Puntuales fueron los miembros de la cofradía de La Entrada de Jesús en Jerusalén, que tradicionalmente se encarga de abrir la Semana Santa de Zaragoza con la también típica procesión del Domingo de Ramos. Las palmas y los tallos de olivo estuvieron muy presentes en una marcha que ha congregado, solo en el momento de su salida, a miles de personas entorno a la plaza del Justicia.

Fue pasadas las 12.00 horas cuando comenzaron a sonar las carracas al tiempo que salían los cofrades de la iglesia de San Cayetano. La expectación fue máxima puesto que, por la puerta del templo, iba a salir el primer paso después de dos años sin Semana Santa. Los niños, además, fueron también protagonistas.

El sonido de las cornetas y el fuerte retumbar de los tambores anunciaron, finalmente, la salida del paso, que fueron recibidos con aplausos una vez concluidos los instrumentos y justo antes de ponerse a procesionar. "Se me ponen los pelos de punta. Me gusta la Semana Santa pero no soy muy devota, y no imaginaba yo que me fuera a emocionar. Pero claro, después de tanto tiempo, con la plaza llena, y el sonido de los bombos... Es emocionante", decía una mujer, Ángela Mateo, mientras se ponía de puntillas para tratar de ver mejor lo que ocurría frente a la iglesia.

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Las palmas reciben a Jesús en su entrada a Jerusalén este Domingo de Ramos en Zaragoza Jaime Galindo

Desde la plaza del Justicia, los cofrades y sus palmas accedieron a Manifestación y después subieron por calle Alfonso hasta el Coso. El recorrido previsto después es plaza España, Coso, San Vicente de Paúl (donde se celebra un acto In Memóriam), plaza San Bruno (predicación), plaza de la Seo, plaza del Pilar, Alfonso I, Manifestación y plaza del Justicia, finalizando de nuevo en la iglesia de San Cayetano sobre las 15.30.

En la calle San Vicente de Paul 13-15, a la altura del antiguo colegio El Pilar Maristas (actual sede de la DGA de Agricultura) también tiene lugar uno de los momentos más emotivos con un recuerdo a los fallecidos y toda la sección de instrumentos tocando “La Calandina” mirando hacia el antiguo colegio en filas de 10. Posteriormente tiene lugar la predicación en la Plaza de San Bruno sobre las 14.30. Allí se realiza un toque conjunto entre carracas, tambores, timbales y bombos.

Luego llegó la tarde y con ella una de las procesiones más esperadas por los zaragozanos. De hecho no hubo ni un momento en el que en el discurrir por las calles de la ciudad sobrara sitio. Fue La Humildad con su paso de misterio del Señor de la Humildad y el palio de la Virgen del Dulce Nombre, ambos portados por jóvenes cuadrillas de costaleros.

Volvio a brillar uno de los momentos preferidos, la petalá en la calle Doctor Palomar con el Coso de camino a la catedral de La Seo donde esperaba el arzobispo de Zaragoza y pregonero, Carlos Escribano, quién dio al llamador e hizo moverse los dos pasos en una mezcla de rezo y deleite de una plaza en la que no cabía nadie más.

La Virgen del Dulce Nombre ante sus costaleros. L. M. G.

Las órdenes de los dos capataces Antonio Navas y Emilio Lerin hizo que pareciera que los miles de kilos que portan sobre sus costales no pesará nada y eso que el palio estrenaba dos nuevos candelabros de cola y el de misterio unas cartelas.

Otra de las procesiones que brilló fue la del traslado del Ecce Homo, que está de aniversario. 75 años como cofradía penitencial no se celebran todos los días e hicieron una salida desde San Cayetano con su primer titular, el que tallara Tomás Llovet para el desaparecido paso del balcón de Pilatos con el que fueron a la iglesia de San Felipe, donde descansa todo el año el Ecce Homo, una de las joyas de la Semana Santa de Zaragoza por su antigüedad y estilo flamenco. De allí fueron a su sede, la iglesia de Altabás, en el barrio del Arrabal. Dejaron una de las estampas más zaragozanas, el cruce por el puente de Piedra con el Pilar al fondo. Un marco incomparable para un Domingo de Ramos en el que hicieron vía crucis La Coronación, La Crucifixión, La Humillación, El Prendimiento, El Silencio y Los Nazarenos.

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