Especial 23A

Objetivo: taponar la hemorragia demográfica

Desde 2016, la curva descendente se ha frenado. Aragón gana población, de forma tímida y es pronto para ser triunfalista

Niño jugando en una plaza.

Niño jugando en una plaza. / ANDREEA VORNICU

Zaragoza

Es sábado por la tarde y el trasiego de personas que pasea por el entorno de la calle Mayor de Benasque es constante. Un grupo de niños juega en el parque infantil; los bares de tapeo están a rebosar y por las arterias de la capital de la comarca de Ribargorza circula la vida, de forma tranquila y despreocupada

La trabajadora de un restaurante va de la barra a la terraza sin parar con un surtido de tapas en la bandeja. "He nacido en Benasque, viviré siempre en Benasque pero, por desgracia, si tengo que hacerme una radiografía, tengo que coger el coche, atravesar el Congosto de Ventamillo y visitarme en el Hospital de Barbastro", se lamenta en un mini descanso de segundos. 

Habría que recordar que hasta el centro sanitario de Barbastro hay 88 kilómetros de asfalto, 1 hora 25 minutos de carretera de circulación intensa para hacerse una radiografía o visitar al especialista.

Es la paradoja de un municipio que, como Benasque, tiene un enorme potencial turístico, que multiplica su población flotante en la temporada del esquí y en verano y que, sin embargo, mantiene un sorprendente déficit de asistencia sanitaria.

Ante esta crítica, el comisionado para la lucha contra la despoblación, Javier Allué, es contundente: "Hoy por hoy, no pueden estar todos los servicios en todos los lugares. Lo realmente importante es que se resuelva la prestación del servicio facilitando la accesibilidad al mismo. Es verdad que no es comparable a que ese servicio se preste en su casa, pero eso es imposible".

La Directriz de Política Demográfica y contra la Despoblación, aprobada en 2016 por el Gobierno de Aragón, marca la hoja de ruta en las políticas demográficas para intentar taponar la sangría poblacional de las últimas décadas. Siete años después de la aprobación de la citada directriz, hay síntomas de que la curva descendente se ha estabilizado, aunque todavía es prematuro lanzar mensajes excesivamente triunfalistas. 

La comunidad se ha caracterizado desde mediados del siglo XX por su acusada dispersión geográfica y por el pequeño tamaño de la mayoría de sus 731 municipios. Un 11% de la población aragonesa vive en municipios de menos de mil habitantes y el 70% lo hace en poblaciones de más de diez mil habitantes. En Zaragoza, vive más de la mitad de la población. Detrás de las tres capitales, se sitúan Calatayud, Utebo, Monzón y Barbastro.

Esta desigual distribución de la población en el territorio, además de encarecer la prestación de los servicios básicos, como la Sanidad y la Educación, ha hecho inviables muchas de las políticas públicas impulsadas en las últimas décadas. Han tenido el mismo efecto que un grano de arena en la inmensidad del desierto demográfico. 

Sobreenvejecimiento

La crisis económica de 2008 frenó el incremento poblacional que años antes había propiciado la masiva llegada de inmigrantes. Desde 2016, ha habido una subida de 17.752 habitantes en la comunidad y el último censo refleja un aumento de 54 personas hasta alcanzar un total de 1.326.315 habitantes. Desde el Comisionado para la Lucha contra la Despoblación se considera que en los últimos años se está logrando frenar la hemorragia, una visión que algunos pueden tachar de excesivamente optimista o ajustada a las cifras que arroja el actual padrón, según de donde proceda la valoración. 

El Gobierno de Aragón ha promovido en esta legislatura una ley, que se aprobó en el último pleno de las Cortes autonómicas, en la que tiene depositadas todas sus esperanzas y con la que confía en frenar definitivamente el éxodo poblacional y asentar un desarrollo territorial equilibrado. Se trata de la Ley de Dinamización del Medio Rural de Aragón. Con esta ley, que contempla pro primera vez exenciones fiscales para los habitantes del entorno rural, se trata de dar la vuelta a las previsiones oficiales más pesimistas. 

Por ejemplo, la proyección del Instituto Nacional de Estadística augura que la población aragonesa en 2030 ascenderá a 1,2 millones de personas, 65.000 habitantes menos que en la actualidad. La proyección de Eurostat para los próximos siete años es más pesimista: Aragón perderá más de 100.000 habitantes. De la aplicación de la nueva Ley de Dinamización del Medio Rural de Aragón va a depender en buena medida si se cumplen o no los negros augurios estadísticos. 

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