Sale a luz la mayor obsesión de Putin (y no tiene que ver con la guerra)
Se trata de un alimento que cualquiera puede tener en casa

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La vida personal de Vladímir Putin siempre ha estado envuelta por cierto hermetismo. Y quizá tenga que ver el hecho de que sea uno de los hombres más poderosos y ricos del mundo, o su pasado como agente del KGB. Pero si una curiosidad sobre el presidente de Rusia que es de dominio público es su pasión por la gastronomía. Y particularmente por un postre.
De hecho, buceando en la red se pueden encontrar varios vídeos del mandatario comiendo este alimento o incluso obsequiando a dirigentes de otros países con el mismo. Pero lejos de ser simplemente un acto de cortesía, se sabe que esta comida es la principal debilidad del presidente a puerta cerrada.

Vladímin Putin, durante una reunión en San Petersburgo. / SPUTNIK
Su abuelo era cocinero
En un documental de 2018, Putin desveló que su relación con la gastronomía guarda importantes antecedentes en su familia. Según el presidente de Rusia, su abuelo Spiridon Putin llegó a ser cocinero de Lenin y Stalin, y siguió cocinando para las élites soviéticas hasta poco antes de su muerte, en 1965 con 86 años. Que trabajó entre fogones sí está demostrado, pero que lo hiciera para estos dos dirigentes ya es otro cantar.
En el libro 'Rusia desde la cocina', que explica cómo Rusia hizo de la comida una herramienta de propaganda, el escritor polaco el escritor polaco Witold Szablowski relata que la historia de Spiridon Putin es una mera invención. Posiblemente empleada por el exagente de la KGB para hacer campaña electoral.
Putin sirvió a Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia
En ese mismo libro Szablowsk relata el día en el en el quer Putin sirvió al presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko. El menú estuvo se compuso de entrantes como ensalada de calabaza con tomate y queso, filete de calamar con puré de zanahoria, sopa de guisantes y salmonete con alcachofas y quinoa.
Como plato principal, el presidente ruso escogió un filete de ternera blanca con puerro asado y, de postre, sorbete de mandarina y tarta de fresas. Un despliegue gastronómico que en muchas ocasiones es simple apariencia, pues Szablowski también cuenta que los presidentes comen otra comida una vez que los encuentros oficiales han concluido.

Helado casero de fresa.
Su verdadera obsesión
Pero lo que verdaderamente representa una obsesión para Vladímir Putin es un alimento que cualquiera puede tener en sus casas. Concretamente en el frigorífico, y que Szablowski revela en el citado libro.
El autor tomó declaraciones al presidente de la Asociación Culinaria Nacional de Rusia, Viktor Belyaev, quien le confesó que en todos los postres que llegan a la mesa de Putin hay "al menos una bola de helado". No importa del sabor que sea. Un dato que es cuanto menos curioso. La obsesión de una de las figuras más oscuras de nuestro tiempo es el helado, una de las comidas más dulces.
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