La víctima del asesinato de la calle Palencia, en el Arrabal de Zaragoza, murió estrangulado por su agresor, según señalan los resultados de la autopsia practicada al cadáver. Los forenses han determinado que José Antonio R. R. falleció por asfixia y que recibió numerosos golpes en la cabeza. Además, han establecido que presenta un corte que le hizo perder abundante sangre. La secuencia de los hechos pudo ser que Enrique S. B., de 50 años, golpeara a su víctima, y que luego, tras caer al suelo, la estrangulara.

El presunto agresor cometió el crimen al sufrir un arrebato de locura, según las primeras investigaciones. De hecho, el sospechoso fue trasladado a mediodía del pasado domingo, nada más ser detenido, al hospital Miguel Servet, donde ingresó en la planta de Psiquiatría. Una de sus obsesiones es que es un agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Hoy saldrá del centro sanitario para prestar declaración ante la Policía

Sin embargo, Enrique S. B., que hoy saldrá del centro sanitario para prestar declaración ante la Policía, podría haber sido trasladado en la jornada de ayer al módulo de seguridad, una vez recibido el tratamiento adecuado.

Mientras tanto, el juez encargado del caso ha decretado el secreto del sumario con el fin de que no trasciendan los resultados de las pesquisas hasta tanto no se hayan determinado todas las circunstancias del hecho.

Un suceso que causó una gran conmoción en el barrio del Arrabal, si bien los protagonistas del crimen, el agresor y su víctima, no son muy conocidos fuera del bloque de viviendas de la calle donde se cometió el asesinato.

«Sabemos que llevan viviendo aquí toda la vida y que son personas que se comportaban con normalidad», apuntó ayer un representante vecinal de esa zona de la capital aragonesa.

Bloque de viviendas donde ocurrieron los hechos, en la calle Palencia del Arrabal. JAIME GALINDO

Hacían poca vida de barrio

«Pero lo cierto es que no hacían vida de barrio», añadió la misma fuente. De hecho, continuó, «la víctima, que trabajaba en FCC, pasaba inadvertida». El presunto autor, por su parte, era algo más conocido. Se sabe que es «más comunicativo», que trabajó en Hierros Alfonso (si bien llevaba muchos años jubilado por problemas de salud) y que se sirve de unas muletas para caminar.

En el bloque donde sucedieron los hechos los protagonistas del grave suceso eran conocidos. Se les veía ir y venir y algunos vecinos sabían que compartían el mismo piso desde hace una veintena de años. Sin embargo, no había trascendido que se llevaran mal y jamás se les había oído discutir, según explicaron varios residentes. «El presunto agresor, sobre todo, es una persona un tanto atípica y con un carácter cambiante», aseguró otro vecino.