Como el que compra un jersey o un bolso. Así se pueden adquirir en Zaragoza un machete. Solo hace falta que el DNI atestigüe que uno es mayor de edad y tener 30 euros en la cartera para pagar en la tienda un cortacañas de 61,5 centímetros en cuya afiladísima hoja de 45 centímetros puede leerse: ‘Espartano’. Un objeto de deseo y de poder para las bandas latinas como los Dominican Don't Play (DDP) y los Black Panther, presentes en la capital aragonesa.

Este diario pudo comprobarlo en un establecimiento de la capital aragonesa cuyo responsable admite que muchos menores han entrado pidiendo uno de ellos y que ha preferido perder dinero. «No puedo vender eso a un adolescente, el objetivo no va a ser el de ir al pueblo para cortar malas hierbas», recalca. Este uso, el agrícola, es el que la mayoría de adultos le justifica cuando el vendedor hace efectivo el cobro.

Pero no se pueden poner puertas al campo. En internet se pueden adquirir igualmente y de la misma forma. La única diferencia es que el pago no puede ser en efectivo y hay que registrar un nombre y una dirección. Pero hecha la ley, hecha la trampa y las bandas juveniles llegan a adquirir machetes y puñales con tarjetas falsificadas.

El ‘Espartano’, con una afiladísima hoja de 45 centímetros, es el objeto de deseo y de poder para las bandas latinas.

No hay censo de machetes en ninguna ciudad española, porque la posesión de estas armas no obliga a licencia ni a su registro policial, como las armas de fuego.

En este comercio del centro de la ciudad aparece de vez en cuando la Policía Nacional o Intervención de Armas de la Guardia Civil para recoger información. Está acostumbrado, pero muestra otra realidad: el acceso a un cuchillo lo tiene todo el mundo. «No hace falta venir aquí, un cuchillo jamonero se puede comprar en cualquier gran superficie y eso sí que no se puede controlar», destaca. De hecho, los últimos asesinatos machistas ocurridos en Aragón han sido cometidos con los cuchillos de la cocina.

El machete 'Espartano' es uno de las más comprados. EL PERIÓDICO

El vendedor señala que el principal interés lo irradia el machete de mayor hoja, pero también un puñal que reconoce que es un top ventas. Por 18 euros el arma tiene una hoja de 18 centímetros. «Yo no puedo saber para qué lo quieren, si no está prohibida su venta y los requisitos para la misma son los que son», afirma este comerciante.

El arma suele destruirse, aunque hay casos en los que sus propietarios piden la devolución.

Añade que el hecho de que «lo que se debe de perseguir no es la venta porque, si no la consiguen, usarán el cuchillo de casa o un destornillador. Se trataría de castigar de verdad la tenencia de estas armas una noche de fiesta», dice. «No van a segar, precisamente», lamenta.

Un machete no es un arma prohibida y, por lo tanto, no lleva aparejado ningún tipo de castigo penal. Eso sí, la legislación considera que es una falta grave a la seguridad ciudadana y que debe de sancionarse su uso con 600 euros como mínimo. Un expediente que es siempre revisado por la Delegación del Gobierno de España en Aragón y que tiene un año para poderlo tramitar. El arma suele destruirse, aunque hay casos en los que sus propietarios piden la devolución.

La Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior está analizando posibles cambios legales para regular la situación

La cifra de cuántas sanciones de este tipo es una incógnita, al igual que lo es el número de machetes, punzones y demás armas blancas existentes en la comunidad y que son los protagonistas de la crónica de sucesos.

Como consecuencia de los asesinatos de dos jóvenes en Madrid, la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior está analizando posibles cambios legales para regular y establecer un mejor y mayor control en la compraventa de armas blancas. No obstante, la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid aseguró: «Tenemos todos los datos, dónde se requisa y dónde se compra. Hay un gran proceso de identificación y control de eso».

En las últimas semanas no hay madrugada de viernes o de sábado en la que la Policía Nacional o Local no intervenga algún cortacañas a un grupo de jóvenes. Antes eran en labores de prevención previas a reyertas, ahora ya son en zonas de ocio nocturno. También se emplean para robos con intimidación.