Aragón pierde empleadas de hogar poco a poco: hay 1.700 menos que hace un año
La comunidad se enfrenta a una realidad que refleja el claro envejecimiento del sector y la falta de relevo generacional. Cuatro de cada diez trabajadoras se podrían jubilar durante la próxima década

Una empleada de hogar realiza labores de limpieza en una casa. / L.O.
Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejan que Aragón ha perdido 1.700 empleadas del hogar en apenas un año. En el tercer trimestre de 2024, 15.400 personas declaraban trabajar en este ámbito, pero en septiembre de 2025 la cifra descendió a 13.700, caída que confirma la pérdida constante de efectivos que se registra desde hace tiempo. Solo entre el segundo y el tercer trimestre de este año, la comunidad ha perdido un centenar de trabajadoras.
El panorama nacional tampoco es optimista: cuatro de cada diez empleadas del hogar alcanzarán la edad de jubilación en la próxima década. La mayoría supera ya los 55 años y muchas continúan trabajando pese al deterioro físico acumulado tras años de esfuerzo, empujadas por la necesidad de mantener un ingreso estable o por las bajas pensiones que perciben.
Esta situación responde al envejecimiento del colectivo. La generación del ‘baby boom’, nacida entre finales de los años 50 y 70, empieza a retirarse del mercado laboral. "Estas personas están cansadas y se jubilan en cuanto alcanzan los 15 años cotizados. Muchas trabajadoras del hogar empiezan a informarse sobre cómo les quedaría la pensión, porque la salud, tanto física como psíquica, se resiente tras años de trabajo, aunque no siempre sean jornadas completas", explica Natividad Cyres, secretaria de Comunicación de CC. OO. del Hábitat Aragón.
Cada vez son más las trabajadoras que acuden al sindicato para resolver dudas sobre su jubilación. "Están agotadas psicológica y físicamente, sobre todo a nivel musculoesquelético. Antes venían por otros motivos, como revisar el tipo de contrato, pero ahora el foco está en las jubilaciones", añade.
En Zaragoza hay actualmente unas 7.693 trabajadoras del hogar dadas de alta, aunque el sindicato reconoce que no todas están regularizadas. "No hay mucha diferencia entre las que están contratadas y las que no. Las internas, en muchos casos, no figuran dadas de alta y vienen a preguntar cómo deben hacer la contratación. Es un sector bastante deteriorado", apunta Cyres.
A nivel estatal, la reducción del número de empleadas dadas de alta en la Seguridad Social también es evidente. En los últimos diez años, el registro ha caído en 85.600 trabajadoras, hasta situarse en 347.305. Una disminución que refleja el retroceso de un sector esencial del sistema de cuidados.
Malas condiciones laborales, salarios bajos y escasa protección social hacen que las jóvenes no vean un futuro posible. La actividad recae sobre todo en extranjeras, que representan seis de cada diez trabajadoras y que, en muchos casos, se encuentran en situación de vulnerabilidad o sin contrato.
"En Aragón, las trabajadoras del hogar, en cuanto pueden, cambian de sector", explica Cyres. "Se van a empresas de limpieza o a la industria. Las internas, además, no siempre tienen los descansos que les corresponden ni se les paga la totalidad de las horas de presencia; en muchos casos solo perciben el salario mínimo", añade.
A pesar de ello, la representante sindical destaca la evolución del colectivo: "Se está fortaleciendo. Las trabajadoras están más informadas, tienen más conocimientos y reivindican mucho más. Cuidan de nuestros mayores y realizan un trabajo muy duro, que provoca un deterioro psicológico importante. Se nota que ahora conocen mejor sus derechos y están más empoderadas".
"Entre las trabajadoras dedicadas a la limpieza se nota mucho. Entre las cuidadoras de ancianos y niños, el relevo es algo más estable, con mujeres más jóvenes. Pero, en general, el sector envejece y no se renueva", añade Cyres.
