Casademont Zaragoza

Atrapado en las expectativas

El sueño europeo se aleja para el Casademont tras la derrota ante el Saratov ruso. La paciencia de la afición se agota y Ponsarnau no da con la tecla para hacer un equipo fiable

Vanwijn se tapa el rostro durante el duelo del miércoles ante el Saratov.

Vanwijn se tapa el rostro durante el duelo del miércoles ante el Saratov. / Ángel de Castro

Arturo Pola

Zaragoza

Tras un amago de recuperación, el Casademont Zaragoza ha vuelto a tocar fondo. La derrota ante el Saratov ha hecho mucho daño a un equipo con pie y medio fuera de Europa. Ya no solo perder el partido, sino la forma en la que lo hizo. Los zaragozanos convirtieron el encuentro en un concurso de triples digno de cualquier exhibición. Se presupone que un equipo profesional y serio debe tener más armas para evitar acabar jugándose su futuro europeo a la ruleta rusa.

A la espera de un milagro, el Casademont va a pasar de comenzar como uno de los máximos favoritos para alzarse con el título de la FIBA Europe Cup a estar cerca de salir de la competición por la puerta de atrás. Y la gestión de la última jugada del encuentro ante los rusos es una analogía perfecta de lo que, hasta el momento, está siendo la temporada: un despropósito. Una mezcla de improvisación, falta de ideas y malas decisiones. 

En la ACB la situación no es mucho mejor ya que el balance es de tres victorias y cinco derrotas. No sería un registro tan preocupante de no ser porque los triunfos han sido contra equipos de la parte media-baja. Contra conjuntos que pelean por cotas más altas, no es que el Casademont no haya logrado ninguna victoria, es que en la mayoría no ha podido ni competir de tú a tú.

El rendimiento de la plantilla

Los resultados y las malas sensaciones se entienden a la perfección si se echa un vistazo al desempeño de los jugadores de la plantilla. Cierto es que la mala suerte ha perseguido al Casademont desde la pretemporada con las lesiones. Omar Cook, Yusta y luego McLean llegaban para ser piezas clave en el esquema de Jaume Ponsarnau, pero el infortunio no puede ser la excusa para todo. 

En el puesto de base, el parche de Sipahi no ha funcionado. El turco se ha mostrado muy errático en el tiro así como desconectado de las necesidades del equipo y no parece que haya hecho méritos para prolongar su contrato temporal. San Miguel ha alternado actuaciones mejores y peores pero no está en condiciones físicas de ser el director de orquesta del equipo durante muchos minutos. Por si fuera poco, Ponsarnau ha perdido la confianza en el canterano Javi García que, en los pocos minutos que está en cancha últimamente, suele salir de escolta.

Quizá los puestos que mejor están funcionando son los exteriores. Okoye, Mobley y Waczynski han demostrado su poderío anotador. La cuestión es precisamente que no consiguen mostrar la regularidad necesaria y alternan partidos brillantes con otros muy grises, con lo que no consiguen aportar esa solidez al equipo.

Por dentro, los problemas se acentúan a la espera del recién llegado Thompson. Tras la lesión de McLean, Hlinason ha dado un paso al frente en muchos partidos en el apartado defensivo, pero como al resto de sus compañeros interiores, le faltan puntos. Vanwijn no ha demostrado todo lo que prometía y Vilà no consigue mejorar a sus compañeros. 

Visto lo visto, el técnico catalán tiene mucha tarea por delante para dar con la tecla y construir un bloque que, aunque con cuentagotas ha asomado su potencial, en la práctica ha demostrado ser uno de los peores Casademont en años. Y la paciencia se acaba. La afición entiende que el crédito concedido al discurso del crecimiento y la adaptación se ha agotado y el miércoles se escucharon los primeros pitos en el Príncipe Felipe. En la mano del entrenador y de los jugadores está que el desencanto de la marea roja no vaya a más, comenzando de nuevo a revertir la delicada situación con un obligado triunfo el domingo ante el Betis, colista de la ACB.

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