Especial 23A

Una ciudad que existe... y crece

La capital turolense vive fechas cruciales para un futuro en el que el turismo y la investigación deben acompañar las posibilidades que ofrece el crecimiento del aeropuerto

Teruel debe orientar sus inversiones a arraigar población.

Teruel debe orientar sus inversiones a arraigar población. / El Periódico

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Teruel existe... y crece. A la decididísima apuesta por convertir el aeropuerto en el epicentro de la economía y la formación para la población turolense deben sumarse una serie de retos a los que hacer frente, con el fin de consolidar la ciudad con vistas a los próximos lustros. Así, además de la aeronáutica, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la ciudad es el de lograr cubrir los nichos de empleo que se vayan generando. Sin ir más lejos, en el propio aeródromo, con empresas como Tarmac que poco a poco van consolidando su posición.

El turismo, por otro lado, es otra de las raíces de las que la capital turolense deberá nutrirse. En ese sentido, la fascinación por los dinosaurios y la paleontología se antojan claves. Una apuesta que no deja de crecer, como demuestran las inversiones del Plan Director de Dinópolis, que ascienden a 24 millones de euros destinados a la ampliación y mejora de las instalaciones actuales, así como la incorporación de nuevos contenidos, entre los que resalta, por ejemplo, el edificio temático Mar Jurásico.

Una serie de actuaciones que se ven reforzadas con las cifras de visitantes que el parque y sus siete sedes tuvieron en la pasada temporada, atrayendo a más de 160.000 personas durante el 2022, de las que más de 127.000 respondían a la sucursal de Teruel. Un tipo de turismo que, en gran medida, es familiar y termina repercutiendo en la economía de la ciudad, que ve abarrotadas sus calles tanto los fines de semana como los meses de verano.

El futuro, en cualquier caso, no debe olvidarse de la investigación e innovación. Ahí, el Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (CEFCA) jugará un papel primordial en los próximos años. Desde Javalambre a Arcos de Sierra, pasando por la propia capital, el desarrollo y la aplicación de los datos científicos obtenidos desde las instalaciones del centro deben ser la estela a seguir para el desarrollo tecnológico que propicien.

Adaptarse a las necesidades

Y, como todo desarrollo, el crecimiento que este conlleva hace que la ciudad deba adaptarse a sus necesidades. En esa línea, el gran desafío de Teruel, capital de una zona eminentemente despoblada, será el de mantener su población actual, que ronda los 35.000 habitantes. Para ello, las inversiones en formación deben ir destinadas a arraigar territorio. En esta línea, por ejemplo, se va a impulsar una titulación universitaria en el ámbito aeronáutico, que se unirá al Grado Superior de Mantenimiento Aeromecánico que imparte el IES Segundo de Chomón. O, saliendo del enorme foco que supone los avances del aeropuerto, la potenciación de grados universitarios ya existentes como Psicología o Bellas Artes deberá servir para que sus estudiantes conozcan de primera mano todo lo que una ciudad como Teruel puede ofrecerles.

Pero, para cumplir con todos los puntos anteriores, las mejoras en movilidad, vivienda y servicios (el hospital es un buen ejemplo) deberán ser afrontadas desde la conciencia y la decisión, para poder lograr, en definitiva, que la capital turolense sea el faro que ilumine al resto de la provincia. Teruel siempre existirá. El cómo, eso sí, dependerá del ahora.