De la noche al día. O más bien al revés. El Casademont Zaragoza pasó de ser un equipo brillante, divertido de ver, ofensivo, a sufrir un apagón general frente al San Pablo Burgos que le condenó a su primera derrota del curso. Poco puede rescatarse de ese duelo, si acaso la frescura que aportó Aleix Font cuando salió en el tercer cuarto y levantó al equipo con dos triples y una falta provocada en ataque para que el Casademont, y los casi cuatro mil que había en el Príncipe Felipe, creyeran que aún era posible. En realidad, no lo fue.

En los dos primeros partidos el Casademont fue generoso compartiendo el balón y encontró a un buen número de jugadores, con la mitad del equipo por encima de los diez puntos y también en créditos de valoración. Fueron dos victorias corales, de equipo. También lo fue la derrota frente al Burgos, puesto que ninguno de los jugadores aragoneses estuvo especialmente acertado. Tan solo Radoncic superó los diez puntos (12). Claro que era imposible que muchos de ellos lo hicieran con tan solo 54 anotados en total.

El equipo de Jaume Ponsarnau cayó en barrena, como explicó después el propio técnico, y, aunque intentó agarrarse a la defensa, no encontró la manera de que su juego fluyera en ataque. Sus porcentajes de acierto acabaron siendo muy bajos, con solo 22 canastas anotadas en juego y únicamente 6 tiros libres (dispuso de 9 en total). Con un 41,9% en tiros de dos y un 23,5% en tiros de tres es complicado superar a cualquier rival, incluso a uno que no tuvo tampoco un acierto excelso (52,6% de dos y 41,7% de tres) como fue el Burgos en el duelo del pasado sábado.

El equipo aragonés tuvo también un problema en la dirección. Por primera vez, Kenan Sipahi adelantó a Javi García en la rotación de bases. Después de dos partidos con el equipo era el momento de que el turco tomara las riendas y llevara el timón como director de juego, pero sus decisiones fueron todas equivocadas en los menos de cinco minutos que estuvo en pista. Se jugó cinco ataques prácticamente consecutivos errando los cinco lanzamientos y desordenando al equipo. Del 11-11 en el marcador se pasó al 14-19 del final del primer cuarto en 3.50 minutos de juego.

Sin él había funcionado un poco mejor, pero pronto acabó sumido en la maraña defensiva del Burgos. El Casademont no encontró a sus pívots hasta el tramo final del partido y únicamente Okoye había tenido acierto por fuera en el inicio. Nada de Mobley, nada de Waczynski, nada de nada de McLean, que terminó con -7 de valoración tras estrellarse una y otra vez contra la defensa rival.

El Casademont sabe cuál es el camino, el de los dos primeros partidos, y ahora conoce también dónde están sus errores y sus debilidades. Sobre eso, potenciando virtudes y tapando defectos, debe seguir edificando hasta construir un equipo más sólido. La temporada no ha hecho más que empezar y el equipo ya tiene dos triunfos y tiempo por delante para seguir trabajando. Ahora dispone de una semana antes de recibir al Valencia el sábado.