La relación entre PP y Vox en Aragón: un rosario de choques
Las discrepancias entre PP y Vox han alcanzado esta semana su cénit por el cese del asesor racista de la ultraderecha, pero la relación entre las dos formaciones en Aragón siempre ha estado marcada por la tensión y por los tirones de Abascal en busca de posicionamientos más radicales en diferentes materias.

Alejandro Nolasco y Jorge Azcón, en 2024, en un pleno en las Cortes de Aragón. / LAURA TRIVES

El sueño político de cualquier partido de gobernar en solitario jamás se ha hecho realidad en Aragón. Ahora el PP tiñe de azul todo el Consejo de Gobierno, pero en una minoría que no le permite desarrollar el proyecto político que se encierra en la cabeza de Jorge Azcón. Durante un año, Vox consiguió dos sillones (Despoblación y Agricultura) y se hizo socio absoluto de los populares. Tiempos olvidados, pero marcados también por una tensión en las que las dos derechas han vivido cuando eran amigos y ahora que ya ni se hablan.
Casi nada queda de aquellos meses de convivencia de los dos partidos dentro del Ejecutivo autonómico. Se pusieron de acuerdo para lograr el primer presupuesto de la legislatura, el único hasta ahora, en 2024. También la primera rebaja de impuestos, con un descenso en Sucesiones y Donaciones. La primera medida fue el anuncio de la derogación de la Ley de Memoria Democrática, un movimiento puramente ideológico que parecía acercar las posturas de PP y Vox para allanar su convivencia en Aragón.
La inmigración fue el detonante de que la ultraderecha abandonara el Pignatelli (y todos los Gobiernos autonómicos en los que tenía presentación) en el verano de 2024. Desde entonces, y también antes, el rechazo a la llegada de menores migrantes y exigencias que rozaban el racismo son motivo de disputa constante con el PP. El Gobierno aragonés, comprometido con cumplir la ley pese a denunciar la política migratoria de Pedro Sánchez de manera constante, marcó líneas rojas a Vox que no quiere dejar de borrarlas. Ni la inmigración, ni los pilares del Estado del Bienestar como la sanidad, la educación o las políticas sociales, serán asuntos en los que el PP acabe cediendo.
El conflicto desde que ya no están junto se extiende por el medioambiente y las rebajas fiscales. El Pacto Verde Europeo está en la diana de la ultraderecha en todas las instituciones en las que logra representación. Azcón ha llegado a admitir que no le gusta y que cambiará políticas, pero el rechazo explícito que quiere Vox (que nunca ha explicado cómo quiere que sea ese rechazo) no tiene pinta de producirse. Alejandro Nolasco, líder de la ultraderecha en la comunidad, pide limpiar ríos sin permiso y luchar contra políticas climáticas. Lo primero, «la derechita valiente» que dice Azcón lo hizo a medias: Nolasco grabó un vídeo para redes sociales en tractor hace una semana, pero el paseo por los caminos del medio rural aragonés no finalizó entrando en algún río o afluente de la comunidad. El delito ecológico no fue cometido.
La rebaja fiscal es la otra gran apuesta de Vox en el último año. Azcón quiere, pero no avanza en la reforma de la fiscalidad de la comunidad, por la falta de apoyos en el Parlamento autonómico. Las medidas presentadas por Vox atraviesan todos los estratos del Gobierno autonómico y el PP ya ha advertido del impacto mayúsculo para las cuentas de la comunidad. Este mismo miércoles, Nolasco insistía en que «los chiringuitos, el IAM y las ayudas a las ONGs» serían suficiente para reducir el gasto y compensar esa masiva bajada de impuestos. Nadie lo cree en el Pignatelli.
Pese a la crisis total, en ese momento el líder de Vox en la comunidad no cerró por completo la abstención o voto a favor de la ultraderecha a los presupuestos. Ni censuró las relaciones directas que Azcón tiene con la cúpula del partido en Madrid y que presentan a Nolasco como mero ejecutor. De hecho, el portavoz parlamentario volvió a ofrecer que toda esa batería de propuestas que su partido atesora se sacasen «una a una», insistiendo en que muchas medidas se pueden aprobar fuera de los presupuestos.
Hoy, la ultraderecha no da tregua al PP y cada vez es más clara la diferencia entre los dos partidos. Desde simples mociones o proposiciones parlamentarias, hasta distancias insalvables para la Ley de Vivienda de Aragón o decretos con los que salvar subvenciones nominativas por no tener presupuestos, son motivo de disputa entre los dos partidos. La crisis del exasesor de Vox y el enfrentamiento total son la guinda de un conflicto cocinado a fuego lento desde hace más de dos años.
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