, que además no tiene nada que ver con el plan de acompañamiento ni con la transición justa”, lamenta.

Denuncia la inacción del Ministerio de Transición Ecológica y la demora del plan industrial de Endesa: “Todo se ha quedado en papel mojado. Endesa ha puesto en marcha dos parques solares con siete trabajadores. ¿Ese era el futuro prometido para Andorra?”, se pregunta. Sobre el macroproyecto de CIP se muestra escéptico. «En 2020 confiamos en Endesa y ahora en Catalina, pero sin ver avances reales», sostiene Galve. A su juicio, el deterioro no solo es económico, sino demográfico. «Andorra sigue atascada. Si esto no se arregla, acabaremos hablando de otra comarca despoblada. Y lo peor es que ya estamos empezando a acostumbrarnos”, concluye.

Desde los sindicatos denuncian además que Endesa no está permitiendo la vuelta a Andorra de los 40 exempleados de la térmica que fueron recolocados en plantas renovables o centrales hidroeléctricas de Soria, Lérida o Zaragoza. «Se les prometió regresar en tres años, pero ya han pasado cinco», señalan.

La carretera de las minas, símbolo del abandono

El lamentable estado de la antigua pista minera, el principal eje de comunicación interna de la comarca, simboliza el estado de abandono que se siente en la zona. Samca y Endesa se encargan de su conservación hasta el adiós del carbón. Circular ahora por la carretera, plagada de decenas de socavones, se ha convertido en un deporte de riesgo sin que las Administraciones públicas muevan ficha para financiar y asumir su remodelación, condición indispensable para que la transición justa sea una realidad.

A pesar del balance negativo que hacen empresarios, sindicatos y el propio ayuntamiento, desde el Ministerio para la Transición Ecológica sacan pecho del trabajo desarrollado. Aseguran que se han concedido más de 413 millones de ayudas para apoyar 120 proyectos en la zona de transición justa de Aragón, con una estimación de creación de 1.447 empleos a largo plazo (sin contar en construcción). 

Cinco años después, Andorra sigue esperando. No la vuelta del carbón, sino un futuro con certezas que no se construya a golpe de titulares, sino de realidades. Porque el silencio de la térmica pesa. Pero más pesa el olvido.

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