El pequeño núcleo rural de Lecina, en la provincia de Huesca, ha recibido el diploma que le acredita como poseedor del Árbol Europeo del año 2021, la conocida popularmente como Carrasca Milenaria de Lecina. La directora de Bosques sin Fronteras, Susana Domínguez, fue la encargada de entregar el diploma a la alcaldesa del municipio de Bárcabo, Carmen Lalueza, que estuvo acompañada a la sombra de la carrasca premiada por el consejero de Agricultura y Medioambiente del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, y la vicepresidenta de la Diputación de Huesca (DPH), Elisa Sancho.

La Carrasca Milenaria de Lecina, núcleo ubicado en el municipio oscense de Bárcabo, en la Sierra Natural de los Cañones de Guara ganó el pasado 17 de marzo el concurso del Árbol Europeo del Año 2021. Olona destacó la importancia del valor cultural y natural de estos árboles singulares, del que existe un registro en Aragón que incluye 400 ejemplares susceptibles de protección en toda la comunidad. El consejero recordó, además, que el Ejecutivo aragonés está estudiando fórmulas que permitan salvaguardar la singularidad de este árbol milenario y fomentar al mismo tiempo el turismo en la zona como un revulsivo. Sin olvidar la sensibilidad ambiental que tiene el territorio y, en particular, la población de la zona donde se ubica la carrasca.

«Si hoy podemos celebrar y participar en la entrega de este premio a una carrasca milenaria, es porque durante siglos, los habitantes de esta zona la han cuidado, y, durante los años más recientes, los responsables públicos como su alcaldesa o las propietarias del árbol». Por su parte, la vicepresidenta de la DPH felicitó a los vecinos del municipio de Bárcabo y también al conjunto de la provincia de Huesca porque, matizó, es «un reconocimiento a la vida en el medio rural». La carrasca de Lecina cuenta con unos parámetros biométricos «espectaculares», con 16,26 metros de altura y más de siete de perímetro. Tiene una copa amplia e irregular, característica de ejemplares longevos, y sus hojas son elípticas, de contorno redondeado, con borde poco dentado o espinoso y de color verde oscuro e intenso en el haz pero blanquecino por el envés.

Muy conocida y querida por los vecinos, no sólo se salvó de las talas que se llevaron a cabo en décadas anteriores debido a la oposición de la familia propietaria, sino que cuenta con leyendas y ha sido el escenario de eventos y pactos importantes. También conocida como el árbol de las brujas, la leyenda cuenta que en los tiempos en los que las brujas poblaban la Sierra de Guara, bailaban y celebraban alrededor de esta carrasca.

Además, el entorno que rodea a este ya popular árbol aragonés se caracteriza por estar reconocido como un Lugar de Interés Comunitario (LIC), y encontrarse, además, en una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), dentro de las diferentes zonas aragonesas que el Gobierno ha reservado para la Red Natura 2000, como son el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, y también el parque Cultural del Río Vero.