Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

BonÀrea lanza la bandeja de carne retornable, una idea 'made in' Aragón que ya se prueba en Tarragona

El sistema, ideado por un ingeniero zaragozano del grupo y desarrollado íntegramente en la compañía, busca reducir el uso de plásticos de un solo uso en productos frescos sin renunciar a la seguridad alimentaria ni a la comodidad del consumidor

La bandeja de carne retornable, ideada por un aragonés, que BonÀrea está probando en sus tiendas.

La bandeja de carne retornable, ideada por un aragonés, que BonÀrea está probando en sus tiendas. / Miguel Ángel Gracia

Épila (Zaragoza)

En BonÀrea están acostumbrados a romper moldes. Lo hicieron en 1995, cuando decidieron vender carne en bandejas de libre servicio en lugar del mostrador tradicional, y lo hacen ahora de nuevo tres décadas después, con el lanzamiento de una bandeja retornable para carne fresca que ya se prueba en las 57 tiendas de la provincia de Tarragona.

La idea no nació de un despacho, sino de la cabeza de un aragonés, el ingeniero Jorge Higón, actual director de la planta de líquidos del complejo agroalimentario que el grupo catalán tiene en Épila (Zaragoza). Su propuesta fue seleccionada en los talleres de creatividad internos que BonÀrea celebra cada año, donde los trabajadores plantean mejoras y soluciones a los retos cotidianos del grupo.

Consciente del volumen de plástico que genera esta actividad, Higón pensó cómo podría reducirse sin comprometer la calidad ni la higiene. La suya fue una de las tres ideas ganadoras, y hoy se ha convertido en un proyecto que va a movilizar una inversión de más de 10 millones de euros.

Una revolución silenciosa en el lineal

El envase se compone de dos partes. Por un lado, una base de plástico reutilizable equipada con chip de identificación por radiofrecuencia (RFID) y un código QR. Por otro, una lámina superior de un solo uso, que mantiene intacta la seguridad alimentaria. “La clave está en que el alimento nunca entra en contacto con la bandeja”, explican desde BonÀrea. “De esta forma, el cliente puede devolverla limpia sin necesidad de lavarla, lo que facilita el hábito de retorno”, destacan.

Cada bandeja tiene un depósito de 45 céntimos, que el cliente recupera —e incluso mejora— al devolverla en tienda. BonÀrea reembolsa 50 céntimos, cinco más de lo pagado, como incentivo para fomentar la reutilización. “Sabemos que cambiar hábitos cuesta, así que buscamos hacerlo fácil y gratificante”, admiten los responsables del proyecto.

Gracias a su estructura y al sistema de logística inversa que ya emplea la empresa —los camiones que abastecen las tiendas regresan cada día a la fábrica con los envases usados—, las bandejas pueden alcanzar hasta 50 ciclos de vida. Cuando se devuelven, pasan por un lavadero industrial en Guisona (Lérida), donde se higienizan, se les coloca un nuevo film protector y vuelven a llenarse con carne fresca para regresar al punto de venta. La intensión tiene previsto instalar un segundo lavadero de este tipo en su centro agroalimentario de Épila.

Más trazabilidad, menos plástico

Además de sostenible, el nuevo envase es inteligente. A través del QR, el consumidor puede acceder a la trazabilidad completa del producto, desde la granja de origen hasta el punto de venta. “Podríamos llegar a decirte en qué explotación se crió el pollo, qué alimentación tuvo o cuántas vueltas ha dado la bandeja antes de llegar a tus manos”, subrayan desde la compañía, orgullosos de su apuesta por la transparencia y la tecnología blockchain.

El impacto ambiental positivo de esta propuesta es significativo. Según los cálculos de BonÀrea, cuando el sistema esté plenamente implantado, el grupo evitará el uso de unas 1.500 toneladas de plástico al año. Solo con los primeros meses de la prueba piloto, la empresa ya ha ahorrado más de 30.000 bandejas de un solo uso.

De la prueba piloto al futuro

Por ahora, el sistema se limita a una única referencia -el filete de pollo- y a las tiendas de Tarragona, elegidas por su diversidad de perfiles de cliente, con zonas urbanas y rurales y diferentes niveles de renta. Los resultados son “mejores de lo esperado”, con una tasa de retorno que alcanza el 75%, egún los responsables del grupo, que estudian ampliar el proyecto a más productos cárnicos y nuevas provincias durante 2026.

“Esto no lo hacemos por obligación normativa, sino porque creemos que es el futuro”, remarcan. “La sostenibilidad tiene que ser compatible con la comodidad del consumidor. Si pedimos un gran esfuerzo, no funcionará. Pero si lo hacemos fácil y justo, el cambio llega solo”.

El siguiente paso podría estar en Aragón, donde BonÀrea cuenta con su gran complejo agroalimentario en Épila. Allí, la empresa planea instalar un segundo lavadero de bandejas retornables para acompañar la expansión de un modelo que puede marcar un antes y un después en la forma de comprar carne fresca en los supermercados.

Tracking Pixel Contents