La 10ª jornada de la Liga Endesa

No más lágrimas. La previa del Unicaja-Casademont Zaragoza

El Casademont Zaragoza se impone olvidar el fiasco ante el Bilbao y dar la cara ante el potente Unicaja

Yusta, con gesto contrariado durante un partido en el Príncipe Felipe.

Yusta, con gesto contrariado durante un partido en el Príncipe Felipe. / Jaime Galindo.

Jorge Oto

Jorge Oto

El bofetón aún escuece. Hizo daño el golpe sufrido ante el Bilbao justo cuando los nubarrones se habían disipado y había vuelto a salir el sol. Pero la derrota ante el Bilbao y, sobre todo, la nefasta imagen mostrada entonces por el Casademont Zaragoza devolvieron los fantasmas y las dudas en torno a un equipo al que Fisac consiguió devolver a la vida pero que todavía anda sometido a una estrecha vigilancia en la unidad de cuidados intensivos.

El caso es que la situación clasificatoria y la pelea por la supervivencia obligan a apretar los puños y a no perder el tiempo en derramar lágrimas. El sofocón fue gordo, pero no está el Casademont para darle demasiadas vueltas a la cabeza. Y más ante la inminente visita este sábado (20.45 horas) a uno de los equipos más en forma de la categoría, un Unicaja en estado de gracia tanto en Liga como en Europa y que, probablemente, figura entre las escuadras que mejor aprovecharon el verano a través de la adquisición de jugadores de calidad que han elevado considerablemente el nivel de una plantilla amplia y con numerosas variables.

Quinto clasificado, a una sola victoria de Real Madrid y Barcelona y a dos del liderato, el conjunto andaluz, que acumula cuatro victorias consecutivas en la competición doméstica, camina con paso firme por la zona noble de la tabla, muy lejos de un Casademont que bastante tiene con respirar. Claro que la llegada de Fisac fue oxígeno puro para un equipo que sigue obligando al segoviano a sudar tinta para despojarlo de una fragilidad anímica que volvió a atenazarlo ante el Bilbao. 

Se busca al mismo Casademont que derrochó energía, entusiasmo, fe y confianza ante el Real Madrid. El mismo que, apenas unos días antes, había metido el susto en el cuerpo a un Joventut que tuvo que recurrir a una prórroga para derrotarlo. El mismo que aplastó en el último cuarto al Betis, rival directo por la vida. A aquel Casademont apela Fisac, esforzado en dejar claro que el equipo que mordió el polvo ante el Bilbao en un horroroso recital de imprecisiones no es ese ejército comprometido y reconocible que está creando.

Vuelta a las andadas

Ante el cuadro vasco, el Casademont Zaragoza solo tuvo un 36% de acierto en tiros de dos puntos (16 canastas de 45 intentos) y un 22% en triples (5 de 23), unos porcentajes de otra categoría que devolvieron al equipo a unas semanas atrás.

A la cita, al menos, llegan todos los que son. También Wright, si bien el proceso de puesta a punto del americano está llevando más tiempo de lo esperado. Jessup, anulado el pasado fin de semana por Rabaseda, y Sant-Roos volverán a ser las principales herramientas ofensivas de un Casademont amenazado por el buen momento de los tiradores rivales.

El reto es mayúsculo, sí, pero no imposible. La amenaza de los puestos de descenso vuelve a sobrevolar sobre un equipo aragonés que, al menos, ha adquirido esa identidad inexistente hasta la llegada de Fisac. Ahora, el Casademont sabe a lo que juega, sobre todo, porque es consciente de sus virtudes, pero, principalmente, de unas carencias que sigue incapaz de solventar en un mercado del que, salvo Wright, no ha obtenido nada.

La prueba se las trae. No está el Casademont para renunciar a nada, aun siendo consciente de que el Unicaja es un enemigo colosal. Pero todo pasa por rescatar el ánimo perdido, las sensaciones extraviadas, la garra abandonada y ese corazón guerrero que acabó con el Madrid. Y la rasmia. Sin ella, nada es posible.

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