CRIMEN EN ZARAGOZA

El parricida de La Almozara no recuerda nada del asesinato y culpabiliza a sus padres de su alcoholismo

El hombre recibió 56 puñaladas y la mujer otras seis en el interior de su casa | La madre y la hermana del acusado piden prisión permanente revisable

El acusado, en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza.

El acusado, en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza. / ÁNGEL DE CASTRO

¿Fue el asesinato de José Javier y el intento de su esposa María Pilar un plan premeditado o fruto del estado mental y el alcoholismo del acusado? La Audiencia Provincial de Zaragoza inició este lunes el juicio contra Héctor López Ferrer por asestar hasta 56 puñaladas a su padre y atacar a su madre que tuvo que huir despavorida de esa casa de los horrores que se convirtió, el 28 de junio de hace dos años, la vivienda familiar situada en el número 46 de la calle Reino, en el barrio de La Almozara. El parricida trató de demostrar ante los miembros del jurado popular que su esquizofrenia paranoide y el elevado consumo de alcohol influyó en un crimen del que sus recuerdos son "borrosos". Eso sí no dudó en reconocer su mala relación con sus progenitores, con su hermana y hasta con los médicos que, estos últimos, "se burlaban de él". Afronta una pena máxima de prisión permanente revisable que solicita su propia madre, quien considera que planificó el ataque.

"Me acuerdo vagamente, llevaba un día sin dormir, primero fui al Servet y luego a la Quirón porque no me hacían caso, pero tampoco me hicieron y entonces llamé a mis padres para que vinieran de la playa", señaló Héctor López Ferrer a preguntas de la fiscala Nieves Zaragoza, quien le insistió en saber cómo estaba el encausado. Este se autodiagnosticó un "leve infarto" días previos y que en ese momento se "encontraba mal, con temblores,..." Un estado que hizo que sus padres dejaran todo por estar con él, pese a que durante el juicio arremetió contra ellos, asegurando que no se preocupaban por él, incluso que "le compraban ellos el alcohol". Llegó a explicar que el centenar de botellas de whisky vacías que le encontraron en el interior de su habitación "no eran recientes", sino que las acumulaba "exponer" que tenía un problema con el alcoholismo y que nadie le ayudaba.

Sobre el momento del crimen, explicó que su madre se echó a dormir después de cenar y que él se quedó con su padre en el salón, lugar donde le cosió a puñaladas. Reconoció que discutieron por su alcoholismo, pero ya no sabe qué pasó más. Su siguiente recuerdo le vino cuando "cayó el agua fría de la ducha" y escuchó golpes al otro lado de la puerta, mientras gritaban: "¡Policía! ¡Abra la puerta! "Ellos me dijeron que había matado a mi padre. Yo estaba asustado, agobiado, no estaba al 100%", afirmó a preguntas del ministerio público en un largo cuestionario en el que las seis mujeres y los cinco hombres que conforman el tribunal popular anotaron cada detalle que escuchaban.

"Ellos me dijeron que había matado a mi padre. Yo estaba asustado, agobiado, no estaba al 100%"

No dio más detalles de lo ocurrido aquella noche a los abogados de la acusación particular José María Lumbreras y Luis Márquez, quienes también insistieron en sus preguntas. Estos letrados quisieron saber por qué llevaba encima una navaja, por qué en pleno verano y a 25 grados en la calle tenía la casa cerrada, por qué actuó cuando el hombre estaba sentado tranquilamente viendo un partido de fútbol y por qué llevaba una grabadora encima en la que se pudo escuchar la discusión y el posterior ataque sorpresivo. Sobre el arma blanca no pudo precisar por qué la llevaba encima ese día, pero sí que explicó que la tenía siempre debajo de la almohada, después de que un día su padre "le partiera dos dientes", y explicó que la grabadora la empleaba porque "quería denunciarles por malos tratos y por delitos contra el derecho al honor" porque aseguraba que su madre "era una arpía cabrona" que ejercía un matriarcado en el que su padre "hacía lo que ella quería" y que no le trataban bien. Sobre la casa cerrada, dijo no saber, pero que no lo hizo para que los vecinos no se enteraran del plan.

Relató que incluso en una ocasión le consiguieron trabajo en Balay y que "todo fue interesado". "En los tres meses de contrato, estos aprovecharon para renovarse todos los electrodomésticos porque les salían más baratos" y cuando fue a mirar sus cuentas "el salario había desaparecido".

Pero no solo iban sus padres en su contra, según el encausado; también su hermana "a la que le habían consentido como una princesita" y los médicos "que se reían" de sus problemas nasales. Llegó a quedar patente los problemas con el perro que tenían porque "no me gustan los perros pequeños".

La defensa ejercida por la abogada Alba Vicente trató de dejar patente la enfermedad mental que sufre su cliente, pues solicita el ingreso en un centro psiquiátrico. De hecho, le preguntó sobre dónde estaba en la cárcel y el encausado le dijo que en el módulo de enfermería, donde le dan dos medicamentos "para la depresión y la paronia". El juicio continuará este martes con la declaración de la madre y la hermana.

Los hechos según Homicidios

El matrimonio llegó sobre las 22.00 horas, encontrándose a Héctor algo nervioso, pero aparentemente bien, ofreciéndole acompañarlo al médico para que le atendiesen tal y como él les había solicitado por teléfono, si bien se negó diciéndoles que se encontraba algo mejor. Ante ello, María Pilar se retiró a su habitación por encontrarse cansada después de conducir todo el viaje, quedando en el salón de la casa Héctor López Ferrer y su padre. Estaban viendo un partido de fútbol.

Según determinó la investigación realizada por el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, sobre las 23.36 horas, estando la madre dormida, acometió repentinamente a su padre, inmovilizándolo en el sofá del salón, mientras le apuñalaba con una navaja de 7,5 centímetros de hoja.

El ruido de los golpes despertó a María Pilar, quien acudió al salón y al contemplar la escena comenzó a gritar. Al verse descubierto, Héctor López se fue inmediatamente hacia ella y la apuñaló con la misma navaja que aún portaba en la mano, en el cuello, brazo izquierdo y hombro derecho. Las pesquisas determinaron entonces que hubiera continuado de no resbalar con la sangre, circunstancia que ella aprovechó para abrir la puerta que da al exterior de la vivienda, y que es contigua a la del salón, recibiendo otra herida en la espalda pero pudiendo salir al descansillo de la escalera, gritando y pidiendo auxilio.

Héctor cerró la puerta de la vivienda para seguir atacando a su padre. Le llegó a arrastrar por el pasillo mientras seguía cosiéndole a puñaladas hasta que lo llevó al dormitorio conyugal. Allí murió José Javier en torno a las 00.00 horas, tal y como pudieron determinar los especialistas del Instituto de Medicina Legal y de Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa). El hombre de 71 años murió de un shock hemorrágico porque una de las cuchilladas le alcanzó la yugular.