¿Qué tiene que ver Aragón con Gales y por qué Microsoft se ha fijado en Zaragoza para construir sus centros de datos?
La nación británica ha conseguido atraer importantes inversiones tecnológicas y centros de datos, como también lo ha hecho Aragón. Ambas comunidades guardan ciertas similitudes

Visita el pasado martes de un grupo de periodistas a un centro de datos en construcción en Newport, Gales. / MILES WILLIS

«Suelo disponible, energía y buena gente». Esas son las claves, según indica el alcalde de Newport, Gales, que han hecho que las multinacionales tecnológicas se fijen en este rincón del mundo para fijar sus inversiones en forma de centros de datos, que no son sino el motor físico que permite alimentar la Inteligencia Artificial. Con los mismos ingredientes –suelo energía y buena gente, valga la falta de modestia– cuenta Aragón y quizá por eso empresas como Amazon, Microsoft y otras tantas hayan anunciado su desembarco en la comunidad. Pero hay otros muchos factores y algunos se pueden responder a cientos de kilómetros de la frontera aragonesa.
Es 21 de octubre. En Gales es un día triste porque se rememora la tragedia de Aberfan, una catástrofe que acabó con la vida de 144 personas –la gran mayoría niños– tras el colapso de la escombrera de una mina de carbón que se desplomó sobre un pueblo. Aquellos hechos siguen constituyendo una herida en el imaginario colectivo del pueblo galés y trajeron consigo una de las primeras crisis del reinado de Isabel II. La monarca tardó ocho días en visitar la zona afectada lo que fue entendido por la gente como un gesto de indiferencia y frialdad. La reina Isabel siempre se arrepintió de aquello y la catástrofe cambió las formas y los paradigmas de la Casa Real Británica a la hora de relacionarse con el pueblo llano. Un cambio trascendental pero que siquiera se acerca a la revolución tecnológica en la que vive inmersa la sociedad y que no podría estar teniendo lugar sin esas misteriosas infraestructuras que son los centros de datos. Esas que ya plagan Gales y que van a plagar Aragón.

El puente Príncipe de Gales cuenta con más de 5 kilómetros de longitud y cruza desde Inglaterra hacia Gales por encima del río Severn. / SERVICIO ESPECIAL
Pero este 21 de octubre pasan más cosas en Gales, una tierra en la que «nunca pasa nada», según comenta un colega inglés, y aunque la rivalidad entre ambos países británicos quita cierta credibilidad a su afirmación, es una frase que bien podría responder un madrileño cuando le preguntan qué pasa en Aragón. En eso tenemos que ver con ellos. Este día Microsoft ha organizado una visita para medios a un centro de datos que está construyendo en Newport, una ciudad, como todas las ciudades galesas, aquejada por los procesos de desindustrialización. Las minas de carbón y las factorías acereras daban de comer a miles de familias que, con el cambio de era, se quedaron sin sustento, algo que bien pueden entender en ciertas zonas de Teruel. Y son estas y otras similitudes las que pueden ayudar a entender a los aragoneses eso, ¿por qué Microsoft nos ha elegido? Aunque más allá del chascarrillo, la disponibilidad de energías verdes la razón que más pesa.
El objetivo de la compañía con este viaje es hacer un ejercicio de transparencia, esos que las grandes tecnológicas no siempre acostumbran, mostrar que sus proyectos no son el acabose y que los centros de datos no son instalaciones en las que se fabrica el mal. Los jefazos de la compañía que fundó Bill Gates quieren demostrar, además, que estas inversiones son una oportunidad para las regiones en las que se asientan, una posibilidad de empleo para sus gentes y un camino hacia la reindustrialización. Los periodistas invitados son europeos –entre los cuales está EL PERIÓDICO DE ARAGÓN– y provienen todos de zonas en las que Microsoft va a construir centros de datos. Quieren persuadir de los beneficios que llegarán junto con sus inversiones.
Sostenibilidad
Para ello, a lo largo de la jornada ponen mucho énfasis en tres cuestiones. Primero en que los centros de datos no son un capricho, son una necesidad para sostener el entorno digital en el que vive inmersa la sociedad, por lo que son la respuesta a una creciente demanda. Segundo, en que crean y generan empleo de calidad. Y tercero, y sobre todo, en la sostenibilidad de los proyectos de Microsoft. Aseguran que se abastecen ya al 100% de energía renovable y que a partir de ahora no van a consumir agua en sus centros de datos para refrigerar los procesadores, algo que en Gales, donde llueve casi a diario, quizá no importe. Pero en Aragón es sustancial. Insisten una y otra vez y aseguran que en 2030 serán carbon negative, es decir, que eliminarán de la atmósfera más CO2 del que consumirán. Para entonces también su consumo de agua no tendrá impacto alguno en las reservas de este recurso y ya este año prometen proteger más tierra de la que usan. Todo lo que cuentan suena bien, incluso demasiado woke si se tiene en cuenta que Microsoft, como el resto de big tech, han mostrado cierta connivencia con Donald Trump.
Para tratar de convencer a los visitantes, los directivos de Microsoft cuentan con la presencia y con el discurso de Dimitri Batrouni, alcalde de Newport, ciudad en la que se construye este centro de datos que, según cuentan, dará empleo a unas 200 personas. Por el momento, el impacto en la economía de la zona es evidente.

