Adil Lazizi, el marroquí de 45 años detenido por el asesinato el pasado lunes de Cristina en el zaragozano barrio de San José, no guardó silencio ante la Policía, sino todo lo contrario. Aseguró que él y la víctima no tenían ningún tipo de relación, que él tiene novia, y que ella se le insinuaba, pero que no le hacía caso. 

Según pudo saber EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, el arrestado reconoció a los investigadores que había estado en prisión por otro asesinato y que ha estado «dos años escondido» para evitar volver a la cárcel. «Un día me tocaba ir a firmar y decidí no hacerlo», señaló a los miembros del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que se trasladó al hospital universitario Miguel Servet de Zaragoza para tomarle declaración al igual que sus abogados defensores, Carmen Sánchez Herrero y Luis Ángel Marcén. 

Sobre el asesinato explicó que le llamó al timbre «como hacía tantas veces porque estaba obsesionada conmigo». «Siempre pasaba a pedir cosas», apostilló, mientras destacó que sabía que a esa hora, sobre las 21.55 horas, él estaba solo en la casa y que su novia estaba trabajando. «Tardé en ir hacia la puerta, me asomé a la mirilla y vi que volvía a su casa, así que abrí la puerta para saber qué quería y me clavó el cuchillo en el abdomen», relató. 

En ese momento, según este hombre de 45 años, ambos cayeron al suelo, momento en el que él trató de quitarle el arma blanca hasta que lo consiguió. Ahí, sin poder recordar cuántas cuchilladas le dio, le asestó varias y la última en el cuello. La dejó sobre el descansillo y salió a la calle a pedir ayuda, según su versión. Entre hoy y mañana pasará a disposición del juez de guardia. 

Restos de sábanas tras el levantamiento del cadáver. ANDREEA VORNICU

Cristina no sabía que este hombre marroquí que responde al nombre de Adil Lazizi y de 45 años estaba en busca y captura desde el 6 de enero de 2020 por no reingresar tras uno de los permisos que disfrutaba tras ser condenado a 21 años de cárcel por cometer otro crimen en Madrid en 2001 y que cumplía en la cárcel de Zuera. En aquella ocasión mató también a una mujer, Siham, una francesa de 24 años que se encontraba haciendo turismo en compañía de una amiga. Fue porque ella se negó a mantener relaciones sexuales.

El porqué del asesinato de Cristina, ocurrido este lunes en el número 8 de la calle Alegría en el zaragozano de San José, todavía está siendo investigado por el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que tiene abiertas todas las hipótesis, entre ellas que haya reeditado el crimen ocurrido hace 21 años. También de si pudiera tratarse de un caso de violencia machista.

En aquél de Madrid, la víctima, que iba con una amiga, conoció a su asesino, quien iba acompañado por un amigo. Los cuatro decidieron irse a la vivienda de uno de ellos, un piso alquilado situado en la cuarta planta del número 35 de la calle Hierbabuena, en el distrito de Tetuán. Allí las dos parejas se separaron, si bien la amiga de la víctima se alarmó sobre las 08.00 horas cuando oyó unos gritos de dolor de Siham. Al entrar en la habitación contempló su cuerpo ensangrentado en la cama. Presentaba ocho puñaladas. De Adil Lazizi no había ni rastro, si bien horas más tarde se entregó en dependencias policiales próximas de la calle Francos Rodríguez. Iba en ropa interior y se negó a declarar ante los agentes.

Posteriormente, la Policía Nacional determinó que el asesinato de la joven francesa se produjo ante la negativa a mantener relaciones sexuales. En la entrada del piso, encima de un aparador, los investigadores encontraron el arma homicida: un cuchillo de cocina de 20 centímetros de hoja doblado y con el mango de madera astillado, lo que da idea del violento ataque y que también guarda analogías con el crimen de la calle Alegría de Zaragoza ocurrido la noche del lunes.

Los gritos de la víctima sobre las 21.55 horas alarmaron a un vecindario que llamó a la sala del 091 de la Policía Nacional. Cuando varias patrullas de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón llegaron al lugar, la víctima estaba muerta sobre el suelo del rellano y Adil Lazizi estaba herido, aunque llevaba consigo el cuchillo. Le reclamaron que lo tirara al suelo antes de arrestarle y él lo aceptó no sin antes gritar hacia el cielo: «El hombre es culpable siempre».