El Monasterio de Veruela se está consolidando como un lugar de encuentro para el arte internacional. La exposición de Santiago Gimeno cedió ayer el testigo a la muestra Tres argentinos hoy (de la profunda Buenos Aires) , que acoge un centenar de obras de Juan Carlos Cáceres, Ana Godel y Martín Vega en las que "expresan reflexiones vivenciales de Buenos Aires", según explicó Miguel Gargallo, diputado de Cultura de la DPZ. Y ésta, a su vez, a partir de agosto, dejará el espacio para las obras de Florencio de Pedro y Antón Jodrá y, a continuación, a las de Cambio Constante.

Juan Carlos Cáceres explicó que esta exposición surge de un encuentro con Ariel Prat, un argentino que reside en Zaragoza, y que, al igual que él, "se interroga sobre la fase oculta de nuestra cultura". El pintor y músico, explicó, que simultanea el trabajo "entre la plástica y la música, puesto que una cosa se apoya en la otra". En su pintura también muestra la "búsqueda de los orígenes del tango, que es una palabra africana que quiere decir tambor, lugar de negros..." En cuanto a la técnica, asegura que es "expresionista, con una tendencia colorista, producto de haberme creado un sol imaginario en el gris cielo de París" (ciudad donde reside).

Por su parte, Ana Godel, explicó que ella busca "constantemente signos de identidad, todo aquello que me permita seguir trabajando mientras estoy fuera de Buenos Aires". Para ella, ese vínculo es "la Cruz del Sur, una constelación que puede verse en varios países del Cono Sur".

Tres argentinos hoy , que permanecerá abierta hasta el 3 de agosto, se inauguró ayer con un concierto de tangos negros a cargo de Ariel Prat y Juan Carlos Cáceres, que éste definió como un "recital intimista que supone una nueva forma de expresarse en Argentina". Este género supone "la respuesta a una vivencia musical por parte de los jóvenes, que están recuperando la percusión, la espontaneidad y un sentido festivo de la fiesta. Y es que Argentina no es nostálgica". Para él, "el tango se ha apropiado de esa visión parcial, pero al argentino le gusta la fiesta", como demuestra también la recuperación del Carnaval Porteño, donde existen más de 60 Murgas (que agrupan a unos 7.000 niños y jóvenes), que apuestan por una música alegre y la crítica social e irónica en los textos, como respuesta "a la invasión de la música americana".