SUCESOS EN ARAGÓN

Detenido cuando iba a atracar por tercera vez el mismo salón de juegos de Zaragoza

El sospechoso llevaba una navaja y un pasamontañas

Casa de apuestas deportivas asaltada.

Casa de apuestas deportivas asaltada. / ÁNGEL DE CASTRO

No hay dos sin tres o eso pensaba un joven que había conseguido atracar el mismo salón de juegos de Zaragoza, consiguiendo un botín de más de 30.000 euros y saliendo airoso de los mismo. Decidió intentarlo otra vez, pero acabó siendo arrestado.

Una empleada de este establecimiento perteneciente a la cadena Alea y situado en el calle Corona de Aragón, en el barrio Universidad, se percató que el mismo joven que les había robado con intimidación otras veces estaba rondando su lugar de trabajo. A modo de prevención decidió llamara a la sala del 091 que activó a una patrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que acudió inmediatamente al lugar.

No iba mal encaminada la empleada, pues era el mismo que había actuado y que llevaba el arma blanca empleada en los anteriores asaltos y el pasamontañas. Por todo ello y esta vez sin conseguir llevar a cabo su plan, los agentes pudieron detener a J. F. D. A., siéndole imputado por el Grupo de Atracos los otros dos asaltos anteriores.

A principios de marzo fue víctima de otro robo violento un salón de la cadena El Dorado en la avenida San Juan de la Peña, en el barrio del Arrabal. Tal y como adelantó este diario, el sospechoso se acercó a la mujer, que era la que estaba más cerca de la puerta, y directamente puso su arma en su cabeza y le dijo que apretaba el gatillo si no le daba el efectivo disponible en ese momento en la caja. En esta ocasión no se llevó una gran cantidad de dinero, pues no superaba los 3.000 euros la cantidad que se llevó a la carrera.

Los investigadores sospecharon de un cliente que había en el interior en ese momento, pues el local estaba cerrado al público, siendo aprovechado por el ladrón el momento en el que esa persona salió a la calle a fumar.

El jugador negó en un primer momento su participación, si bien los agentes analizaron su teléfono móvil y vieron un mensaje de Whatsapp en el que otra persona le decía que le estaba esperando en el coche. A cambio, le mandó su geolocalización. Finalmente, A. C. R., confesó que un primo al que le debía 400 euros le había obligado a participar en el asalto.