ASESINOS NATOS

Los hermanos Blasco y el crimen para cobrar la pensión

Pedro e Isabel Blasco mataron en 2017 a su madre y la emparedaron en un armario en su casa de Pozondón

Pedro e Isabel durante su arresto en la vivienda de Pozondón en la que se produjo el crimen.  | EDE/BLASCO/LOSADA

Pedro e Isabel durante su arresto en la vivienda de Pozondón en la que se produjo el crimen. | EDE/BLASCO/LOSADA / LUIS M. GABÁS

Asus 88 años Ángela Yusta precisaba de atención las 24 horas. Padecía ceguera, alzhéimer y tenía la movilidad reducida. Esta mujer, vecina de la localidad turolense de Pozondón, vivía con sus hijos Pedro e Isabel, recayendo la mayoría de los cuidados en Isabel, quien lo hacía por amor a su madre. Pero a quien le molestaba esa situación no era a ella, sino al menor de los hermanos que un día del mes de marzo de 2017 decidió acabar con el sufrimiento de su madre o más bien el de ellos y la mató. No cayó en que vivían de la modesta pensión que percibía la anciana y sin conciencia alguna decidió emparedarla en el armario de su habitación para parecer que aún estaba viva. Ahora ambos están en prisión, tras sus respectivas condenas.

Este crimen tuvo lugar en un pequeño municipio turolense al que la víctima se había mudado junto a sus dos hijos, tras vivir toda su vida en Madrid. De allí era su marido, ya fallecido, y con el que había tenido a dos vástagos. Pedro trabajaba en el Ayuntamiento de Pozondón, encargándose de la jardinería y limpieza del pueblo, mientras que Isabel se encargaba de la madre.

Era 3 de marzo y la jornada de los hermanos Pedro e Isabel Blasco era la muy parecida a la del día anterior. Aquel día Ángela pasó toda la tarde especialmente alterada, teniendo que darle 4 pastillas de dormidina para que pudiera dormirse, cosa que hizo sobre las 22.00 horas.

Sobre a las 23.15 horas comenzó nuevamente a gritar y reclamar atención, poniéndose Pedro e Isabel muy nerviosos y exaltados ya que su madre no se callaba y Pedro, preso de su estado, le dijo a su hermana que «iba a hacerlo» para lo cual subió a la habitación donde dormía su madre y le puso la almohada en la cara hasta que dejó de respirar, causándole de esta forma la muerte sin que Ángela pudiera ejercer defensa alguna fruto de su estado.

Isabel conocía la intención de su hermano, pero decidió permanecer en la planta baja de la vivienda hasta que fue avisada por su Pedro de que ya estaba todo hecho y que subiera para ayudarle a esconder el cuerpo de la finada en el armario de la habitación. Días después intentaron quemar el cuerpo, sin conseguirlo ante el riesgo de incendiar la vivienda, decidieron sellar el armario con cemento.

Creían que así pasaría desapercibido el crimen, pero aunque las salidas de la anciana no eran muy comunes alguna vez se la veía por la plaza del pueblo en compañía de Isabel, quien siempre la llevaba debajo del brazo. Fueron pasando los días y la excusa de los Blasco fue que la mamá estaba peor y que preferían que no saliera.

Un día Pedro entró en un establecimiento hostelero del pueblo, el bar La Plaza, para contar que se había llevado a su madre a una residencia de Guadalajara. Había venido un taxi a buscar a su madre de madrugada y días después aseguraba que un taxi la había traído de vuelta también de madrugada. Todo les comenzó a parecer sospechoso.

Pero el tiempo jugó en su contra. La ausencia de la mujer y el comportamiento extraño, más allá de por sí Pedro e Isabel Blasco era gente reservada y de poco trato». Al final los vecinos acabaron hablando con el alcalde de la localidad, Mario Cáceres, quien decidió dar parte avisó a los Servicios Sociales de la Comarca Sierra de Albarracín. El medio centenar de vecinos hizo, en definitiva, que uno sepa de la vida del otro.

Pero no fue hasta junio de 2019 que se descubrió todo. Durante todo este tiempo la mujer había permanecido emparedada en el interior de un armario de la habitación en la que dormía Pedro Blasco.

La confesión

Cuando los agentes de la Guardia Civil llegaron a la vivienda situada en la calle de la Iglesia número 8, Pedro les confesó el crimen. Les dijo que había matado a su madre, cómo lo había hecho y dónde se encontraba su cadáver. Tras comprobarlo, los Blasco fueron inmediatamente detenidos y puestos a disposición policial un 18 de junio de 2019.

Ese día la tranquilidad que imperaba en el municipio de Pozondón se rompió ante la presencia de un importante número de agentes del instituto armado y muy especialmente de miembros de Criminalística que, enfundados en sus característicos monos blancos, se pasearon por el pueblo ante la atenta mirada de los vecinos. A ellos se sumó una gran cantidad de medios de comunicación que estuvieron presentes en el momento en el que, previa decisión judicial, los hermanos Blasco regresaron días después a Pozondón para realizar una reconstrucción de los hechos.

Curioso fue cuando el hombre acudió a la vivienda y ante los medios de comunicación espetó: «Mi madre no está muerta». Sin embargo, ya no se podía negar lo evidente.

Pero, ¿cuál fue la razón de este crimen? Para los investigadores había detrás algo que la sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza confirmó: seguir cobrando la pensión de Ángela. Desde marzo del 2017 hasta el mes de junio de 2019 la Seguridad Social desembolsó en concepto de pensiones la suma de 30.755,67 que fue recibida indebidamente por los acusados.

Ante todas las evidencias, la Fiscalía de Teruel pide 16 años de prisión para el hijo de la víctima, Pedro Blasco, de 48 años, como autor de un delito de asesinato con la agravante de alevosía; y para la hija de Ángela, Isabel Blasco, de 50 años, un total de 8 años por cómplice. Las penas solicitadas no fueron excesivamente elevadas porque tuvo en cuenta la atenuante de arrebato u obcecación.

El 18 de febrero de 2021 llegó el día del juicio. Un jurado popular se constituyó para intentar determinar la culpabilidad o no de los encausados, aunque poca fue su labor pues estos confesaron todo y admitieron la acusación que había realizado el ministerio público en su contra. Dos horas duró la vista en la que Pedro manifestó que «siempre» había respetado y respetará el «sistema judicial español y a las fuerzas de seguridad» y que confía en que la ponga que se le imponga «sea justa».

Sin sorpresas llegó una sentencia firmada por María de los Desamparados Cerdá que no se recurrió y en la que se impuso 16 años de cárcel a Pedro Blasco y ocho a su hermana Isabel. A ello tuvieron que sumar las penas como autores de un delito de fraude a la Seguridad Social, por el que son condenados a seis meses de prisión, cada uno de ellos, y a la pérdida del derecho a obtener subvenciones o gozar de beneficio fiscales o de la Seguridad Social por tiempo de tres años. El dinero que los hermanos habían percibido fueron reintegrados por Bankia a las cuentas del Estado.