El artista zaragozano Víctor Mira murió en la tarde del pasado martes en Alemania en un paso a nivel tranviario. El pintor, elegido el mejor artista español en la pasada feria de Arco, fue arrollado por un tren, a pocos kilómetros de la localidad de Breitbrunn, próxima a la ciudad de Munich.

La obra de Víctor Mira, un hombre que se encontraba actualmente lleno de proyectos, resulta fundamental para entender el arte aragonés y también el español. Se trataba de un artista indispensable dentro del panorama actual, muy valorado en otros países como Alemania, donde residía hace un cuarto de siglo. Mira es un creador de primera línea, un hombre sin miedo, un autor que no se conformaba y siempre apostaba por llegar más lejos. Estaba, y así lo demostraba en su pintura y también en su poderosa escritura, comprometido hasta el límite con sus obras. Era un continuador de Francisco de Goya, Gracián y Luis Buñuel.

Mira se encontraba, además, en un excelente momento creativo, con muchos planes en marcha en diferentes ámbitos. Además, para él el arte significaba la vida, siempre hacia nuevos paisajes, nuevas honduras.

La última imagen pública del artista tuvo lugar el pasado mes de abril, en los jardines del edificio Pignatelli de Zaragoza. Entonces se presentó la maqueta de la escultura Homenaje al agua dulce , de un tamaño de dos por cuatro metros de altura. "A mi me gustaría colocar la escultura delante de la ventana de la casa de mi madre, pero es tan sólo un sueño infantil", explicaba entonces el artista a este diario.

Víctor Mira, que se había establecido en Alemania, mantenía periódicas relaciones con la capital aragonesa, donde tenía familia, amigos y varias relaciones profesionales. "Un artista está obligado a ir a los sitios donde puede trabajar. El destino y mi instinto de hombre moderno y de artista me llevaron a Alemania", declaraba. Eran los años setenta, a finales, pero desde entonces su figura se consolidó en varios países y las relaciones con Aragón se mantuvieron.

Mira también escribía y había manifestado que el año próximo estrenaría en el Guggenheim alemán su tercera pieza teatral, El cielo de las mujeres . Y con anterioridad presentó varios títulos, con fuerte acento en el ensayo como En España no se puede dormir (un conjunto de textos de los años 80, que él definió como meditaciones dolorosas "sobre un pasado de un artista silenciado"). Fue, durante un tiempo, un artista ninguneado, pero fundamentalmente fue un artista rebelde y muy fiel a sí mismo.

En Aragón había expuesto últimamente en la galería Miguel Marcos y en otros espacios como el Museo Pablo Serrano o en Zaragoza Gráfica, y desarrollaba proyectos con la localidad de Fuendetodos --para cuyo museo preparaba una obra--. Mira se mostraba también muy ilusionado con la puesta en marcha de la Fundación Beulas en Huesca y mantenía una excelente relación con José Beulas.

La última entrevista extensa y en profundidad la concedió a este diario en marzo pasado, donde mostró su entusiasmo por un proyecto taurino que estaba realizando junto con Espartaco (que se ocupaba de los textos). El artista llegó con unos grandes grabados que fue desplegando con satisfacción, muy receptivo a las opiniones externas. Mira se fue aficionando poco a poco a la fiesta de los toros, y en estos pasados Pilares se le pudo ver en el coso de La Misericordia.

En la entrevista se manifestó, contundente: "Soy un hombre sin memoria y casi sin futuro".

En Humus. Diario 1994--1998 , publicado por Víctor Mira en la colección Baltasar Gracián de la Diputación Provincial de Zaragoza, recordaba: "Desde las ventanas de la casa de mis padres en Zaragoza veía las montañas de Juslibol que, a lo lejos cortaban el horizonte. Allí solía ir con frecuencia, atravesando campos de maíz más altos que yo, un maíz amarillo de panochas requemadas que, a veces, arrancaba para refrescar mi boca. Pocas cosas mejores había que aquella de subir a las montañas y adentrarme en un mundo olvidado de los hombres".

En ese libro, lleno de poesía y escrito a veces como un pequeño dietario, subrayaba, en el epígrafe Cuando me muera : "De las dos partes de que estoy hecho, una que la lleven a España y la entierren allí. La otra, que la dejen aquí en Alemania y que la quemen".