TITULO Serge Poliakoff. Retrospectiva 1935-1969

AUTOR Serge Poliakoff

LUGAR Palacio de Sástago

FECHAS Hasta el 10 de diciembre

La música acompañó siempre a Serge Poliakoff (Moscú, 1900-París, 1969); durante sus placenteros viajes familiares por el sur de Rusia hasta el Cáucaso; en la travesía del exilio obligado por el triunfo de la Revolución del 1917 que desde Constantinopla, Sofía, Belgrado, Viena y Berlín, finalizó en París, en 1923; en su empeño para sobrevivir pintando; y ya por fin en la extraña intensidad que construye y modula las formas de color de sus cuadros.

Procedente de Bilbao, la exposición de Poliakoff llega ahora a Zaragoza, en la que es la retrospectiva más completa celebrada en España. De todos modos, y dado que la mayoría de las obras proceden de la colección particular del hijo del artista, hubiera sido interesante que Martine Soria, comisaria de la exposición, hubiera optado por una selección más radical, ya que el exceso de cuadros nunca oculta lagunas e incluso la escasa representatividad de muchas de las obras expuestas. Pese a todo, conviene centrar toda la atención en la pintura de quien fue uno de los artistas implicados en el desarrollo de la historia del arte abstracto europeo. Hubieron de pasar algunos años, sin embargo, para que Poliakoff se decidiera en exclusiva por una abstracción libre inspirada en los postulados de Paul Klee.

Las obras que abren el recorrido de la exposición ilustran los comienzos figurativos de la trayectoria del artista. Su estancia en Londres, entre 1935 y 1937, y los encuentros con Kandinsky y con los Delaunay, ya de vuelta a París, en 1937 y 1938, le animaron a iniciarse en el lenguaje de la abstracción. De todos modos, hasta 1945 no se atrevió a mostrar en exclusiva el resultado de sus experimentaciones, y también entonces fue cuando decidió abandonar la figuración que había practicado de modo paralelo. Un año importante aquel de 1945, por cuanto señala el momento en que en París la abstracción llegó a la conciencia del público.

Sus primeras abstracciones descubren la singularidad del lenguaje de Poliakoff: formas de color progresivamente apagado, pero ricas en contrastes y armonías. La calidad del color primará siempre en su pintura por encima del tono elegido. Los diálogos entre las formas de color precipitan la investigación y experimentación de las relaciones cromáticas, y a la inversa. Los colores se superponen en capas hasta descubrir su sonoridad.

Formas verdes, azules, rojas, amarillas, blancas y negras componen una melodía de silencios nada azarosos, construidos con las normas que, aliadas con la intuición, dictan la armonía y el equilibrio. Con el paso del tiempo, las formas fueron depurándose y creciendo en tamaño por superposición; una etapa mal reflejada en esta exposición, de la que sobresalen la exquisitez plástica de los gouaches.