Ocho guardias civiles pertenecientes al puesto de Casetas estuvieron confinados hasta 17 días después de que una vecina del zaragozano barrio rural de Casetas les escupiera estando infectada de covid. Fue en pleno confinamiento del mes de marzo de 2020 y lo hizo para evitar su arresto por maltratar a su marido, mientras gritaba: «Sois unos cabrones, os voy a denunciar, os he pegado el coronavirus». Una actuación que pudo haberle costado siete años de cárcel por los delitos de atentado y lesiones, pero que ha quedado en una condena de 300 euros y tres meses de prisión. Fue el acuerdo llegado ayer por la defensa de Paola Andrea U., el abogado Luis Ángel Marcén, con la Fiscalía. También debería pagar una responsabilidad civil de 5.940 euros, pero al ser insolvente no abonará nada.

Asimismo, aceptó una pena de 40 días de trabajos en beneficio de la comunidad y un año de alejamiento con respecto a su marido. 

La actuación que se juzgó ayer en el Juzgado de lo Penal número 9 de Zaragoza se remonta al 17 de marzo sobre las 17.35 horas. En ese momento, unos agentes que prestaban labores de seguridad ciudadana recibieron el aviso de la sala del 062 en la cual un hombre informó haber sido agredido por su mujer, teniendo que encerrarse en el baño para evitar que continuara agrediéndole.

Personados en el domicilio, la víctima les dijo que al llegar a su casa de trabajar se había encontrado a su mujer en un evidente estado de embriaguez, en vez de estar cuidando de la hija de ambos de 5 años. Ante ello él le recriminó su actitud y ella le respondió con gritos. Pero la discusión no acabó ahí, ya que al meterse al baño a ducharse comenzó a ser arañado por su esposa. La echó y se encerró para pedir ayuda al instituto armado. 

Ante ello, los agentes fueron a hablar con la mujer, que estaba en una habitación a oscuras. Tras encender la luz hubo un pequeño forcejeo puesto que estaba agarrada a su hija de 5 años y su ebriedad era evidente. Se la arrebataron y al ir a detenerla vino el intento de contagiar a los guardias civiles de coronavirus. Primero la redujeron, puesto que presentaba gran resistencia, momento en el que ella les espetó: «Hijos de puta, cabrones, que sois unos cerdos asquerosos». 

Consiguieron engrilletarla y meterla en el coche de la Guardia Civil, momento en el que desde detrás escupió a los agentes, salpicando en diferentes elementos del vehículo. Pero no fue solo ahí, ya que en los calabozos Paola Andrea U. se metió en la boca un anillo que llevaba y que no quería entregar. Lo hizo minutos después, pero escupiéndoselo a los agentes ahí presentes mientras aseguraba que les había infectado de covid. Posteriormente certificaron que ella lo tenía, al igual que la hija y su marido.