Retos pendientes
La reforma laboral de 2022 permitió por primera vez que las empleadas del hogar tuvieran acceso al desempleo, un avance que ha beneficiado ya a más de 80.000 trabajadoras. También se eliminaron figuras discriminatorias como el desistimiento, que permitía al empleador extinguir el contrato sin alegar causa.
"Esa reforma fue un punto de inflexión. Les ha dado vida", reconoce Cyres. Las trabajadoras están más tranquilas y preguntan cuánto paro les corresponde: "Les ha aportado mayor seguridad, y eso se ha notado".
Sin embargo, los problemas estructurales siguen ahí: economía sumergida, escasa inspección y desigualdad. "Los abusos más frecuentes siguen siendo los descansos que no se respetan y las horas que no se pagan. También persiste cierto clasismo, un trato desigual que acaba afectando psicológicamente", añade.
Desde CC. OO. advierten de que el relevo generacional será insuficiente y puede generar un vacío importante en un sector esencial. "Muchas trabajadoras se jubilarán pronto, y eso puede generar un problema de relevo. La gente nueva preferirá trabajar en una empresa con convenio y compañeros, mientras que la trabajadora del hogar sigue estando sola", concluye Cyres.
"Se dejan la salud"
Carolina García, presidenta de la Asociación de Trabajadoras del Hogar y Cuidados de Zaragoza, reconoce que, pese a las mejoras logradas en los últimos años, el colectivo sigue en una situación de precariedad que impide pensar en la jubilación. "Es muy difícil", afirma.
"Conocemos a pocas personas que lo hayan podido hacer ya". En el caso de las trabajadoras extranjeras, cuando ya no pueden seguir con su labor habitual, en muchas ocasiones regresan a sus países: "No les sirve de mucho haberse dejado la salud trabajando", lamenta.
García destaca la vulneración de derechos que persiste: "Por fin estamos avanzando, pero cuesta hacerlos valer. Muchas personas no son conscientes de que lo que realizamos es un trabajo".
"Hay horas que no se pagan y mujeres que a veces no tienen papeles por la ley de extranjería y soportan condiciones peores. No se reconocen los descansos, los salarios son mínimos y prácticamente pasan la vida encerradas, como si no tuvieran derecho a una vida social. Son situaciones que venimos denunciando", lamenta.
El sector, explica, está envejecido tanto entre las trabajadoras nacionales como entre las inmigrantes: "Hay mujeres que llegaron jóvenes a España y otras que vinieron ya con cierta edad. Si llegas con 40 años, el problema es cuándo vas a cotizar. Primero está la regularización, luego pasan años hasta que te dan de alta, y muchas veces las jornadas no son completas. Son mujeres que no tienen lo suficiente cotizado para acceder a una pensión digna. Viven en precariedad y los salarios no son elevados".
Las consecuencias también se reflejan en la salud. "Prácticamente vemos problemas de depresión, enfermedades físicas, dolores por las posturas…", señala. "Estamos intentando organizar talleres para cuidar la salud de las trabajadoras, porque este trabajo tiene consecuencias tanto mentales como físicas", dice.
Respecto a la reforma laboral de 2022, reconoce avances, aunque con limitaciones. "Algunas se han beneficiado, pero no tiene carácter retroactivo. Muchas no han podido", lamenta. Eso sí, en Madrid y en el País Vasco se han publicado sentencias favorables que reconocen los años de trabajo anteriores: "Han tenido que recurrir a la justicia. Sigue siendo una discriminación, tanto por ser mujeres como por el trabajo que realizamos".
También advierte la falta de relevo. "Las jóvenes que llegan se ven obligadas a trabajar en el empleo del hogar porque no tienen otra opción. Si no logran regularizar su situación, resulta difícil acceder a otros empleos. Muchas acaban en economía sumergida. Y eso que, en sus países, poseen una formación que aquí no se reconoce”, concluye.
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