Despedida al edificio de Correos del Portillo: "Si lo que viene después es una chapuza no me parece bien el derribo"
El edificio brutalista que nació al lado de las vías del tren para facilitar los repartos será derribado para dejar espacio a una nueva zona verde

Un grupo de trabajadores en las tareas de desalojo del edificio de Correos en el barrio del Portillo de Zaragoza. / El Periódico de Aragón

"Si lo que viene después lo hacen bien, estaré encantada: ahora, si lo que sale es una chapuza, no estoy a favor del derribo". Así se manifiesta una vecina del barrio del Portillo de Zaragoza ante la mole brutalista que hasta ahora acogía una de las centrales de Correos de la capital aragonesa. Condenado a ser derribado, este viernes los trabajadores viven su última jornada de trabajo en su interior.
"Paso por aquí todos los días, y durante el trabajo he venido aquí mucho, pero ahora se ve todo abandonado, de hecho, vengo de tomar un café del CaixaForum y las vistas desde arriba son impresionantes, espero que puedan mejorar la zona y que todo gane", incide Milagros. Para ella, no hace falta apostar por la nostalgia. El edificio le ha parecido "bien toda la vida", a pesar de las críticas que ha levantado. Sin embargo, ante la posibilidad de un cambio, ya lo ve "con otros ojos".
El último día en la vida útil de la sucursal está siendo extraño para los empleados. Siguen con la atención en la ventanilla mientras los camiones de mudanza han tomado la playa trasera y conviven con las furgonetas amarillas. Los viejos buzones almacenados en un lateral se cubren de polvo y malas hierbas mientras salen sillas, escritorios y cajas con documentación. A partir del lunes 3 de noviembre la atención a los vecinos ya se hará en el número 100 de Vía Hispanidad.
El hormigón y el acero serán historia tras 52 años vigilando el barrio de las Delicias junto a las vías del tren. El edificio fue diseñado en 1973 por el arquitecto José Luis González y desde las asociaciones en defensa del patrimonio han lamentado que desaparezca de la escena urbana por ser un exponente de calidad y bien conservado del brutalismo arquitectónico, un estilo reivindicado en los últimos años que no ha tenido especial suerte en la capital aragonesa. Las obras del futuro parque empezarán en diciembre y Zaragoza Alta Velocidad invertirá más de 30 millones de euros para cambiar la cara del distrito.

Buzones abandonados en la oficina de Correos de El Portillo, en Zaragoza. / El Periódico de Aragón
Desde Correos también asumen que la vida útil de la sede ha llegado a su fin, igual que ha sucedido con la sucursal que existía en Madrid en la estación de Chamartín. Los nuevos servicios de reparto no requieren cercanía con las vías y además desde hace años el interior está infrautilizado. A pleno rendimiento solo se encuentra la primera de las plantas. En el resto, es evidente el abandono de gran parte de su superficie en las persianas desencajadas.
En este momento el edificio acoge una oficina de atención al público, una unidad de reparto y otra de paquetería, que ahora se van a repartir por otras dependencias de Correos en Zaragoza, según los planes de la empresa. Este proceso afecta a 137 trabajadores: 90 que ahora trabajan en el Portillo y otros 47 de otras unidades que también van a ser desplazadas por la reorganización. La unidad de paquetería del Portillo se va a trasladar al Centro Automatizado (CTA), en San Juan de Mozarrifar, mientras que la unidad de reparto a pie se va a distribuir entre otras tres oficinas de la ciudad. Además, trabajadores de la unidad de reparto de Los Enlaces se van a trasladar al Actur.
Reorganización
En las viviendas de la zona ya se ha realizado un reparto de carteles para informar de las novedades. El código postal 50004 ahora será atendido en el paseo de la Independencia. El 50010 en las de la plaza Europa y las cartas y envíos del 50017 en Los Enlaces. El cierre llega a pocos días del comienzo de campañas tan exigentes como el Black Friday o la Navidad, que serán toda una prueba de esfuerzo para ver si la reorganización ofrece "más efectividad", como alegan desde la empresa.
"Creo que el nuevo parque puede convivir con el edificio, aquí al lado hay mucho sitio, llevo aquí 15 años y siempre me ha dado buen servicio", indica la rumana Mónica Cólar. "Siempre tengo que mandar muchas cosas a mi familia y no sabía de su cierre, es una lástima porque está muy cerca de donde vivo", asegura.
Los sindicatos profesionales también se han mostrado críticos con el cierre. Desde CCOO, el mayoritario, aseguran que desviar el trabajo a San Juan de Mozarrifar "ralentizará y aumentará los tiempos de entrega" por encontrarse a más 15 kilómetros del centro de Zaragoza. Por parte de CSIF también han expresado su descontento a lo largo de los últimos días al renunciar a una sucursal clave en una de las zonas más pobladas de la ciudad.
"Vivo en la calle Burgos y estoy haciendo un recado para mi hija, no sabía que hoy era el último día", asegura otra vecina jubilada Mariángeles. Tampoco se deja llevar por la nostalgia, aunque lamenta perder la cercanía del servicio. "Estoy acostumbrada a ver el edificio, pero no he pensado mucho en él, igual el bario gana con un parque aquí", explica.
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