El baile no cesa. El Casademont Zaragoza continúa inmerso en un continuo movimiento provocado por lesiones o decisiones del club adoptadas en función del bajo rendimiento o de las necesidades de una plantilla cuya fisonomía no deja de cambiar. La última salida, oficializada este fin de semana por la entidad, es la de McLean, que cayó lesionado hace un mes en el partido de la Europe Cup ante el Hapoel Gilboa Galil de Israel y cuya ficha cubrirá el club con la adquisición de otro base (el quinto en un año). Será el enésimo movimiento efectuado en el Casademont en menos de una temporada y media y el cuarto fichaje en poco más de dos meses. 

El ritmo no para desde el verano, cuando se llevaron a cabo hasta ocho incorporaciones en un plantel que sufrió una profunda remodelación respecto al de la anterior temporada. Llegaron Cook, Okoye, Mobley, Yusta, Vanwijn, Vila y el propio McLean y regresó Radoncic tras su cesión a Guipuzcoa. Una plantilla nueva para afrontar el difícil reto de igualar o mejorar el rendimiento del equipo. 

Pero todo se torció demasiado pronto. Tras la cesión de Jaime Fernández al Levitec (noveno movimiento de la temporada), junto a Urdiain y Etxeguren, llegaron, todavía en pretemporada, las lesiones de Santi Yusta y Omar Cook, un percance que acabó siendo especialmente hiriente. El club movía ficha pronto e incorporaba a Adam Waczynski y Kenan Sipahi como sustitutos de los dos lesionados. Alrededor de un mes más tarde, el Casademont fichaba a Deon Thompson para reforzar un juego interior maltrecho tras la lesión de McLean.

Sulaimon, junto a Sergio Hernández durante un encuentro del Casademont de la pasada campaña. EUROPA PRESS / JAVIER BORREGO

Ahora, la salida del americano, que se va al Frankfurt alemán dirigido por el extécnico del Casademont, Diego Ocampo, y la llegada de un base se convertirán en el decimotercer movimiento de la temporada, sin contar el cambio de inquilino en un banquillo ocupado desde el verano por Jaume Ponsarnau, apuesta del club en detrimento de Luis Casimiro, que acabó la pasada campaña y que este lunes fue anunciado como nuevo entrenador del Betis.

Un año frenético

El baile se ha acelerado aunque, en realidad, el ritmo viene aumentando desde hace tiempo. Hasta siete movimientos se llevaron a cabo a lo largo de la pasada campaña después de que tan solo se realizan tres incorporaciones en el mercado estival. Y únicamente una de ellas de enjundia. Sulaimon, escolta norteamericano procedente del Dijon francés. Además, el Casademont trajo de vuelta a Jaime Fernández tras su periplo en el filial del Barcelona y completó la nómina de adquisiciones con la exótica apuesta por Sagaba Konate, internacional con Malí que apenas duró tres meses en el equipo. A finales de noviembre ya estaba fuera. Aún habría otro fichaje, Radoncic, al que el club decidió ceder al Guipuzcoa, donde el joven ala-pívot completó una gran temporada.

Pero el ejercicio fue movido. La grave lesión de Vit Krejci abocó al club a fichar otro base. El elegido fue Rupnik, que llegó en octubre y se marchó en diciembre después de haber jugado siete partidos. 

Antes de la salida del esloveno, el Casademont ya había cambiado de entrenador (Sergio Oveja Hernández sustituyó al destituido Diego Ocampo), se marchó Konate y se procedía a un sorprendente intercambio con el Bayern por el que DJ Seeley se marchaba a Alemania y el base TJ Bray aterrizaba en tierras aragonesas. La posterior lesión de San Miguel dejaría al equipo con solo dos bases (el propio Bray y el canterano Javi García) durante cerca de tres meses.

Pero el movimiento, lejos de ralentizarse, aumentó. El club recuperó a Aleix Font y fichó a Harris en enero. No había pasado un mes cuando se decidía prescindir de TJ Bray y Thompson, al que se dio de baja para incorporar a Jacob Wiley. Poco más tarde, el Oveja regresó a casa y el Casimiro acabó la temporada. Más de una veintena de movimientos en un Casademont en el que el baile no cesa.