El paisaje de los alrededores de Newport está dominado por los pastos verdes y las torres de alta tensión. / SERVICIO ESPECIAL
En el sitio trabajan más de 600 personas para levantar la nave que alojará los procesadores. Alrededor de la obra hay montada una ciudad de quita y pon dedicada a alojar las oficinas, los comedores, los vestuarios y los almacenes para los operarios. La gente está allí. Los periodistas los ven. Es imposible contarlos para comprobar si la cifra es real, pero parece factible. No mienten. Eso sí, a pesar de todo, muchos de los vecinos de la zona desconocen qué es ese lugar.
«¿Dónde vamos?», pregunta el conductor del autobús que desplaza a los periodistas desde el hotel. «Eso antes era una fábrica de radiadores, ahí trabajaba mi padre», dice sorprendido cuando conoce el destino. Y esa es una de las claves en las que el alcalde se apoya para defender los proyectos de grandes tecnológicas que están llegando a la zona. «La llegada de estas inversiones son una muy buena noticia para Newport. Es fantástico para una ciudad construida sobre un pasado industrial. La gente aquí ha sufrido mucho y ha sido muy escéptica todo este tiempo cuando hablábamos de reindustrialización, pero esta sí que es la nueva era industrial, es nuestra esperanza», afirma Batrouni en un discurso que bien podrían firmar Jorge Azcón o Natalia Chueca.
Planta de semiconductores
Batrouni, preguntado por una periodista alemana, reconoce eso sí que el número de empleos que ofrecían antes en la zona el acero o el carbón no va a alcanzarse en esta nueva revolución industrial. Pero, comenta, los centros de datos facilitan «la nueva economía digital». «Hay gente que ahora se hace millonario a los 20 años gracias a las redes sociales y eso sería imposible sin esto», dice en referencia a la nave que se está construyendo en Newport. Lo que no dice es que ese veinteañero ricachón no tiene por qué vivir en Gales ni haber pisado nunca esta tierra verde.
Lo que sí tienen en común Zaragoza y Newport es el problema de la vivienda. Allí hacen falta «miles y miles» de nuevos hogares, asegura el alcalde. En los últimos cuatro años la población ha aumentado un 5% y todo gracias a la llegada de las grandes tecnológicas, asegura Batrouni. Pero claro, en Newport no solo van a tener un centro de datos. Tienen ya varios funcionando instalados por Vantage, una empresa que también ha puesto sus ojos en Aragón. Además, Microsoft tiene allí una planta de ensamblaje de semiconductores que ya da trabajo a cientos de personas. Y según explica el alcalde, fueron las tecnológicas las que llamaron a su puerta y no al revés y asegura que no les han ofrecido ventajas fiscales para convencerlas.

El paisaje de las áreas metropolitanas y rurales de Gales está dominado por viviendas adosadas, tan típicas del urbanismo británico. / SERVICIO ESPECIAL
Gales, a diferencia de Aragón, es verde. Mirar por la ventana del autobús parece asomarse al icónico fondo de pantalla de Windows XP. Por lo demás, son tierras que comparten designios. Una coincidencia más: allí, en Gales, Carlos se formó durante seis meses en la Universidad de Aberystwyth, justo antes de ser investido como príncipe a los 20 años en una ceremonia en la que sorprendió a todos hablando en galés. El actual rey de España, Felipe VI, también pasó un tiempo en Aragón durante su proceso de formación militar. Eso sí, no aprendió aragonés. Y ya no le hará falta porque ahora le puede traducir Chat GPT gracias a los procesadores instalados en los centros de datos.
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