Jaume Ponsarnau cambió su discurso habitual para ponerse serio, hacer autocrítica y explicar que está cambiando cosas en el equipo para hacerlo más competitivo y que no se repitan los errores vistos hasta ahora, sobre todo el que a su juicio es el más grave, bajar los brazos. El entrenador del Casademont admitió la importancia de romper la dinámica de cinco derrotas seguidas con un triunfo pero «más que centrarse en la victoria estamos preparando lo que se tiene que hacer bien para conseguir la victoria. Tenemos la necesidad de jugar bien y para eso hemos tenido que tocar cosas porque se ha visto que no tenemos solidez y cuando los rivales nos defienden algunas cosas perdemos la esencia y la solidez».

El preparador catalán considera que hay errores comprensibles y otros que son inadmisibles. «Tenemos errores de construcción de juego que son normales en un equipo nuevo con jugadores que deben adaptarse a la Liga y a nuestro baloncesto, pero el error más grave que hemos cometido es, por frustración, irnos del partido. Esa es una exigencia máxima. Irnos del partido es un gran error. Es uno de los puntos que hemos tenido que trabajar», explicó Ponsarnau, que podrá contar con todos sus jugadores para viajar hoy y jugar mañana en la pista del Hapoel Gilboa Galil israelí.

El técnico habló de cambios pero también de insistencia. «Somos de la idea de persistir. Estamos en construcción y hemos trabajado sobre ideas que hemos cambiado un poco pero este cambio hay que hacerlo con persistencia». Esos cambios no tienen que ver con el reparto de roles en el equipo sino con cuestiones del juego colectivo. «Nuestro juego de pick and roll no puede ser convencional porque no podemos jugar así contra las defensas que nos hemos encontrado. También tenemos que jugar mejor para nuestros tiradores y con ideas más claras, construir en detalles, en timing».

El técnico se atribuyó la responsabilidad de los errores, que pueden hacer dudar al equipo. «También pueden dudar porque yo como entrenador no he acertado en determinadas cosas de propuestas de juego y tengo la responsabilidad de proponer otras cosas con un mayor conocimiento del juego de nuestros jugadores», señaló.

Ponsarnau tiene focalizado el problema. «Hemos identificado un problema grave que viene de la frustración. Primero hay que permitirnos fallar en determinadas cosas pero exigirnos no fallar en otras. Es normal que no tengamos respuestas a algunos planteamientos, tenemos que permitirnos fallar en que un día los tiros no entren, pero no podemos permitirnos mirar al suelo tras cada fallo, bajar los brazos», argumentó Ponsarnau en referencia a los últimos partidos del equipo.

El rival

El próximo es este miércoles en la FIBA Europe Cup, donde el Casademont no empezó nada bien (100-80 en la pista del Avtodor Saratov). El siguiente rival es el Hapoel Gilboa Galil, que también cayó con amplitud en su estreno europeo pero que este fin de semana ha ganado al Maccabi de Tel Aviv en la Liga israelí. «El partido de Europa fue parecido al nuestro, lo llevaban bien, sin iniciativa como nosotros pero enganchados al partido y, en un momento determinado, se les fue. Ayer, con su público, con muchos jugadores acertados, encontrando a todo el mundo que tenían que encontraren el uno para uno porque tienen buenos jugadores, que desbordan, sacaron ventajas, estuvieron muy acertados de tres. ¿Para qué nos tenemos que preparar? Para el rival del último partido, con la ayuda de su público y que va a buscar el uno para uno», explicó Ponsarnau, que no piensa todavía en el próximo sábado y el duelo clave que le espera al equipo contra el Breogán.