Obras lentas en un mercado urgente: la vivienda nueva se retrasa en Zaragoza por falta de mano de obra y cuellos de botella
Promotores y constructores sufren demoras generalizadas de entre tres y seis meses en la entrega de proyectos residenciales como consecuencia de la crisis laboral y otros factores, lo que tensiona al sector y frena su crecimiento

Varios trabajadores subidos al andamio en las obras de una fachada que se llevan a cabo en un edificio residencial de Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia
Firmaron el contrato para la compra de una vivienda nueva en Zaragoza hace unos dos años con una fecha de entrega prevista para este otoño. Hace ya tiempo que la promotora del proyecto les avisó de que el plazo se ampliaba a principios de 2026. Tampoco esa fecha va a cumplirse, según otra comunicación recibida este verano. Cuatro meses adicionales de espera para desespero de los futuros vecinos de la urbanización. La escena no es una excepción aislada, sino el nuevo estándar con el que se están entregando las promociones inmobiliarias de la capital aragonesa, según confirman diversas fuentes del sector, que advierten de que el problema podría agudizarse si no se pone remedio a la acuciante falta de mano de obra.
En Arcosur, Valdefierro, los nuevos desarrollos de avenida Cataluña o, incluso, en promociones más céntricas de la ciudad, los plazos se están desplazando de media entre tres y seis meses respecto a lo firmado. La demanda aprieta, pero las obras avanzan con retardo, lo que genera tensiones entre las propias empresas y gremios implicados en los proyectos, así como la lógica inquietud entre quienes han comprado una vivienda o tiene intención de hacerlo.
«Un edificio que antes en 20 meses se podía hacer, ahora tardamos 24», afirma Juan Carlos Bandrés, presidente de la Confederación de Empresas de la Construcción de Aragón (CEAC), que constata que la prolongación de plazos «es una realidad» que afecta a buena parte de las promociones residenciales en la comunidad. Aunque cada caso es un mundo, detrás de estos retrasos se esconde un cóctel de factores, algunos de difícil solución a corto plazo.
Retrasos por falta de conexión eléctrica
La falta de mano de obra es una de las causas centrales. Pero Bandrés subraya que no es el único problema. «Hay una reestructuración general del sector, edificios más complejos, con calidades superiores y exigencias que antes no se tenían», explica. Otros de los motivos que inciden en los retrasos son los atascos burocráticos o la lenta ejecución de las instalaciones de conexión eléctrica. Este último problema está provocando que viviendas ya acabadas lleven meses sin poder ser entregadas y escrituradas, como está ocurriendo ahora en varios proyectos de la ciudad.
«Estamos sufriendo para el cumplimiento de los plazos de los proyectos, una situación que además es del todo desconocida. En España nunca se había producido una falta de mano de obra como la de ahora», apunta Sergio de la Rosa, CEO de la constructora Inardec y al frente de la comisión de Recursos Humanos del Clúster Industrial de la Construcción de Aragón (CICA), quien señala que a la dura competencia por los trabajadores se han sumado en fechas recientes los grandes inversores que están llegando a Aragón. «Al final esto es cuestión de quien tenga más dinero y estamos compitiendo para hacer vivienda barata con los gigantes de los centros de datos, que pueden sacar billetera y contratar a todos los albañiles que necesiten. Contra eso no podemos competir», afirma.
La escasez de profesionales especializados, como electricistas o fontaneros, se ve agravada por la falta de relevo generacional y por que los institutos y academias profesionales no logran cubrir la demanda de formación.
Las «herencias» de 2008
Bandrés sitúa el origen de esta tensión a las «herencias» que dejó el pinchazo inmobiliario en 2008 y la profunda crisis que desató. «Se desmanteló el sector», apunta. Miles de trabajadores salieron de la construcción y nunca regresaron. Y quienes sí se mantuvieron activos han envejecido dentro del oficio, mientras los ciclos de formación profesional no han conseguido reponer la mano de obra especializada que se perdió.
Ante la imposibilidad de encontrar mano de obra local, el sector mira al exterior. «Se está intentando hacer contratación en origen», confirma De la Rosa. Para profesionales cualificados se buscan en el cono sur de Sudamérica, y para oficiales y peones, en Centroamérica y África. Pero no es una solución mágica. «Tenemos que ofrecer algo interesante, y entramos en otro problema: la gente que viene necesita también vivienda, que apenas hay», lamenta.
Apuesta por la industrialización
Bandrés y De la Rosa coinciden en que el sector debe avanzar hacia modelos más industrializados, sistemas constructivos que reduzcan la dependencia de mano de obra intensiva y permitan cumplir los plazos sin comprometer la calidad.
«La construcción en Aragón ha recuperado actividad, pero no la productividad suficiente. Avanzamos, sí, pero más despacio de lo que el mercado necesita», resume Bandrés. El sector vive una paradoja post-pandemia. Hay financiación, una demanda sólida y creciente y suelo movilizado, pero el sistema productivo que debe impulsar la vivienda nueva se queda corto. Y no solo por falta de trabajadores, sino por un modelo de obra todavía demasiado artesanal, admiten desde el propio sector.
Mientras tanto, la reactivación de la vivienda sigue enfrentándose a la tensión entre demanda creciente y recursos humanos limitados, un retraso que afecta tanto a compradores como a promotores, genera costes adicionales y complica el crecimiento de un mercado que reclama agilidad.
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