Jaume Ponsarnau sigue... pero en la cuerda floja. El partido en Manresa no hizo sino aumentar la preocupación y el descontento en el seno del club aragonés, nada satisfecho con el rendimiento del equipo en los últimos partidos fuera de casa. La confianza en el técnico se ha ido resquebrajando porque los resultados de esta temporada no son los esperados pero, en cualquier caso, su salida no va a ser inminente. El coste de romper el contrato con Ponsarnau, válido por dos temporadas, y la escasez en el mercado de entrenadores son otros factores que dificultan la toma de una decisión definitiva en el club.

Por el momento solo hay dos cosas seguras, que el Casademont presenta este martes a su nuevo director deportivo, Toni Muedra, y que el equipo tiene casi tres semanas hasta el siguiente partido de Liga. Lo primero es un factor importante, ya que hay una nueva persona responsable de tomar las decisiones en el área deportiva y debe valorar si presentarse en sociedad despidiendo a un entrenador y con otro bajo el brazo. Lo segundo es un arma de doble filo, bien para darle la última oportunidad a Ponsarnau, bien para darle a un nuevo técnico un valioso tiempo para que pueda trabajar con el equipo.

No obstante, el club lleva rastreando el mercado de técnicos hace semanas. No hay muchas alternativas, menos de entrenadores con experiencia en la ACB, y hasta el momento tampoco ha logrado llegar a un acuerdo con ninguno. Contactó con Ibon Navarro, pero este prefirió esperar otras opciones y enseguida se convirtió en el nuevo responsable del Unicaja. El resto de opciones son poco convincentes y, desde luego, ninguna garantiza un mejor rendimiento de una plantilla que ha demostrado ser capaz de lo mejor y de lo peor. El problema es que enseña las dos caras muy a menudo.

En el seno del Casademont Zaragoza existe la preocupación desde hace días viendo cómo el equipo es incapaz de competir fuera de casa, perdiendo todos sus partidos antes de llegar al descanso. También aumenta la insatisfacción porque ya son dos temporadas consecutivas en las que los resultados del equipo están muy lejos de lo esperado por la entidad aragonesa, que tiene siempre como objetivo pelear por estar entre los ocho mejores y lograr una plaza europea entre ceja y ceja.

El desgaste de estas dos temporadas con cambios continuos de jugadores y entrenadores ha sido enorme y ya se ha cobrado su primera salida del club, la de Pep Cargol. El Casademont trasladó tanto al exdirector deportivo como a Jaume Ponsarnau su malestar con la situación del equipo, tanto por los resultados como por la imagen ofrecida en muchos encuentros. Ya con un nuevo director deportivo, el entrenador continúa en la cuerda floja porque sigue sin ser capaz de revertir la situación. En Manresa el Casademont volvió a ofrecer los síntomas habituales de equipo superado por un rival más físico e intenso y sin argumentos para competir.

Desde la entidad se entiende que la plantilla tiene la calidad suficiente como para hacerlo mejor de lo que lo está haciendo hasta ahora, que el rendimiento colectivo no está a la altura de la capacidad individual. En los 21 partidos que ha disputado hasta la fecha solo ha sumado 8 triunfos y eso hace que vaya a encarar la recta final de la temporada demasiado cerca de los puestos de descenso. Por eso sigue valorando qué hacer con Jaume Ponsarnau.