SUCESOS EN ARAGÓN

La madre del parricida de La Almozara: "Tenía la cara desencajada, creía que me iba a matar"

El acusado obligaba a sus padres a comprarle siete tetrabrik de vino y una botella de whisky a la semana / Homicidios destaca que el fallecido intentó escapar de su agresor

La Audiencia de Zaragoza celebró la segunda sesión del juicio.

La Audiencia de Zaragoza celebró la segunda sesión del juicio. / ÁNGEL DE CASTRO

La segunda sesión del juicio por el parricidio ocurrido hace dos años en el zaragozano barrio de La Almozara ha puesto en evidencia la deficitaria atención social en lo que respecta a la salud mental. El primer diagnóstico realizado al acusado, Héctor López Ferrer, fue en la cárcel donde le suministran medicación contra la depresión y contra la esquizofrenia paranoide. La madre del joven y viuda de José Javier reconoció que intentaron que le trataran en el Servet, pero que no se dejó. Esta mujer, entre sollozos, no pronunció en ningún momento la palabra enfermedad, pero sí dejo entrever que "el infierno" en el que se había convertido la convivencia iba más allá del alcoholismo. "Todo el mundo iba en su contra. Todo le molestaba", dijo María Pilar, quien todavía recuerda el momento en el que pilló a su vástago cosiendo a puñaladas a su marido y cómo fue a por ella. "Tenía la cara desencajada creía que me iba a matar", incidió.

Durante una larga declaración detrás de un biombo en la que ha tenido que parar en varias ocasiones su relato y que su hijo estuvo todo el tiempo cabizbajo, esta mujer explicó que Héctor López Ferrer nunca salía de casa, que incluso al trabajo le tenía que llevar ella en el coche y que dependía exclusivamente de ellos. "Le dábamos de todo para no escucharlo, pero aún así la relación era malísima porque eran constantes los insultos, los chillidos,... pero nunca le denunciamos", afirmó.

Y eso que, tal y como reconoció, en una ocasión pegó a su marido y víctima de este crimen. "Nos culpabilizaba de todo, que éramos malos padres", insistió María Pilar, quien explicó que le compraban de todo y que "siempre nos protestaba, que si la fruta esa estaba muy madura o muy dura, se quejaba de todo". De lo que no ponía el grito en el cielo era de que todas las semanas le compraban siete tetrabrik de vino y una botella de whisky. Un excesivo consumo de alcohol que ya los padres habían dejado por imposible, ya que, según explicó, trataron de que fuera alcohólicos anónimos, pero se negó. "Propusimos que viniera alguien a casa, pero él decía que no les iba a dejar entrar", lamentó la madre.

Era tal el "miedo y temor" que tenían que ella no podía entrar a la habitación del procesado a limpiarla. "Si la dejaba abierta nos obligaba a bajar la cabeza cuando pasábamos por ahí para que no viéramos nada", destacó, mientras detallaba algunos de los insultos que le profería: "Me llamaba mala persona, rastrera, mujerzuela,...".

El asesinato

El crimen se produjo el 28 de junio de 2021. Fue por la noche, si bien por la mañana el procesado llamó a sus padres, quienes estaba en el apartamento de la playa tranquilamente. "Nos preguntó primero por su médica de cabecera y luego nos dijo que no le habían atendido y le pregunté qué le pasaba", hizo memoria esta mujer al tiempo que explicó que Héctor López Ferrer le dijo que tenía temblores, que llevaba "tres días sin comer ni dormir". Ante dicha situación, el matrimonio no dudó un segundo en dejar la tranquilidad que tenían por ir a Zaragoza y volver a ese infierno que se había convertido esa casa situada en el número 46 de la calle Reino. Cuando estaban de camino llegaron a recibir una llamada por parte de su hijo que les dijo que no hacía falta que fueran, que estaba ya bien.

Ellos, independientemente de ello, se presentaron en la vivienda, aunque previamente le dejaron el perro a la otra hija. Al acusado no le gustaba el animal. Una vez en la casa, ella cenó y se fue a la cama mientras dejó a su esposo e hijo en el sofá. Nunca pudo imaginar lo que vino después. "Me desperté por los ruidos que procedían del salón y vi a Héctor encima de mi marido mientras le golpeaba en el cuello", señaló.

El procesado se sintió descubierto y no dudó ni un segundo en ir a por ella. De hecho, le asestó seis cuchilladas. "Tenía la cara desencajada, creía que me iba a matar", describió María Pilar, quien afirmó que pudo ir a la puerta, abrirla y salir al rellano para pedir ayuda gracias a que su hijo se resbaló con la sangre y se cayó al suelo. Más allá de la declaración de la madre, también lo hizo la hermana, quien afirmó que sus padres le ocultaban la situación que sufrían y que llevaba dos años sin relación con su hermano.

"Ellos me han arruinado la vida y yo se la he arruinado a ellos"

Los miembros del jurado popular también pudieron escuchar a los primeros agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, quienes destacaron la "frialdad" de Héctor López Ferrer cuando accedieron al interior de la vivienda en un momento en el que la víctima aún no había muerto. "Ellos me han arruinado la vida y yo se la he arruinado a ellos", les espetó el encausado, quien se había metido a la ducha tras asestar hasta 56 puñaladas a su padre.

Estos fueron los que asistieron en un primer momento a María Pilar, al que resultó fallecido y al detenido, a quien le inmovilizaron en el suelo. Ya no llevaba la navaja en la mano, la había tirado en medio del pasillo. Tenía la punta rota.

Los inspectores del Grupo de Homicidios aseveraron, por su parte, que el primer ataque se produjo en el sofá y que el finado pudo, moribundo, salir corriendo por el pasillo e intentar resguardarse en otra habitación, si bien allí le remató. Fue cuando el procesado estaba tratando de matar a su madre. Llegan a esta conclusión los agentes por los depósitos de sangre en el suelo, el sofá y las paredes.

El juicio continuará este miércoles con los informes forenses, quienes arrojarán luz ante el debate entre las acusaciones y la defensa sobre si hubo o no ensañamiento. Los abogados José María Lumbreras y Luis Márquez, en nombre de la madre y hermana del enjuiciado, solicitan la prisión permanente revisable, mientras que la Fiscalía pide una condena de 36 años. Por su parte, la defensa ejercida por Alba Vicente se insta al ingreso en un centro especializado en slaud mental.