La fachada de un edificio situado en la antigua judería de Huesca, de la que se creía que pertenecía a la sinagoga Menor de la ciudad, ha sido derruida en unas obras de renovación del interior del inmueble que se llevan a cabo desde el comienzo de esta semana. La pared estaba en pie desde finales del siglo XV y las obras responden a la construcción de una vivienda de uso particular con labores de rehabilitación.

La obra en la noche del lunes, cuando solo se había derruido el cuarto superior. | SERVICIO ESPECIAL

Ante la atónita mirada de vecinos, historiadores y arquitectos, la fachada fue tirada abajo, según aseguró a este diario uno de los viandantes que preguntó a los operarios, «para que la excavadora pudiera acceder al patio interior». Sin embargo, desde el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón apuntan que en febrero de 2020 se planteó un proyecto de edificación que fue aprobado por la Comisión Provincial de Patrimonio «con la especificación de realizar una restauración fidedigna de las fábricas de la fachada a la calle, respetando los materiales y rejuntados originales». No obstante, en el proyecto de obra «se incluía la conservación de la fachada», explican.

El Ayuntamiento de Huesca, por su parte, señala que no tienen responsabilidad alguna sobre la reforma porque de ello se encarga la comisión antes citada.

No es un Bien de Interés Cultural

Para dilucidar si el edificio era o no una sinagoga, el consistorio oscense pidió protección como Bien de Interés Cultural en 2017, medida que finalmente se denegó a la vista del informe técnico que concluyó que en el edificio se había llevado a cabo una profunda alteración que, entre otras cosas, había provocado la desaparición de la posible primitiva compartimentación del edificio original. Además, dicho informe establecía también que no existían restos que pudieran ser vinculados a la existencia en dicho solar de una sinagoga.

En este sentido, según afirman fuentes conocedoras del urbanismo oscense, adquirir en propiedad este inmueble conllevaba la obligación de realizar labores de mantenimiento y conservación, algo que abarataba el coste de la compra. Para acometer la reforma es necesario contar con varios condicionantes, uno de ellos la contratación de un arqueólogo que valorase los hallazgos si los hubiere. Desde la consejería competente confirman este hecho, ya que una vez conocido el informe negativo, la Comisión Provincial de Patrimonio estableció que «en el caso de que se hiciera cualquier intervención en el edificio sería preciso realizar una prospección arqueológica».

El inmueble, que se sitúa entre el Coso alto y la Avenida del Parque de la capital oscense, se divide en varios compartimentos, por lo que cuenta con dos portales en la calle San Jorge, los números 25 y 27. El primero fue adquirido por la Universidad de Zaragoza, que había proyectado levantar un centro de interpretación de la judería de Huesca, aunque tras echarse atrás lo vendió a un matrimonio para uso particular. El segundo portal pertenece a los dueños del bar contiguo.

Los expertos oscenses también lamentan el procedimiento. «No se puede afirmar que sea la sinagoga, pero sí que era el edificio más antiguo de Huesca. Ya solo por eso habría que haberlo conservado», señala Carmen Buisán, historiadora del arte. «El número de ventanas corresponde con la de una casa judía. Si la han tirado, se deben hacer excavaciones y que se rehabilite la fachada exterior igual que estaba», manifiesta Buisán.