Han pasado 30 años desde que Robert De Niro comenzó su carrera de actor en las Malas calles de Martin Scorsese. Hoy, con más de 50 películas a sus espaldas, el actor más intenso del cine norteamericano estrena Otra terapia peligrosa (Analyze that en la versión original), un nuevo desafío en su incierta faceta de rey de la comedia. Billy Crystal y Lisa Kudrow le acompañan en esta producción de Harold Ramis, segunda parte de Una terapia peligrosa, que llegará a España el 10 de enero.

"Lo mejor que tiene la profesión de actor es que te permite vivir la vida de otras personas sin tener que pagar las consecuencias". Ese suele ser el argumento que ofrece De Niro cuando se habla de su tendencia a desaparecer en los papeles que interpreta, ya sean violentos y desesperados, como Travis Bickle (Taxi driver ), Jimmy Conway (Uno de los nuestros ) y Max Cady (El cabo del miedo ), o ridículamente divertidos. Así es Rupert Pupkin (El rey de la comedia ), Paul Vitti (Una terapia peligrosa ) y Jake Byrnes (Los padres de ella ).

Con Otra terapia peligrosa, De Niro vuelve al mundo de la mafia. Esta vez su personaje, el capo Paul Vitti, encerrado en la prisión, empieza a actuar de forma peculiar: lo mismo le da por interpretar canciones de West side story que por pasarse el día en estado de estupefacción. Para ver si ese comportamiento es creíble o es una argucia para salir de la cárcel por problemas de salud, las autoridades acuden a su antiguo psiquiatra, Ben Sobel (Billy Crystal), que determina la necesidad de sacarlo bajo su custodia.

--Para los jóvenes que no crecieron con el cine de los años 70, es usted básicamente un actor cómico. ¿Qué siente al ser reconocido por sus comedias?--Me siento afortunado por poder hacer comedia y, sobre todo, por poder seguir trabajando. Es curioso, el otro día llevaba a mis hijos pequeños a la clase de tenis y unos chavales de 12 o 13 años se me acercaron, entusiasmados, para que les firmara unos autógrafos. Me conocían por comedias como Una terapia peligrosa o Los padres de ella , lo cual me hace feliz.

Una terapia peligrosa o Los padres de ella

--Muchos tampoco conocían sus dotes de cantante...--Eso fue lo más divertido. Trabajé con un preparador de voz y con un coreógrafo, ambos extraordinarios. Fue difícil, todo un desafío, pero disfruté haciéndolo. Brando también lo hizo en Ellos y ellas y estaba fantástico. Acepté porque un actor tiene que estar preparado para todo.

Ellos y ellas

--La película esboza una sátira sobre el mundo de Hollywood cuando su personaje es contratado para asesorar en películas sobre la mafia. ¿Fue idea suya?--No, pero me pareció muy buena, y tiene mucho sentido. Ultimamente vemos a todo tipo de gente como asesores en películas y programas de televisión: antiguos deportistas, policías retirados... Eso ayuda y da categoría a la película. No veo por qué un mafioso, un gánster, no puede hacer lo mismo; puede incluso ser un buen asesor para Hollywood.

--¿Por qué la terapia psicológica da tanto juego para la comedia?--Porque en ella se habla de la vida. En esas sesiones se relajan las tensiones y la gente se muestra tal como es, con sus fallos y sus virtudes. En la película se dan tantas situaciones cómicas que mi mayor preocupación era conseguir mostrar todo el potencial de la terapia y acercarnos a la realidad lo más posible.

--¿Se puede tratar la desgracia con humor?--Sí, pero hay que hacerlo con respeto, y no justo después de un suceso trágico. Si vas a hacerlo es mejor que sea de forma inteligente, con un punto de vista concreto.

--Su personaje protagoniza las situaciones más cómicas cuando tiene que reprimir su ira. ¿Es usted un hombre irascible o apacible?--A veces pierdo la calma, pero procuro controlarme. No obstante, pienso que es bueno exteriorizar esa ira, siempre y cuando no hagas daño a nadie. Lo bueno de exteriorizarla es que te quedas muy tranquilo. Es como hacer deporte o gimnasia, te calma los nervios y lo que en principio te parecía todo un mundo, luego pierde importancia.

--La relación con el padre y la madre salen siempre a relucir en las sesiones con el psicoanalista. ¿Cómo fue la suya con sus padres?--Mis padres se separaron cuando yo tenía dos años, pero mantuve siempre excelentes relaciones con ambos. En ese sentido no tengo nada que ver con Vitti. Mi padre murió hace ocho años, era un artista expresionista. Un hombre muy creativo, lo mismo que mi madre.

--¿Fueron ellos quienes le animaron a ser actor?--La idea surgió de mí mismo. A los 10 años sentía curiosidad por la actuación y empecé a participar en obras de teatro del colegio gracias a una amiga de mi madre, que era directora de un taller de arte dramático y me ofreció trabajar con ella. A los 18 años ya estudiaba con Stella Adler y Lee Strasberg. Debo decir que mis padres siempre me apoyaron en todo el proceso.

--¿Cómo es su relación con sus cinco hijos?--Les dedico todo el tiempo posible, sobre todo a los tres pequeños, y me ocupo de su educación. Claro que siempre debo pactar con sus respectivas madres, con quienes no vivo, pero supongo que eso le pasa a cualquier padre.--Pronto volverá a ponerse detrás de la cámara para dirigir The good shepherd.

--Pronto volverá a ponerse detrás de la cámara para dirigir ¿De qué trata?--Es un extraordinario guión que encontré hace unos años y por fin he conseguido que se produzca. Trata de los comienzos de la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), durante la segunda guerra mundial y su relación con la CIA. Termina cuando se levanta el muro de Berlín y se produce la invasión de Bahía Cochinos, en 1961. La protagoniza Leonardo Di Caprio. Me parecía joven para el papel, pero buscar financiamiento para una película es tan lento que cuando lo consigues tus actores se han hecho viejos. En este caso la demora ha resultado perfecta.