«¿En los últimos 18 meses, cuántos entrenadores ha habido?», señaló Jaume Ponsarnau en la que fue su última rueda de prensa como entrenador del Casademont. Y no han sido pocos, porque el club va camino de su quinto técnico diferente en temporada y media, lo que convierte el banquillo del Príncipe Felipe en uno de los más calientes de la Liga Endesa.

La temporada pasada el Casademont quería contar con Porfirio Fisac una tercera temporada y encontrar así una estabilidad que le había sido esquiva: el segoviano fue el primer entrenador que completó una temporada en el club desde 2015. Pero a última hora no hubo un acuerdo entre las partes, Fisac se marchó al Gran Canaria y el Casademont tuvo que buscar un nuevo entrenador para hacerse cargo de una plantilla que iba a sufrir pocos cambios y que ya estaba perfilada. El elegido fue Diego Ocampo, que llevaba dos años trabajando en el filial del Barcelona con el que había descendido de LEB Oro a LEB Plata. Firmó dos temporadas pero duró apenas unos meses.

El balance de Ocampo en la ACB fue de dos victorias y seis derrotas, mientras que en la final a ocho de la Champions, en Atenas, el equipo superó al Tenerife en cuartos pero cayó después ante el AEK y el Dijon regresando de vacío. Tras esa decepción, el equipo fue de mal en peor en la Liga, donde más allá de los resultados empezaba a ser preocupante la manifiesta desconexión entre banquillo y plantilla.

El 2 de noviembre el Casademont hizo oficial su despido mientras perfilaba la llegada de Sergio Hernández como sustituto. El argentino tuvo que romper de manera temporal su vínculo con la selección argentina para poder aterrizar en Zaragoza. El oveja lo apostó todo al talento ofensivo del equipo y el Casademont reaccionó –ayudado también por los cambios en la plantilla– ganando partidos tanto en la Liga como en Europa. Sin embargo, los problemas defensivos eran cada vez mayores y el equipo encadenó seis derrotas consecutivas con marcadores altísimos y decisiones cada vez más cuestionadas del entrenador.

En abril, el propio Hernández pidió su salida del club por motivos personales relacionados con la pandemia y regresó a Argentina. El oveja dirigió 21 partidos en la Liga ACB con un balance de 8 victorias y 13 derrotas, mientras que en la Champions fueron 11 encuentros con 11 triunfos y 4 derrotas.

El Casademont confió entonces en Luis Casimiro, que había sido despedido unos meses antes del Unicaja. Antes de la llegada del técnico manchego, Sergio Lamúa se hizo cargo del equipo con éxito frente al Gipuzkoa. Casimiro tiró de sentido común y se apoyó en el trabajo del cuerpo técnico para sumar tres victorias en sus cuatro primeros partidos (la derrota fue frente al Madrid) y afrontar la fase final de la Champions en buena dinámica.

Pero la derrota en las semifinales con una rotación excesivamente corta y las dos derrotas finales en la Liga que dejaron al equipo sin plaza europea hicieron que el Casademont no se planteara la continuidad de Casimiro para el siguiente curso. Tocaba volver al mercado de entrenadores y, tras el no de Pedro Martínez, el elegido fue Jaume Ponsarnau, que tampoco ha terminado la temporada.

El que venga ahora será el decimocuarto entrenador del equipo en la Liga ACB (sin contar a Cargol y Lamúa como interinos durante una jornada), el undécimo en los últimos siete años. Desde 2015 el banquillo del Casademont ha sido altamente inestable. Desde el despido de Joaquín Ruiz Lorente al poco de comenzar la temporada 2015-16 solo Porfirio Fisac ha comenzado y terminado una temporada (dos, en su caso). Tras el zaragozano llegó Andreu Casadevall, que se marchó mediada la temporada 2016-17. Ese curso lo terminó Luis Guil pero no empezó el siguiente, con Jota Cuspinera a los mandos. Pep Cargol tuvo que hacerse cargo tras su salida. De 2018 a 2020 no hubo despidos, con Fisac en el banquillo, pero desde entonces el banquillo del Casademont no ha encontrado un dueño fijo.