La pandemia ha resultado devastadora para el Casademont Zaragoza. Deportivamente está lejos de donde estaba en marzo de 2020, económicamente ha dejado de ingresar en torno a un millón de euros por jugar una temporada a puerta cerrada y, socialmente, ha perdido una parte importante de su masa, 5.400 aficionados que han dejado de ir al pabellón Príncipe Felipe. En la temporada 2019-20, con excelentes resultados deportivos, la media de entrada al recinto zaragozano fue de 9.370 aficionados en la Liga Endesa, una media inferior en la Champions League. Este año no llega a los 4.000 de media (3.963).

La comparación tiene sus matices porque el aforo en el pabellón está limitado. En los dos primeros partidos, frente al Manresa y el Burgos, a un 40% de su capacidad, es decir, a un máximo de 4.360 personas. En ninguno de los dos casos se alcanzó esa cifra, con 3.717 espectadores en el debut y 3.480 contra el Burgos. Además, la limitación de aforo impidió que el club pudiera vender entradas para esas jornadas. Sin embargo, para el encuentro ante el Valencia, disputado ya el 2 de octubre, el aforo aumentó a un 80% de la capacidad del pabellón, un máximo de 8.720 espectadores, y la entidad pudo abrir de nuevo las taquillas. La asistencia oficial fue de 4.694 personas.

Los motivos pueden ser múltiples, las dificultades económicas que ha acarreado la crisis del coronavirus, el miedo a asistir a recintos cerrados, la pérdida de costumbre, la mala temporada del equipo el curso pasado, etcétera. La cuestión es que antes del coronavirus el Casademont había conseguido volver a conectar y enganchar con la afición con unas entradas muy importantes en el Príncipe Felipe. De los doce partidos disputados ese curso, tan solo en los dos primeros la cifra de espectadores se quedó por debajo de los 9.000. Y en cuatro de ellos, superó los 10.000.

El tope llegó el 11 de enero frente al Tenerife con 10.510 espectadores después de haber albergado 10.423 frente al Baskonia, 10.195 contra el Fuenlabrada y 10.195 ante el Real Madrid. Unas cifras que hacía años que no se veían en el Príncipe Felipe tan de continuo. El número de asistentes al pabellón aumentó incluso en la Champions League, donde habitualmente acudían menos por tratarse de jornadas entre semana y, en algunos casos, partidos menos trascendentales y ante rivales menos conocidos.

Ahí la peor entrada fue contra el Besiktas con 4.811 espectadores, pero en los últimos partidos la cifra brincó por encima de los 8.000 aficionados. El último partido disputado con normalidad en el Príncipe Felipe fue el segundo duelo de los octavos de final frente al Lietkabelis. Ese día 8.500 personas se dieron cita para asistir a la clasificación del equipo de Fisac para los cuartos de final del torneo, que ya no pudieron disputarse como estaban previstos y se sustituyeron por una final a cuatro que se disputó ya en octubre.

La temporada no ha hecho más que empezar y los resultados y el juego del equipo no están acompañando pero al Casademont Zaragoza le queda mucho camino para recuperar la normalidad prepandémica. Ahora mismo tiene 5.400 espectadores menos que hace 20 meses.