Saber realizar la maniobra de Heimlich salva vidas. Que se lo digan al agente Muñoz, miembro de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, que puede añadir a su expediente el haber conseguido que un niño zaragozano de 10 años no se muriera atragantado por una gominola. «El menor estaba semiinconsciente, presentando síntomas de asfixia, con el color cianótico cuando llegamos», relata el policía, quien reconoce que ese día pudo dormir «descansando» tras una intervención que siempre recordará y como destaca: «te llenan». 

Fue a las 19.45 horas del pasado miércoles cuando un padre desesperado llamó a la sala del 091 para alertar de que su hijo se estaba asfixiando y que algún objeto le impedía respirar. Varias patrullas de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana llegaron al domicilio en la calle Escultor Félix Burriel y sin dudarlo, un agente de la UPR le practicó la maniobra de primeros auxilios hasta que el niño expulsó el objeto que le obstruía la respiración, resultando ser una gominola.

Los agentes solicitaron la colaboración de los servicios sanitarios para asistir y valorar la salud del menor, comprobando que sus constantes vitales eran correctas. Su padre lo trasladó al hospital Materno Infantil según marca el protocolo.

Estas compresiones abdominales solo debe usarse cuando la obstrucción de la vía aérea es grave y la vida está en peligro. Si la persona que se asfixia puede hablar, toser con fuerza o respirar adecuadamente, no se requieren intervenciones.