Omar Cook admite que la temporada ha sido especialmente «dura». Su grave lesión sufrida en pretemporada marcó una campaña en la que el Casademont Zaragoza estuvo a punto de acabar en la LEB Oro. Solo la victoria en Murcia y la ayuda de Shermadini evitaron la debacle e hicieron menos amargo el anuncio que el norteamericano tenía preparado: su adiós al baloncesto. «Fue un final feliz para una temporada muy dura. Sin duda, fue una buena manera de despedirme», afirma a los medios del club,

A sus 39 años, Cook cuelga las botas con la satisfacción del deber cumplido. El último baile fue complejo, pero pudo cumplir su objetivo: dejar al Casademont en la máxima categoría del baloncesto nacional. «Fue duro y emocionante para mí. Todo se torció pronto, con aquella lesión en pretemporada que me obligó a estar mucho tiempo alejado de las canchas, pero, tras la recuperación, el equipo pasó por una situación delicada».

Y eso que las victorias ante Obradoiro y, sobre todo, la lograda ante el Barcelona ante una afición volcada, invitaban a pensar que la permanencia ya estaba en el bolsillo, «pero luego perdimos sobre la bocina en casa ante el Bilbao y todo se complicó. Hasta aquel último encuentro en Murcia», indica.

Zaragoza

Pero de aquello ya ha pasado mucho tiempo. En la hora del adiós, Cook admite que echará de menos Zaragoza, «mi destino final» tras una carrera plagada de éxitos. «La ciudad lo tiene todo, lástima que mi familia no la haya podido disfrutar del todo. Es un gran lugar que ha respondido a mis expectativas», asevera.

Cook llegó a España en la temporada 2008-2010 a las filas del Unicaja de Málaga. Después pasó por Valencia Basket, Baskonia, Estudiantes, Gran Canaria y llegó a la capital aragonesa procedente del San Pablo Burgos. Aquí cumplió su sueño de volver a jugar ante aficionados a los que la pandemia había privado de acudir a la cancha durante dos años. «En realidad, volví para jugar delante del público después de dos años sin poder hacerlo», admite Cook, que ahora, con la pelota ya guardada, se centra en lo que él considera lo más importante, «mi familia».