Una joven zaragozana tiene reconocida una discapacidad intelectual del 38% al sufrir un primer trastorno de inteligencia límite y un segundo de déficit de atención. De ello se aprovechó su abuelo (José Antonio G. M.) para que mantuviera en secreto los supuestos abusos sexuales que cometió «varias veces» sobre su nieta entre finales de 2019 y principios de 2020. «Me manoseaba mucho donde los pechos y me metía la mano. Hubo un día que me metió un calcetín en la boca y empezó a toquetearme. Yo no lo aguantaba, era un sufrimiento...», ha declarado este viernes la víctima. «Me amenazaba con matar a mi gata porque es a lo que más cariño le tengo», añadió.

Por todo ello, el ministerio fiscal solicita que José Antonio G. M. sea condenado a quince años de cárcel como autor de un delito de agresión sexual a menor de 16 años y la acusación particular a cargo de Elena Gabarre eleva la pena privativa de libertad hasta los 20 años. La indemnización asciende a 15.000 euros por los daños morales causados, tal y como pormenorizó la psicóloga de la Oficina de Atención a la Víctima que le ha asistido desde la interposición de la denuncia. «Tenía mucha ansiedad y miedo de salir sola a la calle. Se ha tratado de darle unas herramientas para que pueda gestionar las emociones que tenía tan desorbitadas», expuso.

Un relato «congruente»

El tribunal provincial, presidido por el magistrado José Ruiz Ramo, escuchó atentamente la declaración de la psicóloga forense Cristina Andreu, quien explicó que el testimonio de la víctima «resultaba creíble» al incluir «muchos detalles». Precisó la perito que su relato era «congruente» –«hay muchas explicaciones en estilo directo del que yo hago inferencia de que resultaba creíble», concretó Andreu– y también despejó cualquier tipo de duda sobre su capacidad para prestar testimonio válido. «Es perfectamente competente», zanjó.

Este viernes, la joven volvió a prestar un testimonio de similar naturaleza porque no reparó en detallar los episodios denunciados. Especialmente recordó el que tuvo lugar durante un día de compras en el centro comercial de Grancasa –«había elegido alguna sudadera, y fui al probador; me estaba cambiando, me agarró de las manos, las puso contra la pared y me lamió entera», añadió– y otro ya en el domicilio donde ambos residían. «Una vez estábamos solos en el comedor y me dijo ‘te doy 100 euros y pasas una noche desnuda en la cama’», continuó.

Fueron «unas cinco o seis veces» en las que incluso se combinaron episodios con penetración y otras situaciones de índole sexual. «De repente entró al cuarto de baño y empezó a babear», añadió la joven, que a día de hoy todavía arrastra secuelas. «Tengo pesadillas y no puedo dormir sin las pastillas ni las gominolas para el sueño. Hago mucho esfuerzo para intentar olvidar porque me pongo muy mal y necesito desahogarme», aseguró.

La petición de la Fiscalía también incluye una orden de alejamiento de 500 metros durante 16 años y libertad vigilada por tiempo de 15 años. Por su parte, la defensa interesó la absolución de su representado, quien fue escueto –«no es verdad», reiteró– a las preguntas vinculadas a su autoría. Más palabras pronunció para arremeter contra los medios de comunicación por fotografiarle en los pasillos de la Audiencia y en el interior de la sala. Quiso borrarlas y que no se publicaran.