Un cazador encontró el pasado domingo, 19 de marzo, un cadáver que podría ser el de Cédric Tauleygne, un fugitivo francés acusado de asesinato al que se buscaba en el Pirineo aragonés desde el pasado verano. La Guardia Civil trabaja con el suicidio como principal hipótesis, a la espera de poder confirmar que los restos pertenecen a este ciudadano galo.

El hombre que informó a la Guardia Civil de Jaca se encontraba en una batida de caza en la parte de baja de Peña Oroel. Al ver los restos, alertó a las unidades de la Guardia Civil, que se personaron en la zona. El Equipo de Policía Judicial dejó su vehículo en el camino y continuó a pie hasta el lugar donde se encontraron los restos. Para poder levantar el cadáver, debido a la complejidad de la ubicación, los efectivos tuvieron que avisar a la Unidad Aérea de la Guardia Civil, así como al Greim de Jaca.

Una vez autorizado el levantamiento del cadáver por el Juez de Instrucción de Guardia de Jaca, el mismo se llevó a cabo por el Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Jaca, siendo trasladado por el Greim hasta un lugar donde pudo ser recogido por el helicóptero de la Guardia Civil. Siendo posteriormente trasladado hasta la localidad de Huesca, donde fue recogido por los servicios funerarios que lo condujeron hasta el depósito de cadáveres del Hospital Provincial de Huesca, para la realización de la autopsia.

Por los objetos encontrados junto al cadáver, entre los que se encontraba una pistola, la teoría del suicidio sigue tomando fuerza, aunque las autoridades policiales siguen trabajando para esclarecer todo lo sucedido. El análisis de las pruebas de ADN confirmará si los restos pertenecen al ciudadano francés al que se buscaba desde julio por la zona.

Desde el verano tras su pista

A comienzos del mes de julio, el nombre de Cédric Tauleygne, sospechoso de asesinato, comenzó a resonar en los pueblos cercanos a Jaca. De 33 años y con formación militar, este ciudadano francés llevó el temor hasta la zona tras, según decían desde Francia, haberse fugado al norte de Aragón tras haber asesinado a su mujer y a un compañero de trabajo de ella. Fue considerado como "muy peligroso" por su mencionada formación militar y por ir armado. En aquellos momentos, un centenar de agentes trabajaban en su búsqueda.