Sin tiempo para experimentos arranca la etapa Sakota en el Casademont, en la que el entrenador serbio afronta una Liga express de diez partidos que deben servir para salvar la temporada y para que el conjunto aragonés se mantenga en la élite del baloncesto español. Diez finales en las que el equipo deberá mostrar una cara bien distinta a la de los últimos meses para lograr el objetivo.
Y el primer paso lo debe dar en la cancha del San Pablo Burgos este sábado (18.00 horas), un rival que marca la línea del descenso y que está en una situación prácticamente calcada a la de los zaragozanos, salvo por que cuenta con una victoria menos (y un partido menos jugado). Una victoria en tierras burgalesas valdría por dos entonces, o por tres, ya que el triunfo pondría tierra de por medio con los dos últimos clasificados, hundiría más a un rival directo y sería una gran espaldarazo al nuevo proyecto que comienza.
«Soy consciente de lo que puede hacer el equipo y de que lo puede hacer mejor», aseguró Dragan Sakota en su presentación como nuevo técnico del Casademont. Bajo esa premisa, es todavía una incógnita qué cambios va a tratar de establecer el serbio para reactivar a unos jugadores que no han sido capaces de encontrar la regularidad ni la solidez necesaria para mostrar un nivel competitivo adecuado para la competición. Y es cierto que el Casademont ha dado muestras, a cuentagotas, eso sí, del potencial que puede llegar a tener, pero esa falta de regularidad ha lastrado al equipo para situarlo en la situación crítica en la que se encuentra, en lo que está siendo una temporada muy accidentada y llena de cambios.
El de ahora, con la llegada de Sakota, es el cambio de dirección más brusco, y desde el club esperan que sirva para reaccionar de manera inmediata, y definitiva, ante la cercanía del peligro. Para alcanzar el objetivo, el serbio podrá estrenar su nueva arma: el escolta Sean Kilpatrick, que mostró su deseo de debutar cuanto antes. El que parece que será el sacrificado para que se pueda estrenar el nuevo escolta, extracomunitario, será Matt Mobley, de más a menos durante el curso.
Además, el nuevo entrenador podrá contar con el resto de su plantilla al completo, a excepción de Okoye. El encuentro del sábado será el momento de empezar a comprobar qué es lo que tiene pensado Sakota para mejorar a los zaragozanos, tanto a nivel de estilo de juego como a la asignación de roles entre sus jugadores. Será un partido especial para Omar Cook, que regresa a Burgos tras ser una pieza clave en los éxitos de los últimos años del club.
Un encuentro clave
La abultada derrota por 21 puntos (54-75) de la primera vuelta es el último precedente entre el Casademont y el Burgos. Eso sí, poco tendrán que ver los dos equipos que salten a la cancha hoy con los que se enfrentaron en septiembre en el Príncipe Felipe. Intentar recuperar el basketaverage parece pretencioso, pero sería muy importante por la posibilidad de dobles y triples empates a final de año y en los que, hasta el momento, los zaragozanos no salen bien parados. El Burgos es un equipo que ha pegado un gran bajón con respecto a temporadas anteriores y que también ha vivido multitud de cambios, banquillo incluido, a lo largo de la temporada. Aun así, el rival es un conjunto muy físico con un juego interior muy potente en el que destacan Julian Gamble y Landry Nnoko. En el perímetro sobresalen Benite, Renfroe y Dani Díez.
El valor del choque es bien conocido en ambas ciudades. «Todo Burgos, no solo los jugadores, el club y el staff, sabe de la importancia del encuentro», admitió Paco Olmos, entrenador de los burgaleses, que teme la posible reacción de los aragoneses: «Siempre que hay un cambio de entrenador pasan cosas, tendremos que estar atentos». Esa respuesta es la que necesita el nuevo Casademont para coger aire.