En la sala habrá representantes de España, Inglaterra, Australia, México, China, Holanda, Escocia, Irlanda... Pero Estados Unidos ve la reunión como una plataforma para defender sus valores y su cultura. El Kodak Theater no son las Naciones Unidas, pero igual que en este organismo, en la Academia de Hollywood se palpa el patriotismo de las barras y estrellas. Envueltos en la bandera, sus dirigentes han encontrado un argumento para justificar el seguir adelante en tiempo de guerra. El espectáculo debe continuar. Y los Oscar son un espectáculo.

"En un momento en que la cultura y los valores americanos están siendo atacados en todo el mundo, es más importante que nunca honrar en nuestra ceremonia esos logros que nos reflejan a nosotros y a América", dijo el viernes el presidente de la Academia, Frank Pierson, para anunciar que esta noche, y salvo que los acontecimientos bélicos en Irak obliguen a una decisión drástica de última hora, los Oscar celebrarán sus bodas de diamante. No habrá alfombra roja ni entrevistas previas de los 3.500 invitados con la prensa y faltarán algunas de las estrellas anunciadas, pero los premios intentarán cumplir con su cita.

UNA MONTAÑA RUSA

Los responsables de la organización aseguran que "todo lo que está sucediendo es una montaña rusa" y reconocen estar a merced de cómo se desarrollen los acontecimientos militares en Irak. Pero incluso para anunciar la posibilidad de que la cadena ABC decida suspender o interrumpir la retransmisión televisiva para cubrir cualquier noticia de última hora, recurren al alineamiento con su presidente, George Bush. "La situación es tan impredecible que queremos, como el presidente mismo, dejar nuestras opciones abiertas y ser flexibles", explicó Pearson a las puertas del Kodak.

La influencia del conflicto de Irak lleva tiempo dejándose notar. No sólo se ha retirado por primera vez la alfombra roja y se ha alimentado la polémica sobre qué, quién y cómo dirá o podrá decir algo sobre la guerra, sino que la lista de bajas ha cobrado una trascendencia inusitada.

La Academia insiste en que el número de cancelaciones es el habitual, pero ha resultado chocante el número de rumores sobre bajas y que finalmente decidan no acudir desde presentadores anunciados, como Will Smith y Angelina Jolie, hasta cineastas cuyos trabajos están entre los nominados, como Peter Jackson, director de El señor de los anillos: Las dos torres , y Aki Kaurismaki, responsable de Un hombre sin pasado .

Mientras proliferan los asistentes que anuncian su intención de lucir diferentes símbolos pacifistas, las calles se tiñen de ropa militar. Junto a 700 guardias de seguridad, agentes del FBI y la policía encargados, entre otras cosas, de mantener alejados a dos grupos de manifestantes a favor y en contra de la guerra de Irak, una unidad de la Guardia Nacional se ha desplegado alrededor del Kodak. Con ellos se han traído un laboratorio móvil que en 30 minutos les permitiría analizar cualquier indicio de amenaza de un ataque químico o biológico. El rojo de la alfombra puede haber desaparecido, pero en su lugar se extiende, invisible, el naranja del segundo nivel del código de alerta ideado por el Departamento de Seguridad.

Todos los asistentes a los Oscar, sus silencios y palabras, sus gestos y sus complementos, van a ser hoy centro de atención. Y uno de los que se enfrenta a la más comprometida situación es Steve Martin, el presentador de esta controvertida edición. "Su monólogo de apertura es fantástico", anunciaba el viernes la Academia. Teniendo en cuenta que los responsables de la institución han pedido a los presentadores que no se salten el guión y que defienden los Oscar como el homenaje a los valores y la cultura americana, queda por ver qué entienden ellos por fantástico.